Si existe una banda anacrónica por completo, esa es The Gories. El trío de Detroit ha comenzado su flamante gira por España en una abarrotada Sala El Sol que ha disfrutado de lo lindo con la austera y primitiva música del grupo americano. Antes, los neoyorquinos Daddy Long Legs abrían el apetito con su enérgico directo, similar al que pude presenciar hace no muchos años en la Fun House.
Son muchos los que siempre han achacado esa rusticidad tan característica de los Gories al motivo por el que no llegaron a triunfar nunca de manera comercial. El motivo por el que no fueron los White Stripes antes de que los Whites Stripes los alabaran. Sin embargo, en los tiempos que corren puede catalogarse de revolucionario presenciar el concierto de una banda donde la ausencia de bajo y la simplicidad de la batería, donde tan solo dos toms conforman el set, son la seña de identidad. Da igual la calidad, lo importante es transmitir.
Bien es cierto que no ha sido el bolo más enérgico de los Gories, donde por momentos parecía que capaban un sonido ya de por sí primario. Aún con esto, ha dado gusto ver a un público entregado a ese sentimiento tan animal que es el mover el esqueleto, sin importar todo lo demás.
The Gories llegó, tocó y venció en una noche que no será recordada por muchos, pero que tampoco podremos obviar, pues el fin de este tipo de eventos es el de disfrutar sin buscar un motivo aparente. Si el estilo nace de las limitaciones, aquí estamos ante un grupo que desfilaría en todas las pasarelas. Siempre desde los márgenes, el conjunto comandado por Danny Kroha sigue sonando de manera auténtica y cercana. Y eso, en tiempos de aparentar más que de ser, es un tesoro de valor incalculable.
Borja Morais