Hace exactamente 25 años, en octubre de 1989, Blixa Bargeld y Nick Cave dialogaban cual padre e hijo frente al micrófono de los Cardan Studios de São Paulo, Brasil, durante la grabación de «The Wheeping Song», recordado dueto y uno de los temas más icónicos de The Good Son, el sexto álbum de Nick Cave and the Bad Seeds, editado al cabo de pocos meses.
24 de octubre de 2024. Al norte de Barcelona, en un Palau Sant Jordi a medio llenar, se oficia una jubilosa liturgia ante devotos irredentos de las malas semillas. Al sur, en el corazón musical de la ciudad, la sala Apolo congrega a una fervorosa legión de admiradores del derrumbe de edificios nuevos. «Sé que hoy teníais que tomar una difícil decisión», comenta con elegante sorna Bargeld al poco de irrumpir en el escenario seguido de sus compañeros en Einstürzende Neubauten; y añade: «Gracias por haber elegido estar aquí con nosotros». Es su primer concierto en 16 años en una sala barcelonesa, sus anteriores visitas fueron auspiciadas por Primavera Sound, en 2011, 2015 y 2022.
Ante un telón de fondo amarillo chillón y bañada por una intensa iluminación blanca, la formación berlinesa que hizo detonar los ochenta como ninguna otra esculpiendo ese sturm un drang sonoro que se dio a conocer como música industrial, abre la velada encadenando dos cortes de su último trabajo Rampen (apm: alien pop music): la solemne «Pestalozzi», con su ceremonioso discurrir, entre lo distante y lo hipnótico, como si estuviera narrada desde un rincón oscuro de la memoria; e «Ist Ist», sacudida por los latigazos febriles del bajo de Alexander Hacke y desplegándose incómoda, subyugante en sus arrebatos de tensión metalizada, con los percusionistas N. U. Unruh y Rudolph Moser empezando a dialogar con su arsenal de malestar.
Que a continuación encadenen «Wedding» y «Grazer Damm» —esta última con aparición estelar de un carro de la compra como elemento de percusión y con Bargeld dejando caer al suelo varios cuchillos—, dos cortes de su anterior Alles in Allem (2020), fija en nuestra conciencia de espectadores la noción de que la velada de hoy transcurrirá por una senda sinuosa, con ecos de marcha sacra, más que de virulencia sónica. Viraje al rojo, primer viaje al lejano pasado con la envolvente bruma nocturna de «Sabrina», puerta de entrada a esa inmersión en la erótica del silencio que fue, es Silence is Sexy (2000): «I wish this would be your colour / Your colour, I wish…«; tras ella se suceden sus hermanas de vinilo «Die Befindlichkeit des Landes» y «Sonnenbarke», alucinadas letanías que no sonarían igual de inquietantes sin el sutil, quirúrgico trabajo de Jochen Arbeit, su guitarrista desde el 97, y Felix Gebhard, detrás de los teclados en esta gira.
«Hace dos décadas», explica Bargeld para presentar «Trilobiten», «cuando actuamos en la Feria Internacional de Vancouver junto a Youssou N’Dour y un grupo de indios del norte del Canadá, uno de los organizadores me regaló un trilobite y me dijo ‘es de antes de la noción del sexo'». Con una boa de plumas envolviéndole el cuello y los párpados centellando metálicos, el otrora comparsa de un Nick Cave tan cercano esta noche como lejano desde hace dos décadas, introduce «Gesundbrunnen» compartiendo con el entregado público que su hija, nacida hijo, ha cumplido recientemente 16 años; así, resuenan más emotivos si cabe los siguientes versos, que traduzco libremente del alemán:
«… Adelante y atrás, en sombras vagamos
Entre lo posible y lo inalcanzable
Ensayamos lo nuevo
Más allá de los márgenes
Más allá de la biología
Como seres de esencia
Multiplicidad que respira
Sin destino
Donde antes no había puerta
Ahora te abro paso…»
El llanto gospel de «Lament» sirve de antesala a dos tandas de bises: una primera que se abre con ese canto a la resistencia disidente frente a los poderes fácticos que es «Ten Grand Goldie» y se cierra con la reposada «Everything Will Be Fine», desolador retrato de un presente caótico, levemente iluminado por ese halo de esperanza que exuda su estribillo en bucle; la segunda, el desfile al ralentí con su júbilo invertido —»...Ajulellah / Ajulellah…«— de «Susej», nos muestra el camino de regreso al hogar, sabedores de que en esta época donde la música parece siempre estar a nuestro alcance, Einstürzende Neubauten nos muestran que existen universos aún por explorar donde el sonido puede ser alienígena, sí, pero nunca ajeno a la emoción humana.
Texto: Roger Estrada
Fotos: Marina Tomás Roch