Coincidir en un evento con el mismo “outfit” que otra persona, es sin duda un momento tenso, desagradable y un síntoma de la poca personalidad que el ser humano muchas veces tiene consigo mismo. Pero esa situación, no aplica en un show de The Misssion (esto se puede extrapolar a un buen puñado de otras bandas), ya que sus fieles necesitan vestir los colores de su equipo como si de un partido de futbol se tratara, y, es más, se esfuerzan por demostrar la tenencia y demostración de elementos clásicos de la banda.
Aunque esos mismos seguidores que hace poco más de un año llenaron la sala donde se desarrollaría este D-Tour 2024, en esta ocasión no respondieron de la misma forma, pero esto no impidió que la banda de Leeds se sintiera muy cómoda, recibió el calor de su público, interactuó y bromeo con ellos, o Wayne dejara caer comentarios sarcásticos a la inglesa, como cuando hizo referencia a que la verdadera actitud rockera es tomarse un té caliente para la voz, o jugueteara con un osito de peluche con una camiseta del Liverpool FC. Eso sí, por otro lado, Simón no tenía problema en dar buena cuenta de unas cervezas, y Craig de una botella de vino tinto.
Conscientes de buscar un elemento diferencial, en esta ocasión el show diseñado, estuvo claramente enfocado al fan más fiel o entendido, depende como se mire, ya que éste no cayó en una repetición de todos sus temas más conocidos. En este caso, el equilibrio buscado fue muy acertado, ya que profundizó en su discografía, visito sus influencias en forma de temas de otros artistas (Neil Young y Depeche Mode), y lo equilibró con elementos imprescindibles.
Con lluvia de confeti inicial incluida, y tras despachar “Wasteland” y “Beyond The Pale”, la estructura del setlist con el permiso de sus dos primeras obras, se nutrió con cuatro visitas al último álbum de la formación original “Carved In Sand (1990)”, y tres a “Neverland (1995)”, o lo que es lo mismo, el “Acthung Baby” personal de Wayne, y que en directo funcionó a la perfección con interpretaciones más orgánicas de por ejemplo “Swoon” o “Raising Cain”.
Pero no todo fue nostalgia, y entre las pocas pinceladas actuales expuestas, pudimos comprobar como mantienen el nivel con un tema nuevo, la guitarrera “Kidness is a Weapon” o la oscuridad de “Swan Song”, que sirvió para cerrar el primero de los bises generando el punto de tensión y dramatismo necesario para volver con “Butterfly on a Wheel”. Esto significa la cara opuesta, y que representa su acercamiento al mainstream, dentro de un concepto de pop bohemio, y que representa un clásico altamente reconocible, por cierto, siempre he pensado que la introducción de ese tema es hermana del “Hysteria” de Def Leppard, imagino que son cosas mías, pero os animo a buscar la comparativa.
Tras una revisión directa y rockista de “Never Let Me Down Again”, el ya clásico final con la emotiva “Tower Of Strengh”, completó un show que dejó alanamente satisfechas a todas la partes. Eso sí, a la misma vez se abre la sensación de que la banda, a pesar de mantener una excelente forma compositiva, ya ha alcanzado la cima de su segunda juventud, y, ha iniciado el descenso hacia una zona donde el disfrute ya será para minorías más específicas.
Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Sonia Eireos Gallarín