Discomático

Black Widow – Sabbath Days The Complete Anthology 1969-1972 (Grape Fruit)

 

 

Entre finales de los sesenta y 1970 hubo una corriente que aglutinaba a ciertas bandas dedicadas en cuerpo y alma a cantarle a Lucifer; formaban parte de lo que se conoció como occult rock y, por añadidura, acabaron siendo uno de los tentáculos del proto metal. En el occult rock destacaban Jacula (italianos), Coven (estadounidenses) y nuestros protagonistas, Black Widow, que procedían de la muy poco satánica Leicester, de Inglaterra.

Que nadie espere aquí una revolución rock al estilo de Black Sabbath o Hawkwind (otro nombre asociado al occult rock). Lo que Black Widow practicaban en su momento álgido de popularidad era una mezcla raruna de folk, sicodelia, jazz pantanoso y más o menos rock duro; como una banda progresiva hasta arriba de setas.

¿Dónde andaba la oscuridad y lo macabro, pues? A ver, si eliminamos de la ecuación el primer álbum, cuando todavía se llamaban Pesky Gee! y tenía chica al frente (el disco está incluido en este lanzamiento), la mezcla de todos esos estilos hecha de forma chapucera y poco ortodoxa, los textos dedicados al averno y una puesta en escena en la que se simulaban rituales de magia negra con sacrifico de chicas desnudas en escena, pues al final te queda un grupo satánico más que apañado. Las fotos son bastante morbosas, y leches, estamos hablando de la época en la que el mundo anglosajón andaba bastante perturbado por lo de los asesinatos perpetuados por Charles Manson. Quiero decir, que Black Widow estaban ahí por algo aunque los tipos fueran menos satánicos que un grupo de jubilados viendo el show de Benny Hill con una pinta de cerveza en la mano.

Este cofre reúne todo lo que la banda hizo en su periplo original: 6 cd’s con el disco de Pesky Gee! y los tres que publicaron ya como Black Widow; se suman demos, directos y discos inéditos. Vamos, que si te interesa el tema es un cofre completo y bien estructurado (incluye libreto de 40 páginas). Personalmente, cuando se consideran una banda de ocultismo, es decir, cuando graban Sacrifice y el homónimo del 70, me resultan una banda curiosa pero falta de buenas canciones. En conjunto, esos discos tienen una onda entretenida, morbosos, caramboleando con el tema del ocultismo. Pero si alguien espera encontrar aquí lo que halló en los discos de Pentagram o el de los Death de Detroit, va muy desencaminado. Otra cosa es que un fan de Hawkwind llego a ellos. A este puede que le encante.

Curiosamente, es cuando salen del corsé del occult rock, cuando sucede un cambio de formación importante, y cuando despiden al management (que compartían con Black Sabbath), que graban su disco más compacto y coherente en las composiciones: III. No tiene el «encanto» de sus dos hermanos mayores, pero tiene «entereza». Es deudor de su época, como todo lo que hizo la banda, pero está despojado de clichés y su escucha resulta un viaje más que placentero. El mundo no necesita la reivindicación de Black Widow, pero está bien que exista este cofre en 2024. Dadme sangre, carajos.

Texto: Sergio Martos

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