Viernes 27/09/24
Dos cosas quedaron patentes tras la exhibición de Steve Rothery en la primera de sus dos noches en Barcelona. Una, y por si cabía la más mínima duda, que es uno de los últimos grandes guitarristas de la época clásica. Discípulo de los maestros y maestro a su vez. Y dos, que el hambre que hay por el repertorio Fish de Marillion es feroz. Siempre limitadísimo, regalado en cuentagotas desde que Hogarth entró de reemplazo (lógico, hasta cierto punto), las canciones de aquella primera época apenas han podido ser degustadas en directo por los fans. Por eso la propuesta de Neverland, promotora de referencia, al traer a una figura icónica como la de Rothery interpretando material de aquellos discos, fue capaz de (casi) llenar dos noches consecutivas la sala del Poble Nou.
Una primera noche, la del viernes, que comenzó con «Morpheus» y «Old Man Of The Sea», dos magníficos instrumentales de The Ghosts Of Pripyat, su disco en solitario de 2014. Una intro progresivamente intensa tras la cual llegaba la primera de las dos ofrendas anunciadas: la cara A de Misplaced Childhood, desde «Pseudo Silk Kimono» hasta «Heart of Lothian», en la que el público se hartó de jalear, corear y dejarse la garganta en versos aprendidos de memoria mil años atrás. Gran trabajo, por cierto, de Martin Jakubski, cantante de la banda tributo StillMarillion, recreando -sin imitar- las notas, inflexiones y detalles de cada una de esas canciones imperecederas.
Una primera parte tras la que vendría una meseta de temas de la época Hogarth, con especial atención a Holidays in Eden (1991) que, para mi gusto y aunque con muy buenos momentos, alargó en exceso. Todo se perdona, no obstante, cuando se escucha el inicio de «Hotel Hobbies», segunda tanda de nostalgia con la cara A de Clutching At Straws, que alcanzó la perfección en el engarce de «Warm Wet Circles» con «That Time Of The Night», dos de las últimas perlas antes de que todo se fuera a pique en la primera formación. Y ya para los bises, otro par de delicatessen de las que te dejan recordando por qué te hiciste fan de esa gente, por qué lo has seguido siendo hasta ahora y por qué, sobre todo, ese tipo rechoncho sobre el escenario que saca de su guitarra tanta magia, tiene más derecho que nadie a recuperarlas y regalarlas al público: «Cinderella Search», cara B del single de «Assasing», y un «Forgotten Sons» épico, dramático y desmelenado, fin de fiesta inmejorable para una ceremonia que tuvo buena parte, para más de uno, de cuenta saldada. De por fin, de ya era hora. De nunca será lo mismo que fue en aquel entonces, vale, pero seguro que es lo más parecido que podrás escuchar nunca.
Texto: Eloy Pérez
Fotos: Marina Tomás
Sábado 28/09/24
Steve Rothery ya había tocado en Barcelona diez años antes (en la sala Music Hall), pero aunque la mitad del repertorio consistió en clásicos de Marillion (el resto, material suyo en solitario), el público necesitaba claramente más. Y el hambre de la primera época del grupo, con el carismático Fish al frente, quedó plenamente saciada con este doble concierto actual. Tras la interpretación el viernes de la primera mitad de los discos Misplaced Childhood (1985) y Clutching at Straws (1987), este sábado tocaba la segunda mitad. Eso sí, con algunas sorpresas extra.
Arrancaron con dos temas instrumentales de Rothery, «Morpheus» (con una guitarra muy David Gilmour) y «Summer’s End» (más en la vena de Mark Knopfler), aunque la reacción fue bastante tibia porque, a pesar de lo interesante de la propuesta, la gente iba a lo que iba. A continuación, y contra todo pronóstico, no atacaron con una de esas segundas caras de los discos antes mencionados, sino que tocaron la fibra del respetable con el magnífico (y melodramático) tema que da título al primer largo de Marillion, Script for a Jester’s Tear (1983). Luego sí se enfrentaron a la segunda parte de Misplaced Childhood, con «Mylo», «Childhood’s End?» y «White Feather» como momentos estelares.
Se esperaba entonces la segunda mitad de Clutching, pero no: se descolgaron con la fantástica «The King of Sunset Town», uno de los mejores temas de la etapa con Steve Hogarth como cantante. Y le siguieron dos canciones también grabadas con Hogarth y que en vivo ganan enteros, los singles «Cover My Eyes» y «Hooks in You». Luego, la esperada segunda mitad de Clutching (para el abajo firmante, quizás el disco más logrado de la etapa Fish), que incluye una de las perlas de toda la discografía del grupo, «Sugar Mice», y que supuso otro de los grandes momentos de la velada.
Rothery estuvo sobresaliente, presentando algunos temas con fino sentido del humor, y comentando por ejemplo que Misplaced Childhood ha sido el disco más vendido de Marillion, pero también el más barato de grabar, y que las sesiones tuvieron lugar en los estudios Hansa (al ladito del Muro de Berlín), con mucha fiesta y desmesura. Acompañando a Steve estaba el cantante Martin Jakubski (a quien presentó con sorna como el hermano pequeño de William Shatner, el capitán Kirk de Star Trek), el cual estuvo a la altura de las voces tanto de Fish como de Hogarth. Incluso al final de «The Last Straw» se despachó con unos agudos dignos del mejor Ian Gillan. La base rítmica, formada por Leon Parr a la batería y Yatim Halimi al bajo y pedales de bajo, cumplió. Pero quizás se ajustaron demasiado al guion, tocando casi exactamente igual que en los discos. Aunque seguramente eso es lo que esperaba el público: fidelidad máxima a las versiones originales para garantizar un viaje nostálgico en toda regla.
Como segundo guitarrista, Rothery llevaba a David Foster, del que personalmente esperaba más, ya que su paso por la banda Big Big Train fue bastante interesante, con algunas guitarras de corte genesiano. Pero aquí se limitó básicamente a riffs afilados de fondo, y en ocasiones ni eso, ya que se iba del escenario. Pero claro, Rothery es mucho Rothery y se basta y se sobra a sí mismo. Y ocupando la plaza de teclista (y ocasional corista), el simpático Riccardo Romano, que se lo pasó en grande, animando al público en muchas ocasiones.
Tras las últimas notas de Clutching, el grupo se marchó brevemente, regresando para un par de suculentos bises extraídos de Fugazi (1984): «Incubus» y la pieza que da título al disco (una de las mejores de la época Fish). No se me ocurre mejor manera de terminar el concierto, con un público totalmente entregado. Como nota personal, añadir que quienes tuvimos el privilegio de ver a Marillion en junio de 1985 en Barcelona, escuchamos entonces en vivo la primera mitad de Misplaced Childhood (el disco tardaría unos días en publicarse). Y ahora que Rothery había vuelto para ofrecernos la segunda mitad pendiente, parecía una bonita manera de cerrar el círculo casi 40 años después.
Texto: Jordi Planas
Fotos: Marina Tomás