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Visor Fest (viernes) — Nueva Condomina (Murcia)

 

 

 

The Charlatans

Regreso al Futuro

Este es un festival que no engaña a nadie y va de frente, se le ve venir de kilómetros. Visor Fest arma año tras año un cartel con viejas glorias que giña el ojo a la historia del pop y del rock de los años 80 y 90, cuando la mayoría de sus asistentes eran adolescentes o jóvenes veinteañeros. Lo que podría convertirse en un batiburrillo inclasificable cobra sentido gracias a que la mayoría de las actuaciones dejan un buen sabor de boca. Músicos con muchísimo fuste y kilómetros en sus piernas toman Murcia durante dos días de septiembre y el experimento nostálgico se resuelve eficazmente. Rara vez una leyenda indie se va por la puerta de atrás. Ocurrió el año pasado con Echo & the Bunnymen, pero no es la norma. La receta funciona.

El factor nostálgico que hábilmente explotan provoca que a más de uno se le escape una lagrimita de emoción, como reconocieron desde el propio Visor Fest en sus redes sociales con la actuación inaugural de Sad Lovers and Giants. Pero lo mismo se podría decir de cualquiera de los conciertos del viernes 27.

Camera Obscura

Camera Obscura, por ejemplo, ejemplifican el indie pop retro de la primera década del siglo XXI. Por la megafonía habían sonado los Manic Street Preachers y justo a continuación, a las 21 horas, se plantaron los seis miembros del grupo escocés. Practican un pop soleado y exquisito, pero también con un punto melancólico y retraído («Tears for Affairs») que despegó a partir de su éxito «Lloyd I’m Ready to be Heartbroken». Como novedad en el repertorio, recuperaron «Eighties Fan», que tiene un inicio parecido al «Just Like Honey» de sus paisanos The Jesus and Mary Chain.

En esta edición los organizadores arreglaron un problemón. El 17 de septiembre, a falta de apenas diez días para que arrancase el festival, emitieron un comunicado en el que “por razones totalmente ajenas a la organización” se veían obligados a cambiar el recinto de La Fica por el espacio Nueva Condomina situado junto al estadio de fútbol Enrique Roca. Según informaron, desde el ayuntamiento “recortaban sustancialmente los horarios”, por lo que la programación prevista de conciertos y DJ no se podía desarrollar con normalidad.

El festival tuvo que trabajar contra reloj para acondicionar el nuevo espacio en las afueras de la ciudad —incluido un cómodo césped de hierba artificial—, garantizar el funcionamiento del transporte público para los asistentes y que la calidad del evento no se viera mermada. Una tarea casi titánica que superaron con nota. El sonido del único escenario fue estupendo, las barras servían las consumiciones velozmente y los food trucks de la entrada apenas registraron colas. Quizás se echó de menos una mayor iluminación en la zona de la explanada principal, más espaciosa que la de La Fica.

En la ecléctica jornada del viernes hubo una amistosa pelea de gallos entre el rock gótico de The Mission y el ortodoxo indie británico de The Charlatans. A juzgar por las camisetas negras que se veían en el recinto, el veterano grupo liderado por Wayne Hussey ganó la batalla. Ataviados con sus sombreros, abrieron el show con uno de sus primeros clásicos, «Wasteland», de su álbum Gods Own Medicine (1986). El sonido compacto y envolvente, la imagen, la voz engolada de su cantante… Retrocedimos a la segunda mitad de los 80 y primeros 90, donde The Mission supieron conquistar a públicos muy amplios, alcanzar las listas de éxitos y ser comparados con los U2 de la época. Y Héroes del Silencio encontraron un espejo en el que mirarse.

The Mission

Despacharon buena parte de sus éxitos («Severina» sonó enorme) y hubo un momento extraño cuando Hussey se dirigió al público y dijo: “Si hasta ahora no habéis conocido ninguna canción seguro que esta sí”. Como si The Mission hubieran sido una banda menor, de segunda división. Y de repente cayó una rocosa versión del «Never Let me Down Again» de Depeche Mode. Se despidieron con las guitarras estridentes y una sucesión de “give me, give me” de «Deliverance». Mission cumplida.

Cambio de tercio. Una de la mañana en Murcia, 23 grados. Tim Burgess, que ha hecho un pacto con el diablo y aparenta 10 años menos, sale con ropa holgada, un jersey de rayas y un corte de pelo tazón. Empieza a balancear su cuerpo adelante y hacia atrás, sonríe al público. Suenan los primeros acordes de «Then», uno de los singles del LP de debut de The Charlatans, Some Friendly. Como sucede con la buena música pop, fulminan fronteras temporales y la música perdura en todo su esplendor; sus canciones son frescas y atemporales. La mayoría de los temas que interpretan en directo pertenecen a tres discos concretos: el primero, el homónimo de 1995 y Tellin’ Stories, de 1997, donde terminaron de abrazar el britpop y dejaron atrás el ritmo funky de los sonidos madchester de sus inicios. Más Oasis y menos Happy Mondays.

Ahí destaca con fuerza «One to Another», un himno que está a la altura de cualquier éxito facturado en el Reino Unido en los años 90. Burgess nunca ha tenido una voz prodigiosa, pero canta suave y entona las canciones de memoria, como si llevase la música dentro. Levanta las manos e interactúa con el público. Es un frontman del que te gustaría ser su amigo. Los Charlatans de 2024 suenan robustos y consistentes, como demostraron con una atinada versión de su hit más reconocible, «The Only One I Know». Vuelta a los tiempos de Madchester. El final no podía ser otro que «Sproston Green», donde el grupo se luce y el teclado suena glorioso, elevándose al estrellado cielo murciano.

 

Texto: Jon Pagola

Fotos: Luís Pérez Contreras

 

 

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