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Enclave de Agua – Soria

 

Nik West

En la pequeña y acogedora ciudad de Soria se encuentra  uno de los secretos mejores guardados en cuanto a los festivales veraniegos, aunque ya no tanto, pues a lo largo de sus diecisiete ediciones, el boca a boca ha logrado convocar cada año a un número mayor de personas venidas de distintas geografías, que unidas al público local ¡todas las actuaciones son gratuitas! duplican la población de la entrañable  “Ciudad de los Poetas” que ofrece poesía en forma de música excelentes propuestas internacionales principalmente ligadas al funky, soul,  ritmanblues y derivados, con atención además a propuestas variopintas, minoritarias y emergentes.

 

El jueves la ya muy animada sesión vermut, se cerró en el kiosco de la Alameda de Cervantes con Kamikaze Helmet. El  dúo formado por Gabri Casanova en el teclado y Kike Parra a la batería y voz, no necesitó de guitarras para arrasar con un imbatible torbellino de sonidos funky-rockeros de decibelio alto. Ataviados como aviadores dirigieron al público hacia las alturas para hacerlo volar por entre los árboles. Cañeros y divertidos en sus comentarios, pusieron el listón alto para reivindicar un próximo escenario mayor.

A media tarde en el idílico y cómodo escenario situado a orillas del Duero y tras la habitual Jam Session destianda a músicos aficionados y espontaneos, apareció el emergente proyecto local Donny’s Black Shoes que preparó la tarde a base de atmósferas jazeras cásicas y neosoul. Con el teclado como principal baza, Daniel López “Donny” repartió protagonismo entre los, como él  jovencísimos músicos que le acompañaron: metales, guitarra y sobre todo la voz de su entregada frontwoman.

La noche en el escenario principal aledaño, comenzó con Dorrey Lyles & Marcos Coll Band. La cantante afroamericana nacida de una familia evangélica, lleva cantando gospell desde que nació, con su propio nombre o en proyectos como Harlem Gospel Singers o Weather Grils. Su vozarrón, potente y sensible emocionó, su físico le exigió amplios descansos en los que, Marcos Coll que le acompañaba a la armónica interpretó con su banda, nada ortodoxas  cumbias y boleros más una muñeira de su tierra de adopción, que por contraste con el soul y ritmanblus,  sorprendieron, aunque desconcertaron al público, que en definitiva, disfruto de un concierto que parecían dos diferentes y antagónicos.

Tito Ramírez

Tito Ramírez en la media noche, puso al público a bailar sin freno a base de boogaloo y mambo con un espectáculo interpretativo y visual más allá de lo musical que puso el recinto patas arriba. El anónimo enmascarado, lujosamente trajeado y lleno de brillo, interactuó con bizarros comentarios sobre personajes e historias que pueblas su cancionero. Los Verdaderos Reales, banda que lo acompañaba, le permitieron dedicarse a sus diabluras con la guitarra en los momentos más arrebatadores y psicodélicos, luciéndose  además sus componentes cuando atacaron frenéticos ritmos de jazz latino, con batería y percusión echando chispas junto al teclado. «Yadda-Haddabadoo» con el público rendido a sus pies fue el colofón perfecto.

The Buttshakers

Cerraron la primera jornada The Buttshakers que liderados por la feroz y elegante Ciara Thompson (no paró de moverse durante toda la actuación), ofrecieron una tórrida noche de sonidos soul rompepistas, con los saxos acelerados y con buenas dosis de blues colorido y electrizante que alcanzaron su máximo con esporádicos estallidos guitarreros rebosantes en sus punteos… rebajados con algunas desbordantes incursiones jazzeras. Un exultante torbellino que comenzó arriba, para seguir más arriba todavía según avanzaba la madrugada.

The Grassland Sinners

La jornada del viernes, comenzó pasado el mediodía en el cómodo y sombreado Parque de La Dehesa con el cuarteto local El Guapo Calavera, que ofreció un puñado de historias de vividores y perdedores entre otros personajes a golpe de folk-rock de carretera con violín incluido y guiños a Burning en las letras. Un buen conjunto de canciones en clave de costumbrista western urbano  que dio paso al intimismo folk de aires country de Cardelina. El proyecto de la burgalesa Rosama Abad, arrulló al público con sus envolventes melodías rebajando revoluciones  para afrontar, tras el necesario y campestre reposo, la actuación de The Grassland Sinners. La banda barcelonesa,  a media tarde, pero aún con el sol peleando entre las ramas, levantó de la hierba a la gente con un aluvión de guitarras setenteras que sonaron psicodélicas y sureñas según les viniera el viento a las canciones. Una actuación qwu egustó mucho y fue muy comentada con «Can’t find my way home» de Blind Faith incluida. La tarde avanzaba pero no decayó, sino todo lo contrario,con la antagónica propuesta de Hafa AfroSweet. Con ellas el funky, reegae, soul y demás ritmos latinos se apoderaron de la pradera con un festín de melodías y percusiones que fueron calando poco a poco entre el entusiasta púbico, para acabar en festiva comunión ente el público y las siete componentes de la banda que se crecieron en un final apoteósico en el que ellas mismas no parecían creerse la que habían liado.

