Ya no son unos chavales, pero no solo mantienen la energía y la rabia, sino también la capacidad de evolucionar desde un power pop casi de manual hasta una muy personal y actual visión del pop como estilo omnívoro que se alimenta de referencias más allá de la música. Óscar Sabín , Óscar Quant para casi todo el mundo, y Alberto Amigo se han estabilizado como dúo y acaban de autoeditarse Aburrirse es de idiotas, una colección de canciones contagiosas y al tiempo muy críticas con el mundo que nos rodea, con una estupidez que las redes sociales parecen haber multiplicado exponencialmente. También preocupadas por el paso del tiempo y su efecto sobre el amor por una música que se presume juvenil, un efecto que, a juzgar por los resultados, no ha hecho mella ni en su pasión ni en su inspiración.
Aunque quizá sea la etiqueta que os puede identificar ante un público que os conozca de pasada, en los discos de Quant el power pop es cada vez más un medio, no un fin, un ingrediente entre muchos otros. Hay muchas referencias instrumentales y estilísticas que se salen del género, collages sonoros a base de diálogos… Contadnos algo de las referencias que utilizáis habitualmente, o las exclusivas de Aburrirse es de idiotas, si las hay.
Sí, nos hemos salido del estilo que más nos caracterizaba. Al principio tratábamos de mimetizar y copiar a los grupos de power pop que más nos gustaban, pero creemos que hemos encontrado nuestra propia voz mezclando y añadiendo colores. Un enorme collage en el que cabe todo lo que nos gusta y no únicamente musical: libros, citas y películas que sirven para apuntalar nuestro propio discurso. La inclusión de diálogos es consecuencia de mi trabajo diario (técnico de sonido en un estudio de doblaje) y era inevitable utilizar eso en favor del grupo.
La inesperada cita a Violeta Parra que incluís en vuestro Bandcamp es muy reveladora y, aunque suene raro, encaja con la versión de XTC, toda una declaración de intenciones. El pop es todo esto y lo que tú quieras, parecéis decir. ¿Nos equivocamos?
Nuestra percepción del pop no se restringe a la idea de música mainstream y comercial. Lo vemos más como un concepto de cultura popular que cada uno puede moldear a su antojo hasta encontrar su propia forma de expresión. Pero siempre desde la sinceridad y la autenticidad. Tener algo que decir más allá de los clichés habituales y hacerlo con la pasión, rabia y entusiasmo que cada uno tenga dentro.
Abrís con «Nos da igual», que parece presentar uno de los temas centrales del disco. “Qué más da si no nos vais a escuchar”, cantáis, “Y nos importa una mierda si os echáis a reír”, con un cierto resentimiento. ¿Es real? ¿Estáis hartos de que casi nadie se pare a escuchar vuestra música, o ya no os importa?
Como dice el estribillo de esa misma canción: “Nos da igual”. Hace tiempo que Alberto y yo dejamos de perseguir metas mayores que pasarlo bien, seguir haciendo canciones y seguir disfrutando de esta pasión. A veces nos dicen: “Admiro mucho que con vuestra edad sigáis intentándolo”, y nos da la risa. ¿Intentando qué? ¿El éxito? En lo que a nosotros respecta, ya lo hemos conseguido. Nos damos por plenamente satisfechos al haber disfrutado de tener un grupo durante más de 20 años, conocer gente, reírnos un montón, participar en el mundillo musical, viajar y seguir aprendiendo.
En «Ahora somos señores» aparece la nostalgia de un tiempo mejor, ¿quizá como resistencia al paso del tiempo?
Enlaza un poco con lo anterior, que es el eje central del disco. El sacrificio y esfuerzo que requiere todo esto, sumado a las responsabilidades de la vida adulta. Cuarentones que siguen jugando a ser adolescentes con guitarras eléctricas. Y esa canción trata de los que se han quedado por el camino, aquellos que han perdido esa necesidad, ese fuego. Nosotros seguimos manteniéndolo y esperamos que arda durante mucho más tiempo.
Sin embargo, creo que el auténtico tema del disco son los comentarios de temas de actualidad, una crítica al estado general de las cosas que se escucha en «Señor Simpleton», andanada contra el cuñadismo populista, o la protesta ante la evasión programada. En conjunto dibujáis una especie de distopía contemporánea con mucha mala leche. ¿Estáis enfadados con el mundo?
Es nuestra rabia punk. Creemos que las mejores obras de un artista se producen cuando se lucha contra algo. Cuando el músico tiene algo a lo que enfrentarse, una oposición. Y la nuestra es intentar escapar a este sistema. En «Sr. Simpletom» utilizamos el humor para retratar a ese personaje (todos lo conocemos) que necesita expresar su opinión sobre cualquier tema de actualidad. Ese que lo mismo es experto en volcanes que en pandemias, y que te agarra de las solapas y te grita: «Apoyas al pueblo palestino, ¡eres un antisemita!». En «Persianas bajadas», tratamos de reflejar el aburrimiento programado por el algoritmo que nos dicta lo que ver, leer y escuchar.
Por otro lado, la energía no desaparece, y el resultado final es muy disfrutable para un amante del pop con garra, más allá de que nos fijemos en las letras. ¿Es un equilibrio buscado y pensado de antemano?
Repensamos mucho el orden de un disco que, por primera vez, hemos editado en vinilo. La secuencia es muy importante para lograr un equilibrio y un discurso coherente con el mensaje que queremos transmitir. Una locura de autoedición, a todas luces inviable pero que formaba parte de ese juego que antes comentaba… Sabemos que probablemente las ventas serán un fracaso, pero nos hace ilusión este formato que autogestionamos y controlamos: desde la grabación, mezcla o el master hasta el diseño. Creo que solo hemos delegado en la fabricación. Nos encanta ser dueños de nuestros propios errores. Esto nos permite seguir aprendiendo y participando en este juego del pop.
Al final del disco, el sentimiento con el que abría, la incomprensión del público, se resuelve con un “Somos perdedores suicidas, kamikazes que lo vuelven a intentar. No voy a parar. No puedo parar”. Suponemos que hay Quant para rato, ¿no?
Alberto y yo tenemos, cada vez con más frecuencia, esa conversación acerca de lo que nos aporta el grupo y lo que supone a nuestra edad. Cargar y descargar amplificadores comienza a ser una tarea demasiado exigente… Y de esas charlas surge esa canción, que cierra y completa el arco del disco. ¿Quién necesita más canciones de Quant? Pues probablemente nadie a parte de nosotros mismos. Y esa es la razón adecuada, y suficiente motivo, para que existan. Es lo que decían los Tuff Darts!: “It’s all for the love of rock and roll!!!!!”
Texto: Carlos Rego