Hace unas semanas teníamos a Jontavious Willis en el Festival de Blues de Cerdanyola (Barcelona), presentando las canciones de su último trabajo, West Georgia Blues. Nacido el 2 de noviembre de 1996, Willis es uno de los jóvenes que está marcando la pauta del nuevo blues, con un respeto reverencial hacia el pasado. Y es que desde temprana edad experimentó la influencia de la música góspel, el blues y el soul. Aunque no tan pronto como otros.
Willis entró en el blues de manera curiosa. No olvidemos que estamos hablando de un tipo de la generación Y, más conocidos habitualmente como Millenials. Pues Willis entró en el blues a través de Youtube. Viendo videos allí, a los catorce años, se topó con la interpretación del «Devil Got My woman» de Skip James y su vida cambió. Tirando del hilo llegó hasta Son House, Charley Patton y Taj Mahal. Así que, de manera autodidacta, aprendió a tocar guitarra, banjo y armónica. En 2017 lanzó su primer disco, Blue Metamorphosis, y en 2019 publicó su segundo trabajo, Spectacular Class, producido por Keb’Mo que volvió loca a la crítica.
Ya había pasado la tontería esa del segundo álbum, pero parece que ahora también hay que esperar a ver si en el tercer disco se confirma lo apuntado en los dos primeros. Tres pepinos justamente debe importarle al grandullón de Greenville (Georgia) con los quince fantásticos originales que nos ha plantado en este West Georgia Blues y donde demuestra que la música negra, con inclinación por el blues y el góspel no tiene secretos para él. Le viene de serie. De raza. Y lo demuestra gritando a los cuatro vientos, solo con el acompañamiento de unas palmas que “mi gente ha estado aquí desde 1823” y declarar que “nosotros cantamos blues para continuar con la tradición”. Y vaya si lo hace. Piensen en cualquier clásico (Son House, Robert Johnson, Blind Willie McTell…) y es fácil que encuentren su influencia en el que no andará muy lejos de ser disco de blues del año.
Eduardo Izquierdo