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Simple Minds – 1001 Músicas CaixaBank (Granada) / