La Gran Esperanza Blanca es un grupo muy particular. Formado en Valencia hace ya casi 40 años, no se prodigan demasiado: en formato LP apenas han publicado cinco discos. Da la sensación de que disfrutan existiendo así, en un discreto pero exquisito segundo plano.
Quizás por lo poco prolíficos que son, cada lanzamiento suyo se disfruta como si fuera la primera vez. Y eso a pesar de que su propuesta no ha cambiado demasiado en estas décadas, todos sabemos ya qué esperar de Cisco Fran y los suyos. A saber, una adaptación al castellano y a la calma mediterránea de los sonidos de raíces norteamericanas, del Country y el Blues al Rock and Roll y el Folk Rock.
Su nuevo trabajo es un EP titulado Vagamundos cuyo título expresa la idea de globalidad, de viaje, de no sentirse atado a un sitio en concreto o, al menos, ser capaz de asimilar y entender al resto de la humanidad. Hablando de música, el concepto persiste: entre esas referencias típicas a los Estados Unidos más polvorientos se cuelan leves ecos de otras latitudes, desde el Tango hasta el Vals. Muy leves, cierto, lo que priman aquí son esos sonidos mencionados, trufados de armónicas, de guitarras que pueden saltar del Jangle Pop al Rock más arenoso.
«La reina de Brooklyn» es un buen ejemplo de ese Jangle Pop que suena evidentemente a los Byrds pero también a uno de sus mejores herederos, R.E.M. Una gran forma de iniciar un disco breve que deja con ganas de más. «Rico de verdad» muestra su faceta más cercana al Country, dentro de ese estilo híbrido que tan bien dominan y tantas grandes canciones con la firma de La Gran Esperanza Blanca nos ha dado. Una de esas canciones de porche y mecedora viendo ponerse el sol que tan necesarias nos son en algunos momentos de nuestras vidas. “Lo tengo todo, no necesito más”, cantan. Eso es exactamente lo que transmite la canción tanto en su letra como en su placidez sonora.
En «No es cuestión de fe» ponen el foco en Argentina, más en la temática que en el sonido, por supuesto. No faltan las menciones a lugares de Buenos Aires y a uno de sus más grandes mitos, Carlos Gardel. Rápidamente saltamos al norte para escuchar una buena muestra de la atracción de Cisco Fran, compositor de todos los temas, hacia Bob Dylan: «Tulsa». La armónica que la abre es inconfundible, así como la cadencia rítmica de la canción. Él mismo lo confiesa: “Si Bobby y Woody nos cantan, nada nos puede ir mal”. Otra gran verdad. «Una senda» cierra el disco con un mensaje de aparentemente optimismo y amor por la vida, retratada aquí como un camino, un viaje. Eso nos devuelve al principio, a ese título que ahora entendemos mejor. Todos somos “vagamundos”. Necesitamos serlo.
Texto: Fidel Oltra