Encuentros

Aaron Frazer, un asunto de familia

Aaron Frazer vuelve a tocar fibra. Tras su aplaudido debut con el que, sin duda, fue uno de los grandes álbumes de soul facturados en 2021, el cantante, compositor y baterista —de Durand Jones & The Indicators— vuelve a deshornar un nuevo álbum en solitario. “Into the blue” tiene claras las coordenadas, una base de Soul clásico sobre las que el artista despliega lenguajes y léxicos bien hilados e integrados en un mundo privado intenso y emocionante en el que participan amigos de todo el mundo –este, advierte Aaron, es un asunto de familia–, y que nos recuerda la grandeza y atemporalidad de la buena Música del Alma.

Empecemos por el principio. ¿Cuáles son tus recuerdos musicales de infancia? ¿Qué te hizo enamorarte de la idea de ser músico?

Tengo recuerdos muy tempranos del “Tapestry” de Carole King, que es el disco favorito de mi madre y sonaba mucho en casa. También, cuando mi hermano y yo íbamos en coche con mi padre, nos ponía un montón de cintas de Rock clásico y nos contaba cosas sobre los grupos y las canciones. A veces nos hacía preguntas en plan Trivial a mi hermano y a mí, y nos daba un dólar si sabíamos responderlas. Cosas como «¿qué quiere decir el nombre de la banda Three Dog Night?».

¡Anda! ¿Y qué significa?

 La gente solía medir el frío de la noche en función del número de perros con los que dormían en la cama para mantener el calor. ¡Una «noche de tres perros» era una noche muy fría!

Tú creciste en Baltimore, que tuvo una impresionante escena Soul en los años 60 a través de los estudios de grabación de Lou Mills, sellos como Ro-Jac, Dontee o Marti. Al mismo tiempo, la ciudad albergaba muchas escenas musicales interesantes, desde el hard Rock hasta el indie pop. Supongo que la banda sonora de tu adolescencia era una mezcla entre lo nuevo y lo viejo.

¡Es cierto! Baltimore fue la cuna de un montón de Soul y Gospel en los 60 y 70. Y sí, la banda sonora de mi adolescencia era muy ecléctica, y lo sigue siendo. Mis padres me habían inculcado el amor por el Rock clásico. Y, a partir de los 9 años, empecé a tomar clases de batería, que se centraban en el R&R. Pero por aquella época también empecé a enamorarme del Hip Hop, y cuando llegué al instituto empecé a crear mis propios ritmos instrumentales.

Empecé a ir a Goodwills y al Ejército de Salvación en busca de material para samplear. Y ese proceso de rebuscar entre contenedores de discos me llevó no sólo al Soul y al Jazz, sino también al Blues acústico y al Folk y Gospel. En aquella época, Baltimore también era conocida por un estilo muy particular de música de club que ahora mucha gente conoce como Jersey Club, pero que se originó en Baltimore. Así que también empecé a hacer este tipo de música, incorporando a menudo samples de Soul.

Otros grandes amores en mis días de instituto eran The Roots, porque combinaban Hip Hop, Jazz e instrumentación en directo, y The Black Keys. No intenté cantar hasta que me saqué el carné de conducir y pude estar solo en el coche. ¡Y gran parte de lo que cantaba eran discos de Black Keys!

Foto: Rosie Cohe

Háblame de tu relación con el guitarrista Blake Rhein.

Nos conocimos el primer día de universidad, éramos compañeros de clase y estudiábamos ingeniería de sonido en la Universidad de Indiana. A Blake y a mí nos unían nuestros gustos musicales eclécticos: nos encantaba el Punk blues de grupos como The White Stripes y John Spencer’s Blues Explosion, pero también nos encantaba “Donuts”, de J Dilla, así como todas las pistas de Soul que aparecían en ese álbum.

Arrancamos una banda inspirada en The White Stripes y Black Keys, pero teníamos el deseo de grabar material de Soul clásico. El problema era que no conocíamos a ningún cantante que diera la talla… hasta que cruzamos nuestros caminos con Durand.

¿Cómo os conocisteis?

Durand conoció a Blake a través de un grupo de estudiantes que ensayaban temas clásicos de Soul. Cuando Blake le oyó cantar, enseguida sugirió que nos reuniéramos para intentar escribir algo. El primer día que quedamos los tres escribimos «Giving up», que aparecería en nuestro primer disco. La química fue instantánea y así arrancaron Durand Jones and the Indications.

¡Seguro que debíais ser  la única banda de Soul de la zona!

Pues en realidad había otra banda de Soul llamada The Main Squeeze, pero estaba más inspirada en las jam bands, un poco menos arraigada en los sonidos de la vieja escuela. Así que, por lo que yo sé, sí fuimos la primera banda de Soul clásico de Bloomington desde los 80.

2021 fue un año muy especial. La banda tuvo un gran éxito con el tercer álbum, que sonaba ligeramente más setentero que sus predecesores. Por otro lado, tu disco de debut en solitario vio la luz y fue un éxito instantáneo. Cuéntame un poco cómo viviste aquel momento.

Fue un año muy loco. Además del disco de los Indications y el mío en solitario, toqué la batería en el disco “Stand for myself”, de Yola. Así que, pese al estrés que arrastraba de la pandemia y de la política estadounidense, fue un momento muy emocionante, viendo toda aquella gente escuchando mi música…

Mientras Durand hacía un álbum en solitario el año pasado, explorando una faceta más personal y poética, tú vuelves ahora con tu segundo disco. ¿Qué ha pasado durante estos últimos tres años?

Gran parte la hemos dedicado a la gira del tercer disco de los Indications. Ha sido una temporada muy intensa, en los que hemos visto mucho mundo y nos hemos divertido, pero también ha sido difícil mantener nuestra salud física y mental. Intentar escribir música en medio de esa vorágine no es lo ideal, así que me di un respiro para componer el nuevo material que ahora sale en el disco.

«Into the Blue» muestra, una vez más, tu gusto por evolucionar manteniéndote fiel a las esencias y raíces del Soul clásico. Cuénteme un poco cómo nacieron esas canciones.

Surgieron de un montón de grandes cambios vitales que sucedieron a la vez. Mi relación de cinco años llegó a su fin y acabé mudándome solo de Nueva York a Los Ángeles, mientras los Indications se tomaban un año de descanso tras la locura de 2022. Así que nueva ciudad, sin relación a largo plazo, sin banda. Nueva York es un lugar intenso y solitario, y creo que esa sensación de tristeza y soledad, mezclada con una sensación de resolución, de irme a un sitio nuevo, me hizo pensar en los vaqueros del Viejo Oeste. Solos, adentrándose en lo desconocido con una sensación de soledad, pero también de emoción ante mil y una posibilidades.

El Hip Hop y las bandas sonoras de Spaghetti Western son la línea conductora en este disco, porque ambos estilos incorporan a su vez muchas otras influencias y me permiten moverme con facilidad entre géneros, manteniendo un sonido cohesionado. He producido este álbum en colaboración con un productor de Hip Hop llamado Alex Goose, y he escrito canciones con muchos de mis amigos de todo el mundo, como Lydia Kitto y Joshua Lloyd de Jungle, Nick Waterhouse, Cold Diamond & Mink de Timmion Records, Dan Auerbach y muchos otros. Para mí es un verdadero asunto de familia. Este álbum es mi sonido, pero también el sonido de mi gente. Animo a todo el mundo a que lo escuche de principio a fin. Muchas de mis canciones favoritas no son singles, así que merece la pena adentrarse en las dos caras.

Tengo planeada una gira increíble por Estados Unidos y Europa en septiembre y octubre, en la que estoy deseoso de dar vida a estas canciones sobre el escenario.

Texto: Alberto Valle

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