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The Magnetic Fields – Paral.lel 62 (Barcelona)

Poliédrico, emotivo, expansivo y maravillosamente excesivo, «69 Love Songs» siempre fue un disco único e irrepetible. Una auténtica epopeya pop en la que Stephin Merritt nos muestra desde una mirada, a ratos cínica y un punto desencantada y en otros momentos apasionada, vibrante y sensible las distintas caras del amor. Un verdadero catálogo de conmovedoras y agridulces canciones de amor que abarca desde baladas tiernas hasta ingeniosas canciones folk, vibrantes cortes teñidos de blues o extrañas piezas experimentales, que nos muestran lo ámplia y certera que puede llegar a ser la inspiración de un artista en la cima de su creatividad.

Ahora que se cumplen 25 años de la publicación de este triple disco es un buen momento para mirar hacia atrás y reflexionar acerca de lo mucho que ha cambiado el mundo. En la era de la inmediatez y la fragmentación de la obra musical hasta extremos ridículos —hay sujetos de esta generación Tik-Tok que no soportan focalizar su atención en nada que dure más allá de 40 segundos— es reconfortante afrontar una obra de esta magnitud y dedicarle tres largas horas al goce y disfrute, a las idas y venidas y a los claros y oscuros que nos plantea en forma de viaje homérico este bardo posmoderno que nos lleva al meollo del concepto del amor.

Con motivo de tan feliz efeméride la banda visitó Barcelona para interpretar la obra íntegra en dos pases que nos hicieron sentir afortunados de vivir un acontecimiento que probablemente no se vuelva a repetir -Merritt nos citaba de modo irónico hasta dentro de 25 años-. De la banda original faltaban John Woo, el fallecido LD Beghtol, la gran Claudia Gonson, Daniel Handler y Dudley Klute, pero lo supieron suplir a las mil maravillas una pletórica Shirley Simms a las voces y el ukelele, Sam Devol al chelo, un empático Anthony Kaczynski a las voces y guitarra acústica, y un hierático Chris Ewen a los teclados. El carisma socarrón y un poco descuidado de Stephin Merritt comandaron dos noches llenas de melodías y momentos que quedan ya en nuestra memoria para siempre.

El repaso del disco se repartió de manera cuasi simétrica entre las dos noches: 35 canciones el primer día y 34 al día siguiente. Nuestro crooner de salón nos mostraba que pese a que el paso de los años ha hecho estragos en su físico conserva intacta su profunda e inconfundible voz.  Lucía el primer día una camiseta de The Residents y otra de Kraftwerk en el segundo y siempre sentado y dando sorbos a menudo a una taza que contenía un brebaje misterioso  fue desgranando entre bromas y comentarios ingeniosos un repertorio exento de sorpresas y excelso al mismo tiempo. Desde el momento en que “Absolutely Cuckoo” rompía el hielo, un intenso sentimiento de comunión se apoderaba de los asistentes que coreaban con fuerza la mayoría de los himnos que les acompañaron las dos últimas décadas y media.

A imagen y semejanza que en el disco, en las dos sesiones hubo momentos de exaltación y jolgorio, de risas sarcásticas, de tonadas taberneras, de amores ficticios, de recuerdos para musas como la gran Billie Holiday, de experimentación y distorsión, de bromas tontorronas, de pasajes fantasmagóricos, de amor visceral… En definitiva, en los dos días consecutivos en que pudimos abrazar a Merritt y compañía pudimos volver a sentir que es posible describir la naturaleza del amor y de la condición humana en 69 gloriosas canciones que nos van a acompañar de por vida.

Texto: Rubén García Torras
Fotos: Sergi Fornols

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