No fue ninguna casualidad que, desde el primer acorde de la velada programada, el frenesí de los asistentes subiera a lo más alto. Los argentinos Pyramides (cuarteto afincado en Barcelona hace dos años) reafirmaron su credibilidad (Wire y Golpes Bajos como básicos referentes) con un show energético, sin fisuras que les impulsa a tener un largo recorrido.
Liderados por los hermanos Romeo (Alonso y Facundo) mostraron facultades adquiridas a través de mil escuchas que hicieron mella en su alma. A no ser que los conciertos sean protagonizados por sus forjadores (van quedando pocos), no pueden ignorar épocas vividas. En esta ocasión viajamos a los 80 sin pudor. Cuando el recuerdo es grato y convincente, nos quita algunas arrugas y consigue que los noveles escudriñen en el pasado. Un buen ejercicio nada nostálgico. En la despedida, les prometí seguirlos con anhelo (pronto grabarán). Intentaré no defraudarles.
Denominarse Fin del Mundo no parece un buen augurio, o sí, depende del estado de ánimo. En este caso responde al origen de parte del cuarteto: unas procedentes de la Patagonia y otras de Buenos Aires.
Lucía Masnatta (guitarra y voz), Julieta Heredia (guitarra), Yanina Silva (bajista) y la eminente Julieta Limia (baterista), volvían a visitarnos después de un contundente sold out, no se repitió, pero el aspecto de la sala fue magnífico. No era sencillo por las fechas que corren.
Nos presentaron su primer larga duración titulado “Todo va hacia el mar” (Spinda Records, 2023), compendio de sus dos primeros EP, al que añadieron el ultimo sencillo (“Una temporada en el invierno” y “Vivimos lejos”, homenaje a los emigrantes y abrazo a los que vinieron a verlas) y alguna pieza más que aparecerá el 18 de octubre (estén atentos). En definitiva, pudimos escuchar todas sus canciones; no son muchas, aunque el legado no parece efímero.
Las opciones sonoras se alejan del habitual espíritu rockero (con perdón) argentino. Ellas han decidido apostar por el indie, el math, el midwest emo o el shoegaze (aunque no miran mucho al suelo); al menos eso dicen los “entendidos”. Porqué, en el fondo, lo que ejecutan (a las mil maravillas), no deja de ser una continuación de la new wave, encabezada por aquellos tremendos riffs que acometía Johnny Marr en The Smiths (“Vendrá la calma”). Permítanme obviar estas fórmulas de insólito cuño y nombrarlas como música flotante, no confundir con la acuática de Häendel.
Si no fuera por algún tema como “El próximo verano” (ellas añoran el calor y nosotros estamos hirviendo), los incondicionales no podrían canturrear los estribillos. El máximo valor de El Fin del Mundo, consiste en llevarnos por el sinuoso, y excelentemente ejecutado, universo canoro que transita tanto por el medio tiempo ensoñador como por las estridencias retumbantes, aunque nunca fuera de sitio.
Sin descuidar las líricas de Masnatta, es evidente que el propósito de esta singular formación reside en controlar pedales y ofrecer una hermosa musicalidad que si ya es rara en estos parajes, imagínense dónde la tierra se acaba.
Fin del Mundo y Pyramides ofrecieron un espectáculo con cierta morriña, pero ávido de seguir caminando hacia un futuro lleno de luces.
Texto: Barracuda
Fotos: Lucho Acevedo
SET LIST
- Hacia los bosques
- Cuando todo termine
- Las flores
- La distancia
- Una temporada en el invierno
- El dia de las flores
- El próximo verano
- Desvelo
- Devenir paisaje
- Vendrá la calma
- Refugio
- Vivimos lejos
- El fin del mundo
- La noche
- El incendio