Un caso cuando menos curioso: hace tres décadas probaron suerte bajo el nombre de Candystash, pero apenas dejaron un EP para la posteridad y, cuando en este siglo decidieron que estaban en un buen momento para retomar su afición, la pandemia los puso en modo hibernación sin miramientos. Pero la decisión estaba tomada: con cuatro años de retraso sobre el retraso inicial de treinta y con la óptica vital de unos veteranos, debutan definitivamente con Forever Polyester, una colección de temas que suenan como un relajado desfile que pasa por el jardín jangle-pop de Teenage Fanclub, luego saluda entre juguetón y melancólico a los Rain Parade y al abandonado parque de atracciones del paisley underground, hace una obligada parada de avituallamiento en casa de XTC, no se olvida de hacerse una foto con los Kinks —usando una cámara prestada de los Blur— y acaba debajo de la ventana de Portishead. Parece que la experiencia enseña a escoger bien las influencias.
FERMÍN GARCÍA