Encuentros

León Benavente, nueva aventura

En su quinto esfuerzo discográfico, Nueva sinfonía sobre el caos (La Aventura), el experimentado cuarteto se imbuye en un sonido más electrónico, sin por ello perder un ápice de su habitual pegada. Es más. incluso la acentúan, si bien mediante una transformación que les sienta bien. Además, se atreven con la autoedición y se prueban, por primera vez, bajo la tutela de un productor externo, con el que sumar nuevos hits a su repertorio. Están en plenitud. Luis Rodríguez, guitarrista y unas cuantas cosas más de la formación, nos atiende motivado y con ganas de explicarse. No es para menos, a tenor de las excitantes semanas que vienen por delante para los Leones. Nuevo disco, nueva gira (con parada especial el 22 de noviembre en el 24º aniversario de la sala Razzmatazz de Barcelona) y mucho que decir y compartir.

Nueva sinfonía sobre el caos es vuestro disco más electrónico, pero, paradójicamente, en cuanto a carácter, me parece el más rock. ¿Estás de acuerdo?

Totalmente de acuerdo. Desde hace años coqueteamos con ello e incluimos elementos de electrónica en las composiciones y en los shows; pero al final creo que somos un grupo de rock. Y este disco sí que tiene mucho de eso, pero creo que lo que hay detrás, la actitud, como bien dices, es rock, entendido así, como una actitud vigorosa. Sí es cierto que nos gusta mucho cambiar, no quedarnos siempre con la misma fórmula. Sobretodo lo que nos gusta es entretenernos, pasarlo bien. Pero moviéndonos. Cambiando las fórmulas compositivas e instrumentales.

¿Partisteis de ese enfoque electrónico de antemano? ¿O fueron las propias canciones, a medida que se iban desarrollando, las que os acabaron llevando en esa dirección?

A la hora de componer no tienes claro cómo va a ser el disco. Nosotros concebimos el disco como un total. Nunca hemos partido de unos objetivos a alcanzar. Lógicamente, el punto en el que estás define mucho lo que vas a hacer después, pero yo creo que va más con esa cosa de la exploración de la que hablaba. Es cierto que cuando tienes un montón de temas empiezas a vislumbrar cómo se va a configurar el disco y por qué va esta canción y no otra. Pero volviendo a lo de antes, sin ser discos conceptuales, sí que nos gusta que tengan una cierta coherencia. Va más por lo segundo. Con la composición te vas dejando llevar y ves por dónde se perfila el disco, pero no hay un plan.

El disco lo ha producido Martí Perarnau (Mucho, _juno).

 Es la primera vez que contamos con un productor externo. Martí Perarnau, además de ser un gran amigo del alma, es un tío que respetamos mucho, porque nos flipa cómo entiende la música. Cómo entiende la electrónica, cómo entiende el rock. Eso, unido a la relación personal, hizo que la grabación fuera… yo creo que debió ser la primera vez que termino de grabar un disco y me jode haber terminado. Fue muy bonito, muy guay.

Me encanta descubrir que, aunque parezca que lo del enfoque electrónico fuera premeditado, fruto de la preproducción, por aquello de contar con un experto en sintetizadores, programaciones, etcétera, como Martí, ¡no fuera así!

Con el paso del tiempo, y sobre todo respecto al disco anterior, ERA… A ver, va a parecer que me contradigo, pero, sí tratábamos de buscar que los elementos que hubiese fuesen pocos, pero efectivos. Eso nos llevó tiempo pensando en todo ello, pero hace que llegues al momento de la grabación con las cosas muy claras. Es cierto que, después, Martí hizo parte de su magia; pero lo sustancial, el rollo del disco, lo teníamos claro, queriendo que fuese algo sin demasiados elementos.

