Y nos desplazamos a Zaragoza para ver el concierto de Watermelon Slim y Heavy Drunk. Importante el orden, ya que el peso del mismo lo llevó más el primero que el segundo. Curiosamente, en su disco conjunto, es justo a la inversa. Juntos han grabado un álbum disponible en el concierto en caseras copias en vinilo, en el que Heavy Drunk es el protagonista y firmante, y Slim aparece como colaborador en un poco menos de la mitad de los temas. Uno de ellos, por cierto, ya corre por ahí como sencillo, «Watermelon Girl». Aunque vayamos al concierto en sí.
Apareció primero el hombre sandía, que con su habitual verborrea, con el detalle de intentar utilizar el castellano constantemente, nos introdujo en su particular mundo con la banda de Heavy Drunk, y este mismo, sirviendo de apoyo a sus canciones. Tardaron en llegar las del de Nashville. Rob Robinson, el hombre tras el personaje, dejó que Watermelon hiciera honor a su leyenda y fue entregándonos solo pinceladas de su música. Utilizando su móvil como traductor, donde llevaba escritas las introducciones de todos los temas, el blues flotante en la siempre acogedora Rock & Blues, subía de octanaje con sus canciones, perfectamente apoyadas por la harmónica o la slide de Slim, según se terciara. Dos apabullantes horas de blues rock que nos transportaron tanto a Clarksdale como a Chicago, mostrándose todos los músicos versátiles y engrasados.
Acabó Slim con un góspel a capela y Heavy Drunk haciéndole los coros en una última canción que tuvo sabor a despedida definitiva de nuestros escenarios. No había más que charlar con él, siempre agradecido y afable tras el concierto para confirmar las sensaciones, “quiero irme a mi casa con mi perro”, mientras afirmaba que difícilmente volverá a salir de su país. Genio y figura.
Eduardo Izquierdo
