Pablo Senator presenta su primera largo: La Mano En El Fuego, un reinicio en su carrera. Con una producción limpia y melodías pop que esconden un álbum cargado de letras emocionales, Pablo muestra una arista diferente de sus inquietudes musicales y un nuevo ritmo. Y es que, como decía Bunbury: Para un hombre de mundo es muy exótico volver a casa.
Te entrevisté hace menos de un año por la despedida de Desakato y te encuentras ahora presentando este primer LP, La Mano En El Fuego, ¿de dónde surge este trabajo?
Este trabajo se empezó a componer en pandemia cuando todavía no se sabía, no habíamos tomado decisión todavía de que Desakato lo íbamos a dejar, y empezaba a jugar con cositas en casa aburrido, con nuevos cacharrillos. Me compré cosas para investigar como máquinas de ritmos. De hecho, llegué a componer cuatro canciones de electrónica que no llegaron a nada, porque eran una puta mierda. Cuando lo escuché con distancia me di cuenta de que no molaban nada, pero sí que empecé a hacer más canciones con medios tiempos, más tranquilas, y dije: Bah, pues esto igual lo voy a sacar de manera paralela a Desakato, era mi intención en principio. Cuando ya decidimos que Desakato iba a parar, pues dije Vamos a esperar a que termine Desakato porque me parecía respetar más a la banda: esperar y ya salir después. Fue un poco por sacar influencias que yo tenía ahí de hace tiempo, y que ya en Desakato iba plasmando de alguna forma, siempre había una canción más en esa onda, pero que en este caso ya era todo sin caretas.
Lo primero que llama la atención es la cantidad de cambios: fichas por una discográfica como Altafonte, cambias de estilo, grabas en tu estudio, pero co-produces el disco con Manuel Cabezalí (Havalina) y Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly), ¿cómo se da esta elección / situación?
A Víctor es una persona que admiro muchísimo, me encanta Rufus desde hace muchísimo tiempo, me encanta su forma de hacer canciones y demás. Con Manuel ya tuve una relación de amistad desde que produjimos el último disco de Desakato juntos y creo que fue él quien me dijo que estaba haciendo cosas con Víctor, en el Mono de Dos Cabezas hacen producciones conjuntas. Me pareció una idea brutal juntar a esos dos genios de la música y hacer un disco con ellos me motivaba la hostia. Y luego tuve la suerte de que, también ellos, por circunstancias, podían girar y se sumaron al carro de estar en el directo conmigo así que, encantado; porque son dos personas a las que admiro mucho como productores, como artistas y como intérpretes. Tocan increíble, el primer bolo que dimos juntos lo vi: magia pura.
El disco tiene un sonido muy contemporáneo, entre otras características, en la producción aparecen instrumentos como los teclados, tiene un sonido más limpio y menos comprimido y para los arreglos se dota de mucho espacio a los mismos, ¿buscabas un resultado así?
Aquí buscábamos mucho que hubiese mucho espacio para cada instrumento. No estar todo el rato dando la “turra” que era lo que hacíamos en Desakato, donde íbamos todos muy a rabo siempre. Y, en este caso, intentamos que cada parte tenga su protagonismo, llevar a la mínima expresión la canción, que funcione por sí misma; en muchas ocasiones la batería y quizás algo que haga la armonía están siempre presentes y, a su vez, se van uniendo pequeños elementos. Para mí es una forma nueva de componer en la que tienen mucho que ver Manuel y Víctor. Entré al trapo fácil y rápido porque me pareció una forma muy interesante de escribir que, con muy poco elementos, todo funcione. Manuel tiene la premisa de que para que suene grande tiene que haber pocas cosas, y creo que es una filosofía muy acertada. Y, en este caso, pasa.
Esas melodías pop cubren unos textos cargados de tristeza. ¿Era un contrapunto con el que querías dotar al LP o vino a raíz de la experimentación que mencionabas anteriormente?
Creo que fue toda esa época que yo vivía. Tuve una ruptura con mi pareja de muchos años, la época en la que se produce la segunda parte del disco ya habíamos tomado la decisión de que Desakato iba a parar, con lo cual, toda esa temática de la ruptura y la nostalgia está ahí. Es una cosa que no puedo ocultar. Al final, cualquiera que escuche el disco se dará cuenta de que hay mucho de mí ahí. Y es como la parte central del LP.
Has pasado de unas letras con una carga social, política… a un álbum con textos más emocionales, vertebrado en las relaciones humanas, ¿necesidad o consecuencia de todo lo hecho atrás?
