Haber tocado a las órdenes de Wynton Marsalis, Jon Batiste y Dee Dee Bridgewater, haber compuesto para la orquesta del Lincoln Center y haberse formado en la prestigiosa escuela Juilliard de New York… son credenciales suficientes para formar un currículo impresionante. Además, viste muy bien en las octavillas informativas. Pero nada de eso sirve si no defiendes tu propuesta con solvencia, musicalmente hablando. Pues bien, Endea lo tiene todo. La de Detroit lidera como una capo, tiene el carisma de l@s grandes, compone para estar en la liga de l@s Kamasi Washington y Lakecia Benjamin de este mundo y es muy buena en su propio instrumento, el contrabajo.
Podría decirse que su jazz arrastra a la gran mayoría de campos que pueblan ese enorme estado, desde lo más tradicional, lo más cool a lo moderno o el simple jazz vocal. Pero su gracia reside en cómo dirige el concierto, cómo lidera las improvisaciones y la particularidad de unas canciones propias que son memorables. Escuchen su disco Feel Good Music y entenderán de lo que hablo. Por cierto, me niego a entender que un disco como ese no conozca edición física. ¿Nos hemos vuelto locos? ¡¡Feel Good Music necesita de existir en vinilo o cd!!
Volviendo a su fuerza como líder, si tienes a un batería como Lee Pearson, que debe ser de lo más espectacular que hay tras ese instrumento en la actualidad, y una cantante con los recursos y carisma de Shenel Johns, y diriges con esa maestría sin rubor es que has nacido con estrella y tienes un don divino. Era muy entretenido apreciar los gestos de Endea a cada «nuevo» cambio de compás, marcando finales y viendo sus miradas de tipa «dura» cuando algo no iba en la dirección que ella deseaba. Ahh, y ese final estilo coral, con la fiesta desatada y haciendo partícipe al público. De lo más serio a lo más divino. Fue una hora y media en el paraíso. Deseando volver a verla.
Texto: Sergio Martos
Fotos: Alberto Belmonte
