Encuentros

Aaron Rux, huyendo del perfeccionismo neurótico  

 

 

El artista norteamericano presenta su tercer disco, Albino Rhino, en el que muestra su faceta más experimental, aplicando a su proyecto personal todas esas cosas que ha aprendido, a lo largo de los años, trabajando en la creación y producción de bandas sonoras y otros trabajos muy diversos, que se salen del lenguaje habitual del pop y el rock.

La presentación oficial será el 20 de febrero en la Sala El Sol de Madrid. Para comenzar, cuéntanos cómo fue tu llegada a España, ya hace unos años, y esa anécdota con el «Bamboleo», de los Gipsy Kings.

Uno construye un imaginario de cómo será España, basándose en lo que ve en los medios o en el cine. Para mí, era una mezcla de México y Andalucía, algo tropical y mediterráneo. Cuando llegué a Madrid, me sorprendió descubrir que todo era mucho más gris y seco (risas). Pero bueno, esa es la impresión que yo tenía por lo que reflejaba la canción de los Gipsy Kings, que además, luego me enteré de que ni siquiera eran de España (risas).

De ahí, la importancia de viajar para comprender otras realidades ¿verdad?

Sí, claro. Viajar es fundamental. Nunca vas a entender lo que no conoces. Y aun así, siempre quedan lagunas profundas en nuestro conocimiento.

Centrándonos en tu nuevo trabajo, tú realizas muchos trabajos para bandas sonoras y producciones para otros artistas. ¿En qué momento sabes que ha llegado el momento de hacer tus propios temas?

Ha sido complicado encontrar el momento para lanzar mi disco, y por eso he tardado tanto en hacerlo. Después de la pandemia, Joshua (Taylor) y yo nos quedamos atrapados en una casa que convertimos en un estudio. Gran parte del disco se compuso durante esos meses de confinamiento, pero luego hubo que pasar de las maquetas a la grabación, y eso tomó tiempo, ya que en los últimos años, como dices, he estado produciendo muchos discos y bandas sonoras. Además, yo soy muy maniático y siempre alargo mucho el proceso, porque no quiero cometer errores, aunque eso me lleve, a veces, al límite de la neurosis (risas)

¿Maniático o perfeccionista?

Sí, suena mejor lo de perfeccionista, aunque creo que podría serlo bastante menos.

¿Pero te pasa eso sólo con tus proyectos personales o también con los encargos ajenos?

Seguramente, con todo lo que hago. Lo que pasa con los encargos para otros es que hay una fecha de entrega que me obliga a parar, pero si  me dejaran, lo alargaría mucho más en el tiempo. Pero bueno, estoy aprendiendo, ahora estoy haciendo un disco con Dani DiCostas y me he obligado a trabajar de otra manera, igual no hace falta tanto perfeccionismo y simplemente vale con hacerlo.

 

¿Cuáles crees que han sido las diferencias principales entre este nuevo disco y tus trabajos anteriores?

El primer disco, aunque es muy raro, es chulísimo, pero me faltó tomar decisiones para centrarme en momentos concretos, en vez de ofrecer tantos estímulos; el segundo ya fue más estructurado, y en este último, gracias al trabajo en equipo con la banda, hemos conseguido un resultado mucho más ordenado y refinado.

¿Ha sido ese trabajo en equipo la clave del resultado final de este Albino Rhino?

Es difícil saber qué habría salido si lo hubiéramos hecho de otra forma. Pero lo que hemos comprobado es que cada uno de ellos, con su instrumento, aporta su personalidad al disco y mejora el resultado final. Ese trabajo colectivo ha servido para quitar “grasa» y corregir ciertas cosas que yo me negaba a eliminar.

Había ideas iniciales con las que Joshua y yo hacíamos melodías, y yo añadía cosas, sobre todo en las letras y la voz. Tengo mi idea de por dónde llevar la canción en cuanto a contenido y arreglos, y luego la gente lo mejora en el local. Pero sí que, normalmente, trabajo mucho por mi cuenta, y no porque no valore lo que hacen los demás, sino porque me ayuda a transmitir mejor la propuesta, sabiendo de qué va la canción. Por eso paso mucho tiempo imaginando la historia y lo que quiero que la gente sienta al escucharla.

Cuando haces música tú solo con un ordenador estás muy condicionado por la propia tecnología, que te permite hacer todo perfecto; pero luego nos olvidamos de que pasan cosas mágicas cuando la gente se junta tocando sus instrumentos. De hecho, en nuestro caso, una grabación en el local de ensayo valdría perfectamente a nivel artístico para publicar esa canción. Es que yo no había vivido nunca esto en directo; aunque sí que he dado bolos con Joe Crepúsculo, pero en esas ocasiones las máquinas hacen el trabajo… no había vivido esa sensación de varias voces cantando partes diferentes y armonizando la canción, una guitarra creando nuevos espacios sonoros, la batería que ofrece ese pulso sutil… ese momento tan frágil en que todo se puede romper. Ese espíritu de grupo, aunque requiere esfuerzo, es algo que he querido preservar.

¿Cómo has seleccionado a los Crying Cowboys, los músicos que han participado en este disco?

Son gente que, a lo largo de mi carrera me he ido encontrando por el camino; en el disco anterior ya había grabado baterías con Lete Moreno, y percusiones con Juan Sierra, y había buen feeling con ellos. Además, este era un proyecto con una sensibilidad distinta a lo que se suele escuchar, y creo que a ellos también les atraía la idea de tocar otro tipo de sonidos, porque esto no es folk, ni es soul… es algo muy diferente

¿Buscaste de una manera intencionada que fuera un disco que sonara así de variado, o fue así como fueron saliendo las cosas?

Yo no soy nada bueno para calcar géneros. Al final, esto es como todo, y a cada uno le gustan unas cosas… Y en ese sentido, yo planteo unas texturas especiales en las melodías que te van llevando a un sitio ambiguo, pero nada hostil. Los cowboys, como te decía, se prestan a buscar esos sonidos junto a mí, y estoy muy orgulloso del trabajo de Juan Torán en las guitarras, lap steel, y slide, dándole ese rollo tan especial, y de cómo se han trabajado las voces junto a Juan y Joshua. Ha sido un proceso muy bonito.

También es muy curioso ese enfoque cinematográfico que desprenden tus canciones, consecuencia de todos los trabajos previos que has realizado en bandas sonoras…

Sí, me gusta contar historias que creen como una especie de mundo propio, y cuando hago una banda sonora, busco que la música tenga una identidad propia y muy orgánica, algo que solo pueda existir en un sitio determinado que es esa película. Esa idea la traslado a mis composiciones: crear espacios no físicos en los que el oyente pueda sentirse inmerso. Esto también lo pienso cuando imagino dónde se escuchará mi música, ya sea en un bar tranquilo o en un concierto. La música tiene la capacidad de cambiar el ambiente de un lugar, y esa conexión con el público es algo que siempre tengo en mente.

¿Cómo planteáis llevar estos temas al directo?

Me gustaría hacer algo más grande que lo habitual, añadiendo teclados, violines y otros elementos del disco. Sería como una noche de gala. Aunque nunca sabes si un disco conectará con la gente, para los músicos, los conciertos son nuestra recompensa. Sin embargo, las condiciones del mercado no favorecen las bandas ni los conciertos en directo, y este proyecto, al no encajar en los gustos actuales, no tiene cabida en muchos festivales. La mejor forma de transmitirlo es que la gente lo experimente en persona y hable de ello.

Texto: Sergio Iglesias

 

 

 

 

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda