Las últimas actuaciones de los granadinos en la capital han venido marcadas por la presentación de sus trabajos conceptuales dedicados a las ciudades bombardeadas de Los Cielos Cabizbajos (Montrgrí 2019) y a Luís Buñuel de El Perro Andaluz (Montrgí 2022). Emocionantes conciertos en los que el repertorio antiguo quedaba reglado a breves espacios y bises.
Había por tanto expectación por conocer el repertorio escogido para celebra el 35º aniversario de la banda. Expectativas cumplidas para un público que abarrotó la sala y que disfrutó de un recorrido por las diferentes etapas que los Lagartija han transitado-experimentado-consolidado a lo largo de su fructífera carrera.
De todo hubo, aunque el ciber-guitarreo sucio y salvaje de sus inicios, con Juan Codorníú y Antonio Arias desaforados, triunfó ante un público más proclive a la exaltación ruidosa y punk de canciones como ¿«Hipnosis»?, «Tan Raro, Tan Extraño, Tan Dificil», «Conmigo crece el caos», «Nueva Harlem»… que a la imbricación flamenca «Ciudad sin sueños» (rescatada del Omega) y popular «La Leyenda De Los Hermanos Quero», que logró alzar algunos puños al alto. «Strumer, Lorca» fue el punto de encuentro entre el desenfreno rock y las raíces eléctricas.
Hubo momentos para las emociones tensas pero contenidas con el colchón de teclados y ambientes de JJ Machuca en primera línea: «Me Gustaría Para Mí (Las Libélulas)», «Bueno días Hisoshima»… treguas para el espíritu en medio del espacial caos eléctrico y rítmico con Erik más potente que nunca, si es que eso es posible. Hubo algunas sorpresas ¡como no! “una oculta canción con mucho rollo” dijo Antonio para presentar «El signo de los tiempos» que aparece en el El Shock de Leia (Recording for the other side 2007) de la que también sonó con espídica «20 versiones»
En el largo bis y entre algunas de los clásicos «Satelite», «Rock And Roll Zine», «Esa Extraña Inercia (Anfetaminia)», recuperaron una vieja verisón de los Electric Prunes “que hace siglos que no tocamos” dijo Antonio «I Had Too Much To Dream Last Night, para acabar acordándose del Val Del Omar (Columbia 1998) con David Fernández a la batería y su entusiasta ‘frontman’ gritando “viva el jevi’… hasta desbocar la furia y gastar las energías que les quedaba con «Meca-Mística» y la gloriosa y emocionantísima «Celeste», tras dos horas de viaje “eternamente en vuelo” por su universal satélite, en el que todavía hay fuego.
Texto: Cancho
Fotos: Juan Fco. Camacho