Encuentros

Mississippi Queen & The Wet Dogs renacen con Phoenix

Foto Adrián Morote

Tras cinco años desde su debut, Try Me, la banda bilbaína está de vuelta con Phoenix, su esperado segundo álbum. Este trabajo, que se publicará el próximo viernes, no solo marca su regreso de la banda, sino que representa también un renacer artístico, una evolución natural tras un periodo lleno de cambios personales y profesionales.

Con este álbum, Mississippi Queen & The Wet Dogs amplían sus horizontes musicales, fusionando su característico estilo funk y soul con elementos de folk, country y rock sureño. Vuelven más cohesionados y experimentados, listos para subirse de nuevo a los escenarios. Responden a nuestro cuestionario Inés Goñi (vocalista) y Aitor Zorriketa (guitarrista).

Han pasado cinco años desde que lanzasteis Try Me, vuestro debut. Claro, intuyo que la pandemia tiene algo que ver, pero no sé si es la única culpable.

INÉS: Han sido unos años llenos de acontecimientos y cambios en lo personal y en lo laboral, incluido un parón total de un año en la actividad de la banda porque tenía que terminar mi tesis doctoral y no me daba la vida. Es como si Try Me lo hubiéramos grabado en una vida anterior (risas).

Estas vivencias extrapandémicas, valga el palabro, entiendo que también habrán dejado huella en las canciones de un modo u otro, ¿no?

I: Desde luego. Normalmente, en la obra de un artista está plasmada su verdad, y nuestras canciones suelen ser muy autobiográficas, aunque algunas están inspiradas en las vidas de la gente a mi alrededor.

Si nos ceñimos a lo musical, creo Phoenix que conecta con el anterior pero veo que habéis bajado un poco la dosis de funk, por decirlo de algún modo. ¿Estáis de acuerdo?

I: Este disco tiene ocho canciones y el anterior seis, pero hay dos funks en cada uno. Así que proporcionalmente sí, pero no consideraría que hemos hecho “menos funk” sino que hemos añadido algunas cosas nuevas a la receta.

Aitor: Yo diría que casi nos ha salido una ensalada muy parecida al primer disco, con la variedad como ingrediente principal. Pero matizaría que «Get Back Up» es funk-rock. Es indiscutible que es funk, pero también tiene muchísimo rock.

No sé, es mi percepción. Lo veo más blanco (o menos afroamericano, como prefiráis). Hay más melodías, en canciones como «NYC»…

I: Sí, es cierto que este disco contiene pinceladas de música de raíces americanas más típicamente blanca, desde luego «NYC», quizá en parte «Welcome Home», que tiene elementos de country, gospel y rock sureño.

A: Creo que en general Inés y yo vivimos esto de forma bastante distinta. A mí me da bastante igual lo que es negro o lo que es blanco. Creo que aunque hagamos

música negra, hacemos música negra – blanca (risas). Y mis influencias son de todos los colores y yo soy un blanquito, bueno, todos los del grupo lo somos.

Te entiendo, pero era simplemente una forma de hablar para gente que todavía no ha escuchado el disco. Me ha sorprendido que «I Found A Love» esté al final del disco, tratándose del single y con esa tremenda marcha que tiene.

I: Ha sido algo premeditado porque hemos elegido el orden de las canciones desde un enfoque conceptual: el de contar una historia, la historia de ese fénix que podemos ser cualquiera de nosotros en un momento de cambio de ciclo vital.

A: Para el orden tuvimos diferentes propuestas sobre la mesa, y al final quedamos muy contentos con la elección. ¿Que el single está nosedonde? ¿Y qué? (risas).

 

¿Podríamos hablar entonces de un arco argumental o algo parecido?

I: «Welcome Home» abre la puerta y da la bienvenida al álbum a esos amigos con los que nos reencontramos en la música, mientras que «Get Back Up» y «Running To You» reflejan vivencias más oscuras.

¿Oscuras?

I: «Get Back Up» la escribí a raíz de que la Seguridad Social me robara parte de mi prestación por maternidad. ¿Hay algo más ruin que eso? De hecho los llevé a juicio y gané la primera instancia, pero recurrieron y perdí. Así que les hice esta canción para cagarme en sus muertos y en los de todo el que me intente joder, es muy terapéutico. También tiene un mensaje secundario de “quien no arriesga no gana, así que déjame que me la juegue y no me proyectes tus miedos”

Eso tiene que joder… ¡Avancemos! «Cold Hands» tiene otro tono y al final se intuye que sueltas un suspiro de dolor o de alivio. Quizá de las dos cosas.

I: Tras esa toma lloré muchísimo. Es la retransmisión en directo del fin de mi matrimonio, porque empecé a escribirla aún casada y la acabé ya en proceso de divorcio; creo que es la canción más cruda y desgarradora que he escrito hasta la fecha. Hace de bisagra porque efectivamente cuenta la historia de un amor que se consume, que se acaba, pero mira a un futuro incierto con ilusión. Ahí es cuando nace el fénix y por eso el resto de canciones del disco están llenas de amor, ilusión y buena energía, que es lo que todos necesitamos sentir al emprender un nuevo capítulo.

En «NYC» esa acústica te acerca al folk, pero luego entra el piano y el cambio le da otra vida…

I: Se la escribí a mi hermana cuando se fue a vivir a Nueva York, como regalo de despedida; también tiene un subtexto de la lucha interna que sentimos muchas personas entre las ganas de viajar y vivir en otros lugares y las de echar raíces y no sentirte una extraña en tu ciudad.

Yo entiendo que los músicos tomáis decisiones muchas veces de una manera muy visceral, muy artísticamente. Y el hecho de que la autoedición se haya convertido en una de las principales vías para sacar cada uno sus discos ha propiciado ciertas cosas. Por ejemplo, sin desmerecer a las otras canciones: creo que un sello discográfico os habría cogido de la solapas, os habría agitado y os había dicho “no, no, chicos: está canción, «I Found A Love», tiene que ser de las primeras porque es el puto single y porque es un puto pelotazo”.

I: Pues a esto solo podemos decirte que qué suerte ser autoeditados (risas). Pero valoremos esta cuestión, porque merece la pena. Por un lado, pongamos que efectivamente un disco tiene un pelotazo y el resto del material es más flojo: ¿tú el sexo lo empiezas por el orgasmo? Si lo mejor sucede nada más empezar, qué rollo el resto.

Te entiendo, pero un juez daría con el mazo y diría “¡IMPROCEDENTE!”…

I: En este sentido –y sin desmerecer, ni mucho menos, ninguna de las canciones de nuestro disco, que nos encantan todas– creemos que está bien que el disco vaya creciendo hasta el clímax de sonido y energía que forman «I’m Yours» y «I Found A Love»… ¡Y acabar con «Song For Silvia» a modo de piti postcoital! (risas)

A ver, que es una nana que apuesto a que se la habrás escrito a tu hija.

I: «Song For Silvia» es una nana que, sí, fui componiendo noche tras noche mientras dormía a mi bebé. Es de las canciones más personales del disco –aunque en realidad todas tienen su historia– y me inspiré originalmente en algunas melodías de «Emotion», de Destiny’s Child.

Volviendo a lo de «I Found A Love» al final. Es que creo que se trata de enganchar a los oyentes a la primera, cuanto antes. Y más ahora que la paciencia es mínima.

I: Hoy en día es fácil tener un primer contacto con los hits o singles de una banda: son los que se usan en los videoclips y los que más escuchas suelen acumular en Spotify. Por eso creemos que merece la pena construir un álbum como un ente con personalidad propia, con una historia que contar precisamente por cómo se van concatenando las canciones.

