Cada año se celebran en España unos mil festivales de música cuya razón de ser y organización es tan diversa como su número. La mayoría surgieron para fomentar el turismo, prestigio local, por pura diversión y hasta alguno parece ser que para hacer caja.
También los hay que nacieron de forma natural donde el cariño a la música y al entorno natural importan mucho. Todos son válidos si hacen pasar al público un buen rato con los artistas. Un servidor destaca en este apartado joyas del rural como el Espina Fest y sobre todo el Felicia Pop.
En esta su XXVI edición el Felicia Pop, antes Felipop, volvió a llevar al bucólico y silvestre parque municipal de A Hortiña en Limodre (Fene, A Coruña) a una docena de bandas en dos jornadas musicales bien distintas. En un apartado claro del bosque, con una estética y una funcionalidad medida y mejorada por parte de la asociación cultural Felicia, se desarrolló un cartel extraordinariamente variado. El viernes 9 se inició con Helen & Shanna, cuarteto pontevedrés de A Guarda que pagó, como siempre sucede, el ser la banda de apertura sobre todo cuando el público no está acostumbrado a la puntualidad. Con intensidad, buen sonido y ritmo contagioso a base de baterías y percusiones, la banda de Óscar Roal desgranó su florido repertorio de influencias sin límite. A ellos siguieron el dúo pontevedrés Thee Blind Crows, que con su punk blues llenó el escenario con la batería y guitarra de Diego de la Iglesia y Alberto Campos. Energía que sorprendió al respetable por la formación sonora para repasar temas de su repertorio y las piezas más vertiginosas de su disco Thee Blind Crows 0823, rock sin resuello, desde el garaje al sonido de Detroit.
Si el festival de Limodre era conocido por el eslogan “A melodía é o que importa”, los madrileños Boston Babies lo enterraron con sonidos crudos con una paleta musical que iba desde grupos como New York Dolls a otros como casi… Barricada. A estas alturas del festival, había quien pensaba que estaba en el Felicia Punk. De su error lo sacó el trío mancuniano Fruit Tones, banda entre el rock clásico y los Undertones (sobre todo cuando el cantante hacía vibrar su simpática garganta) que repasó piezas de sus discos Pink Wafer Factory y Natural selection.
Con su estilo natural y un punto bizarro fueron lo mejor de la primera jornada. Ésta se cerró con los asturianos Dr.Explosión que hicieron los que saben, un espectáculo divertido de garaje yeyé con clásicos de su repertorio como «La polilla», «Olor corporal» y versiones trash de «la Chatunga» o «Drácula yeyé» entre presentaciones de Jorge Explosión, a veces divertidas.
La segunda jornada del sábado 10 comenzó como es habitual al mediodía con la sesión vermú. Los veteranos Ataque Escampe, que encandilaron al personal por la variedad de su propuesta, desde viejos temas a piezas de su último disco Cabalgata. Del synth pop a la cumbia o a un excepcional rap improvisado que tanto unía loas al festival en el que actuaban como descargaban su ira irónica en personajes políticos como Núñez Feijóo. Una muy agradable sorpresa para muchos irredentos poperos locales.
La segunda jornada fue desproporcionadamente más interesante que la primera, con la apertura de los cangueses Lorre que desgranaron con pasión su disco homónimo lleno de calidez y dramatismo para recrear paisajes sonoras que unen spaguetti western con historias de la tradición etnográfica galaica. Piezas como «Alma perdida», «A lavandeira» o «Still blue», la única en inglés, demostraron la originalidad de su propuesta en su lengua propia.
La cita en el claro del bosque en una jornada de insólitas temperaturas por estos lares la continuó otra banda gallega, Meu, que cumplió correctamente. El quinteto creado en 2004 de las cenizas de la Elephant Band de Xoel López, una formación estrechamente vinculada a este festival en sus inicios, regresó el pasado año con Nacho Mora a la voz tras un paréntesis desde… ¡2009! En el Felicia Pop tocaron temas de su futuro tercer disco que sigue la línea sonora de sus dos primeros trabajos.
La última parte del festival, la más internacional, fue sin duda la más agradecida. Los holandeses Fleur son un producto bien pensado: atractiva cantante, temas originales interpretados en francés que recuperan una tradición prodigiosa del mejor pop sesentero (France Gall, Silvie Vartan o una Françoise Hardy homenajeada también en el estupendo cartel diseñado para la cita limodresa) y un trío de excelentes músicos.
La mezcla funcionó a las mil maravillas. La muy esperada La Perra Blanco no defraudó y la suya fue una de las actuaciones que quedará grabada en la cita gallega. La reina del rockabilly patrio encandiló a un público pasmado por la fuerza vocal y la técnica guitarrista de Alba Blanco que estuvo acompañada por un trío de músicos a su altura. El respetable se entusiasmó incluso en los larguísimos solos instrumentales. El nivel de atracción de La Perra Blanco la llevará en breve a pasar a otra dimensión y será difícil verla en festivales pequeños así que la del Felicia Pop fue una oportunidad única. O quizás no, ya veremos.
Era difícil mantener el tipo después del terremoto de la Línea de la Concepción, pero en la ciudad de Gouda además de quesos excelentes tienen a The Tambles, probablemente el mejor grupo que pasó por el festival. El cuarteto de los Países Bajos, el segundo del cartel de este año, desgranó sobre todo los temas de su tercer disco In the hive sin que en A Hortiña sufriese deserciones pasadas las dos de la madrugada. The Tambles demostró poderío, virtuosismo vocal a coro o individualmente por parte de todos sus miembros que incluso intercambiaron instrumentos. La fórmula del rhythm and blues acelerado y garajero que va de los Stones o los Easybeats hasta The Soundtrack of Our Lives menos épicos y más divertidos no falla y la banda neerlandesa lo demostró con un repertorio lleno de ganchos. Piezas propias tan estimulantes y llenas de frescura como «Midnight creepers», «All the good things» o «Tell me goodbye» con un sonido perfecto. Transmitieron buenas vibraciones a un público entregado y pusieron un broche de oro al festival. Seguro que los volveremos a ver por estas tierras.
Un Felicia Pop que este año volvió a demostrar que cuenta con una organización que es un reloj suizo. Precisamente en algún detalle organizativo y en bastantes conversaciones estuvo presente la figura del hostelero y fotógrafo local José Ardá recientemente desaparecido. Uno de los motores de la cita musical con sus imágenes y que tantos conciertos exquisitos como extensión del festival organizó en su local Casa Ardá estos años: Pretty Things, Rubinoos, Súper Ratones, Nick Garrie, Malconsejo, Honeybus o P.F.Sloan entre otros pasaron del festival a su imprescindible bar en noches de lujo. Un elemento humano que ayuda a explicar que el Felicia Pop lleve veintiséis ediciones y siga en una línea ascendente por milagroso que parezca. Del vermut marca Felicia y del licor café ya si tal hablamos otro día.
Texto: Nico Estrume
Fotos: Belén Vigo y Grungie