 Háblanos sobre esa «magia» que aporta Martí…

 Aparte de sus virtudes artísticas, en lo personal es gloria currar con él. Yo lo quiero muchísimo, es una de las personas que más admiro. Es un puto titán. Yo vengo del rock, de la cera, de la tralla, pero Edu (Eduardo Baos, bajo y sintes) y sobretodo Martí, me metieron el puto veneno de los sintes, y ahora tengo siete sintetizadores, dos mil horas de tutoriales… (risas). Todo gracias a Martí. Pero en el fondo da igual, todo es rock. Estuve viendo a Soulwax en directo. ¡El batería era Igor Cavalera de Sepultura! Casi me muero de la emoción, porque yo vengo un poco de ahí. Había mucho sinte, pero era rock.

 Exacto, yo les vi en La Riviera, en Madrid, y es tal cual lo describes.

 Ahí les vi yo, sí. Estuvo muy guay.

 Con este disco estrenáis sello propio, La Aventura. ¿Qué os ha llevado a la autoedición?

 Es otra de las cosas que no habíamos hecho y nos apetecía probar, la autoproducción. Teníamos claro desde el minuto en que formamos el grupo que queríamos controlarlo todo. Pero en este viaje pasamos por una multinacional y por otros sellos. Es la primera vez que nos autoproducimos. Tenemos un equipo detrás, tenemos a Panda Management y contamos con la ayuda de Gozz, sello/colectivo artístico donde está por ejemplo Zahara. Gracias a ellos dijimos, a tomar por culo, vamos a sacarlo nosotros. Estamos contentos, hicimos hasta el logo nosotros mismos.

Lo están haciendo cada vez más bandas.

 Sabemos lo que ocurre cuando estás en una multinacional o algún sello, y ahora nos apetecía hacerlo nosotros. Sabemos cómo se hace y así no tenemos que tener broncas con nadie. Porque esto es lo bonito de tener el control, que tú decides lo que tienes que hacer. Para lo bueno y para lo malo, porque si te metes la hostia, es tú responsabilidad, pero si sale bien la sensación de satisfacción es guay.

 ¿Grabasteis en Galicia por algún motivo en particular?

 Normalmente grabábamos en el pueblo de Edu, en Mozota, Zaragoza, aunque también grabamos un disco en Andoain, en los estudios Gárate, de Kaki Arkarazo. Pero esta vez fue en Galicia por una decisión de cambio de entorno. Fue muy guay estar en el estudio y ver la Islas Cíes delante, con unos atardeceres increíbles. Fue una buena decisión. Además Abraham (Abraham Boba, voz, piano) vive allí.

 Ah claro, además.

 Sí. Somos un gallego, un asturiano, un maño y un murciano.

 Los cuatro de forma inamovible desde el principio.

 No somos como Los Panchos, que es un poco franquicia y van cambiando los miembros. Tenemos claro que el día que falte uno, seguiremos haciendo cosas cada cual, pero no se llamará León Benavente.

 Eso habla muy bien de vosotros y de vuestro sentido de la fraternidad.

 De hecho, antes de León Benavente llevábamos juntos muchos años, tocando con Nacho Vegas, que no se nos olvide. Con Nacho yo tocaba el bajo, Abraham el piano, César era técnico de P.A. y Edu técnico de monitores, aunque con el tiempo también tocó con Nacho. Venimos de ahí. Son mis hermanos, los Leones.

Es la era de la apariencia y el escaparatismo, y metéis mucho el dedo en esa llaga. Esta vez en la canción «El festín», aunque no es novedad para vosotros.

 Todo el tema lírico lo desarrolla Abraham, que es un puto jefe. Pero es cierto lo que dices. Abraham tiene una forma de escribir que a mí me parece flipante. Cuestiona mucho todo lo que te rodea, pero lo hace de una forma interesante. Tenemos una suerte de la hostia teniendo un talento como él en el grupo. Tiene un rollo mordaz, con mala hostia. No porque sea gallego (risas), pero, vamos, hay un punto muy interesante. Él y Nacho Vegas son dos personas que me flipa cómo escriben.

Aunque lo que describe o denuncia es evidente y se entiende el mensaje, no es tan directo, lo hace de forma sugerente y abierta. 