Vayamos a la banda. Ya sonabais cañón en el primer disco, pero, quizá sea sugestión mía, pero os veo, no sé, como más engrasados: la potencia del hammond, las guitarras de Aitor, esa pedazo de base rítmica…

I: Es razonable que se pueda percibir esa evolución, porque cuando grabamos el primer disco hacía poco que tocábamos con Ander (batería) y a Mikel (teclista) lo llamamos directamente para grabar; Jon (bajista) también llegó después. Ni siquiera tocábamos en directo como quinteto, sino que empezamos a hacerlo a partir de publicar Try Me. Este segundo lo hemos grabado después de unos años tocando juntos y eso es normal que se note.

¿Cómo componéis: llega Aitor con un riff o tú con una letra para trabajarlos entre todos en el estudio o o el autor del tema sea el que sea lo trae ya muy cerrado al local y el resto de la banda no puede aportar demasiado?

I: En este disco hay una canción que parte de un riff de guitarra: «Get Back Up», pero normalmente llego con una melodía con letra –ya sea un estribillo o una estrofa o las dos cosas– y suelo desarrollar la canción completa con Aitor, guitarra y voz. Después la llevamos al local y la hacemos sonar con el resto de instrumentos.

¿Y cómo se lo toman los demás?

I: Los compositores somos nosotros; siempre ha sido así en nuestra banda y se vive con total naturalidad. En cuanto a lo que han de tocar los demás, solemos llevar algunas ideas o sugerencias pero todos participan en el proceso de definir los arreglos concretos para su instrumento.

En estos años que han pasado, ¿habéis escuchado algunos artistas en particular que os hayan condicionado o inspirado o empujado a esta reorientación musical que yo veo?

I: Yo diría ampliación de horizontes más que reorientación. Pero sí es verdad que en los últimos años he escuchado más música folk, country, rock sureño y música de raíces más blanca en general que antes. Eso claramente ha influido en mi biblioteca mental de sonidos y, consecuentemente, en nuestras composiciones. También te digo que no creo que esos sonidos vayan a tener nunca una presencia mayoritaria en nuestro repertorio: lo nuestro es el soul y el funk.

A: Creo que tenemos una identidad, la misma que en Try Me, pero hay una evolución. Y probablemente la siga habiendo, pero vamos haciendo lo que nos apetece y eso nos permite realizarnos a la vez que nos deja un disco bien variado, porque el terreno musical sobre el que ir explorando y construyendo nuestra música es súper amplio. Aunque tenemos unos límites, porque no vamos a hacer punk, por ejemplo.

La portada es muy bonita.

I: La artista es Claire Tardieux, una joven de Rennes (Francia). Sabíamos que queríamos una portada de ilustración y, tras una larga búsqueda y algunos intentos frustrados, descubrimos a Claire por un cartel del festival Paimpol In Rock donde tocaban Sotomonte, y nos encantó su estilo.

Y obviamente está cargada de significado.

I: Es que tenemos la sensación de haber prendido fuego a mucho de lo que fuimos y tuvimos y de estar viviendo un cambio de ciclo. Tanto a nivel personal como colectivo. Todo eso está reflejado en el artwork de Claire y se divide en dos mitades: la que queda en la contraportada del disco representa el ciclo que dejamos atrás con un paisaje desierto, el sol poniente y un montón de cenizas y plumas rojas, el fénix consumido. En la portada se ve el fénix renacido en forma de mujer –entradita en carnes y con los pechos sin censurar por expresa indicación mía–, en un paisaje de mañana soleada y rodeada de simbología: las urracas, el ibis sagrado y las flores de loto simbolizan la esperanza, la sabiduría y la resurrección respectivamente.

No quiero ruborizarte, pero me declaro súper fan de tu voz, de cómo modulas, y bueno, escuchando este disco y el anterior, se me antoja como modulación casi como moviendo la boca, la caja de resonancia, y me ha recordado en algunos momentos de Amy Winehouse.

I: Me han dicho muchas veces el parecido en la voz a Amy Winehouse y, desde la humildad de saber que no le llego a la suela de los zapatos ni en capacidad ni en creatividad –vocal y compositiva–, me hace tremenda ilusión que algunos la recuerden al escucharme porque para mí Amy es de lo mejor que le ha pasado a la música en el siglo XXI.