No, creo que fue un momento que me tocó vivir. No descarto hacer otro disco de pop, pero considero que no está reñido el estilo con las letras. De todas formas, no fue algo que pensase demasiado. Me tocó una época bastante convulsa en todos los aspectos, lo pasé realmente mal en la pandemia, tuve ciertas dificultades para poder salir a flote y, bueno, al final en el disco está todo eso. Luego, también, está el contrapunto de que muchas canciones son muy luminosas, canciones que están en tonalidades mayores, y luego las letras tienen su parte emocional, nostálgica… hay mucha investigación dentro de mí.
«Motorizados» y «La Carne» se abren con patrones de batería similares, llevando el peso de la canción, y ambas con letras que parecen complementarse, ¿fueron el germen de la línea a marcar por este La Mano En El Fuego?
Pues puede ser, porque el orden y todo eso son cosas que, a veces, no le das demasiada importancia, pero pueden ser las dos canciones más antiguas. «Motorizados» seguro que es la primera canción que compuse y «La Carne» puede ser una canción que haga de base para el resto del disco.
Tienes en «Stalingrado» tu corte más disco-funk, ¿necesitabas explorar otros estilos?
Sí. Creo que como escuchaba mucha música con unas referencias así un poco bailongas; había escuchado Jungle, Parcels… y luego tenía ese riff rollo Tame Impala y lo aproveché y dije todo pa’lla, pa’ la batidora… Pero no es algo que vaya a tirar por ahí, es interesante, es una canción no muy representativa, pero simpática.
“He corrido tanto que ahora ya no puedo respirar”, cantas en «Abismos». ¿Has llegado a plantearte dejarlo todo después de tantos años de esfuerzo?
Plantearme dejarlo no. Vivir sin música… para mí sería inconcebible. No porque me dé de comer, que también, es mi sustento, pero creo que la música para mí es tan importante como el amor o la comida. La forma en la que tengo de expresarme es mi música. Las ilusiones que tengo en la vida van siempre orientadas a la música. Es mi hobby porque me encanta e invierto todo el tiempo que puedo en ella. Por lo que creo que es una droga buena que nunca voy a dejar porque me encanta.
Dices en «Serpientes»: “Voy a empezar de cero”, ¿los cambios son personales o es un alegato?
Sí. De hecho, quiero disfrutar del proceso otra vez. Volver a ilusionarme. Recuerdo con mucho cariño la época en la que estábamos buscando tener cierta trascendencia: peleábamos mucho, componíamos, ensayábamos, trabajábamos, comíamos mucha mierda, tocábamos en salas pequeñas con poca gente, pero con muchísimas ganas… Recuerdo eso con mucho cariño y volver ahí me hace motivarme bastante.
Y cierras el disco con el tema, y el verso que titula al mismo, «Volver a casa». ¿Necesitabas parar y reencontrarte?
Puede ser. Sí. Necesitaba parar por ciertas… por muchas cosas. Es verdad que el cansancio, no solo físico, sino emocional, de veinte años de trabajo con Desakato hicieron que sí necesitase volver un poco a casa, no girar tanto, estar tranquilo, recuperar otra vida que no fuese estar todo el rato en la carretera, además de ciertos comportamientos insalubres asociados a la gira.
Por otro lado, se han adelantado 4 sencillos de La Mano En El Fuego, es una apuesta fuerte por el conjunto de canciones, ¿vas con todo? ¿Estáis muy seguros del LP?
Yo sí. Yo siempre voy con todo. Si no tienes esa sensación de estar haciendo algo grande, mejor te quedas en tu puta casa. Hay que ir con todo. La respuesta que vaya a tener, de momento está siendo increíble, pero hay que ver cómo se traduce eso a las salas; cuánta gente realmente quiere verte, va a pagar por verte, pero yo estoy súper ilusionado, me siento súper apoyado, tengo a mis hermanos de Desakato conmigo, el día de la presentación estaban todos y fue súper emotivo. No sé, no tengo ninguna duda de que mi vida es la música y por eso voy con todo. Aunque será la gente la que dé su veredicto.
Y para cerrar esta entrevista, ya se conocen las primeras fechas de la gira, además con banda, ¿qué se puede esperar en estos directos?
Vamos a intentar traducir esa energía latente que hay en el disco, al directo. Creo que ya en el primer bolo que dimos se consiguió que la banda se engrasara rapidísimamente, porque hay mucho espacio también a la improvisación dentro de las canciones y creo que eso hace también que sea un poco mágico, y que tenga ese punto de que cada concierto pueda ser diferente.
Texto: David Vázquez