Es lo que mola, que las canciones no sean cerradas y tengan múltiples lecturas. Eso es algo interesante. Por ejemplo, cuando vamos a Méjico, para ellos hay canciones que hablan de cosas súper locales. Y te dices, «hostia, que tampoco somos tan distintos». Haces diez mil kilómetros y ahí está. Es interesante encontrar esa especie de paralelismos a la hora de disfrutar una canción. Es algo que nos flipa.

Otra cosa muy de Abraham Boba y, por ende, muy vuestra, es que apenas usáis la rima. En el grueso del pop es un elemento lírico indispensable. No para vosotros.

Te agradezco esa apreciación, porque es cierto que es algo muy habitual. En el caso de Abraham, en su forma de escribir, la rima es un elemento más, pero no es definitorio ni importante. Lo hace también Jorge Ilegales, que canta, no rima, ¡pero me da igual! Lo importante es otra cosa; el tono, la intensidad… Parece que si no rimas algo no está bien, pero ellos saben hacerlo muy bien, y yo a muerte con ellos (sonríe). Lo importante es la sensación, el mensaje. Lo que te llega. Si me lo creo o no me lo creo.

La temática de «Nada» también la abordaban El Columpio Asesino en su último disco. Parece que tengamos que sentirnos culpables si no somos productivos cada segundo.

Sí, es una llamada a echar el freno de mano. Porque parece que, en el momento en que no estás haciendo algo útil, estás perdiendo el tiempo, cuando como diría Fernando Fernán-Gómez «soy una persona perfectamente capacitada para no hacer absolutamente nada». Vivimos en un entorno social que te pincha para que, si no estás haciendo nada, sientas que eso está mal. Y no, no, no. Esto es un canto al frenar y al tocarte las bolas, con perdón.  Como sociedad vamos muy rápido y parece que todo tiene que ser perfecto, efectivo, con resultados… Hay gente que vuelve de vacaciones y necesita vacaciones de sus vacaciones, porque quería hacer tantas cosas que no ha descansado. ¡Hay que parar! No hacer nada es maravilloso.

 Comentabais que «La aventura», la canción, os parece vuestra mejor canción. ¿Por qué?

 Yo creo que va más por una cuestión de sensaciones. Ya cuando teníamos una especie de pre-maqueta, vimos que ahí había algo. Yo creo que fue más una cuestión de la sensación que dejaba la canción. No podríamos analizar la fórmula de cómo se hace una canción que nos parezca la mejor, pero creo que la canción tiene algo que llega rápidamente. Es la canción favorita de toda mi familia y yo ya sabía que iba a ser así. Es una canción muy pop en la que pasan cosas, a modo de sensaciones. Un día estábamos grabando, apareció Iván Ferreiro, que solía pasarse por el estudio, y grabó espontáneamente una parte de la canción. Al terminar, salimos súper emocionados del estudio y había un arco iris sobre el mar, con las Cíes de fondo. Fue increíble. Esta canción tiene algo muy guay.

 Claro, y si encima tiene ese contexto tan bucólico que se añade a la propia canción, cobra una dimensión que va más allá de la propia música.

Sí, pero como te decía, la canción ya nos había mandado algún mensaje que nos hizo pensar que, «hostia, tenemos algo bueno aquí, ojo, vamos a hacerlo bien». Eso se nota rápido al empezar a componer. Pero bueno, es nuestra mejor canción… hasta el momento. Tenemos pensado hacer muchas más, mejores (risas).

Esa actitud no puede faltar…

Sí, una cosa buena que tenemos como banda es que no perdemos la ilusión por hacer nuestro curro. Aunque tampoco lo vemos como un curro, sino como un disfrute. Sería muy triste llegar a una especie de monotonía e inercia. Aunque no sea el caso, seguimos sintiéndonos como una banda que está empezando. Mantenemos esa ilusión.

Texto: Daniel González
Fotos: Noemí Elías Bascuñana

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