A: Es curioso porque muchas veces viene gente y le dice a Inés “me recuerdas mucho a Amy Winehouse”. Y a mí me recuerda a Amy cuando canta a Amy, pero no cuando canta otras cosas (risas). Durante la grabación de Phoenix me ha recordado muchas veces a Cindy Lauper y me encanta. Y también a Aretha, no sabría especificar por qué, pero así era.

Yo prometo solemnemente que lo de Amy lo pensé antes de encontrarme vídeos vuestros haciendo versiones de ella.

I: Tuvimos el honor y el privilegio de dar varios conciertos tributo a Amy en 2017 y 2018 y a menudo tocamos alguna canción suya en nuestros directos. Es de las artistas que más he escuchado y estudiado, es influencia e inspiración como música y como mujer, porque admiro mucho su autenticidad y la manera en la que vivió según sus reglas hasta la última consecuencia. Me da una pena enorme saber cuánto sufrió y egoístamente siento mucho su pérdida y no haber podido disfrutarla más, pero no me cabe duda de que está en el firmamento de las grandes estrellas de la música negra y de que ahí seguirá durante generaciones, porque su talento y su personalidad son incomparables.

A: Fue una reina, una artista grandísima. Y su pérdida fue una tragedia.

Intuyo que nos os habéis prodigado demasiado en directo estos últimos años. ¿Cómo os planteáis el futuro a medio y largo plazo? ¿Aspiráis a triunfar?

I: Como decíamos al principio de la entrevista, venimos de un par de años bastante inactivos por cuestiones personales y laborales, pero volvemos con energías renovadas y mucha ilusión. Aunque no buscamos el éxito –que además nuestras circunstancias no nos permitirían abarcar–, sino que más bien pretendemos hacer música auténtica y de calidad. Que los conciertos sean una dosis de disfrute y satisfacción para nosotros y para el público.

Es muy habitual que la mayoría de las mujeres que nos encontremos en bandas sean las cantantes y muchas menos instrumentistas. Inés,

¿crees que está habiendo alguna evolución al respecto en los últimos años?

I: Sí, creo que hay más mujeres cantantes en la música moderna, pero por suerte cada vez veo a más mujeres tocando todo tipo de instrumentos gracias a la emancipación de la mujer y a la creciente representación femenina sobre los escenarios.

Por otro lado, afortunadamente, en los últimos tiempos el feminismo ha ido abriendo los ojos de mucha gente que no se consideraba ni machista ni feminista (risas). ¿Tú has notado el cambio?

I: Creo que el feminismo sí ha hecho una labor importante de visibilización y concienciación y se han dado pasos al frente, pero siento que aún queda mucho camino por recorrer. Al mismo tiempo, observo con preocupación que ya hay un efecto rebote entre muchos hombres, desde los que sólo reconocen en voz baja y con sus amigos que se sienten desplazados o discriminados por el feminismo hasta los que responden con un machismo y una violencia reforzados a la amenaza que para ellos representa este movimiento. No hay más que ver la victoria electoral de Trump y su partido, que están aboliendo la libertad reproductiva de las mujeres y la horda de hombres que ha celebrado esa victoria diciendo y tuiteando “tu cuerpo, mi decisión”. Eso es una amenaza a la integridad física de las mujeres y ni siquiera se molestan en disimular.

Pero el problema más que Trump, que ya lo conocemos, es tropezar con casos de feministas de boquilla, como el de Errejón. Entiendo que eso frustra bastante y es algo desesperanzador.

I: No me esperaba eso de Errejón, quizá más porque tenía una imagen de él como de persona equilibrada de carácter tranquilo en las intervenciones que he visto que porque fuera de izquierdas o de derechas. Pero a mí nunca me llegó a conquistar de la manera que sí lo han hecho Manuela Carmena o Julio Anguita o Pepe Mújica, o incluso Rufián. Sólo espero que como sociedad podamos evolucionar hacia la igualdad y el respeto y la comprensión mutuos. Como madre de un niño y una niña, intento poner mi granito de arena para que así sea.

Texto: J.F. León

 

 

 

 

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