The Limboos

Sin apenas descanso, en la fresca rivera del Duero, al final de la tarde y tras la acostumbrada jam sesión, aparecieron The Limboos, la banda gallega afincada en Madrid demostró con su entregada actuación que bien podrían haber estada en el escenario principal que fusionaron su reconocible ritmanblues “exótico” de tintes latinos y caribeños, con sonidos más rockeros e inlcuso funkys a los que imprimaron un marcado y enérgico ritmo propulsado por la batería baqueteada por Daniela Parker como base para las diabluras guitarreras y vocales de un Roy Fontoria elevado a la máxima potencia y con los teclados echando humo… en una de las actuaciones más cañeras que se le recuerdan.

The Next Movement

De noche, abrieron el escenario grande The Next Movement. El trío afincado en suiza revolucionó el festival con un aluvión de funk duro y rocoso, en el que su cantante y batería J.J. Fluek se recreó como frontman moviéndose de aquí para allá motivando aún más si cabe a un público con la mecha ya encendida. Vertiginosa actuación marcada además por un bajo y sintetizadores explosivos y una guitarra electrizante. Un monolítico huracán instrumental aliviado por breves acercamientos al hip-hop, soliviantado de nuevo por estallidos cercanos al heavy y algún que otro mantra discotequeros en extenuante y estimulante centrifugado sonoro

The Brooks

Algo más variados en su propuesta funky-soul fue lo que ofrecieron The Brooks. Una big band que combinó los sonidos citados con influencias del afro-beat, reggae y dub.  Alan Prater en la voz mostró su carisma sin demasiados aspavientos, moviéndose con mucho swing, según la cadencia requerida en cada momento, en una equilibrada actuación de sonidos retros con mucho groove. Apasionada actuación con los metales y percusiones armonizando con energía y elegancia.

 

Cerraron la extensa jornada The Harlem Gospel Travelers con los que el reciento se cubrió de brillantina  y colorido ofrecido por el joven, queer y afroamericano trío neoyorkino en su alegre muestra de góspel contemporáneo y soul vibrante. Un espectáculo vocal e interpretativo en el que sus extrovertidos componentes complementaron su voces, bailes y movimientos sin prejuicios, protagonizando cada uno de ellos su momento de atención… en un luminoso y vivaz espectáculo de reivindicación  religiosa y protesta político-social. Cautivaron con su irresistible  júbilo.

El sábado en sesión vermut situada en el Tubo Ancho Combo Paradiso alargó la tarde con su rock-soul huracanado y bailable cantado en castellano. El cuarteto formado por la unión de los experimentados músicos Juan Zelada, Julián Maeso, Adrián Costa y Alberto Anaut, hizo moverse a los fieles infatigables que no se pierden una, (ni el mediodía, ni la tarde ni la noche) con  un coctel de ritmos latinos de aire retro sin prejuicios que recordaron a las big band de antaño, sorprendiendo con un meddley de «En el Río» de Miguel Ríos con…  ¡la «Lambada» de Kaoma! Continuaron la fiesta Groove Premade Joe & Sánchez, o lo que es lo mismo, la banda soriana y el guitarrista madrileño, dos propuestas que ha sonado en ediciones anteriores unidas para la ocasión en clave de blues –rock con tintes jazzero y funky elegante como epílogo a las actuaciones en el casco urbano en esta edición.

Red Cactus

De nuevo a orillas del río Red Cactus calentaron el ambiente a base de buen blues-rock de carretera. Los de la sierra norte madrileña mostraron un sudoroso recorrido por el rock clásico de los 70’, además de una sorprendente versión de… Michael Kiwanuka. A continuación el power-dúo de hermanos franceses Guilhem y Martin Marcos que forman The Twin Souls, incendiaron el escenario a base de rock añejo pasado por la trituradora. Se fueron intercambiaron los instrumentos: guitarra, batería y sintetizador en frenético torbellino sonoro garagero sin freno… en imbatible y potente éxtasis ruidista. Los de Toulouse triunfaron ante un numerosos y anonadado púbico.

 

Southern Avenue

En el escenario grande ya, otra de las actuaciones más comentadas y disfrutadas fue la de Southern Avenue y su propuesta soul de raíz sureña junto a ritmos bluseros y espirituales voces. Un amplio abanico sonoro bien ensamblado que en algunos momentos se tiñó de soul oscuro. La emergente banda de Memphis, encabezados por la simpática y encantadora Tierinii Jackson, ofreció una pletórica actuación en las que hubo momentos para que el teclado y violín fueran alegres protagonistas. Una fiest instrumental bailable y contagiosas que se hizo corta.

Después, Gréements de Fortune, rindieron tributo a Geroge Clinton y Parlialment-Funkadelic,  con quien la banda francesa ha colaborado en varias ocasiones. En esta ocasión y en nueva visita al festivas actuando como Greemennts plays P-Funk para interpretar el repertorio del octogenario padre del funk electrónico. Ataviados con distintas y alocadas vestimentas, avasallaron con su sección rítmica y de vientos,  encabezada por el saxo y la voz del sideral showman  Eric ‘Shrizz’ Rohner para mostrar un tornado de funk rock, psicodélico y progresivo que abuso en exceso de la petición de participación del público.

Finalizó la edición por todo lo alto con Nik West la que fuera bajista de Prince cautivó con su coctel del soul- funk explosivo y feroz. La Arizona se mostró enérgica y electrizante al bajo, además de excelentemente secundada en coros, y con una atrayente presencia escénica, reinó en el fin de fiesta soriano con clase y garra avalada por la popularidad de un repertorio que regaló tres versiones: el biteliano «Come Together», «Kiss» del citado Love Symbol de Mineapolis y el «Proud Mary» de la Creedence con su “Rolling on a River como coreada traca final. Mejor final… imposible.

Texto y fotos: Cancho

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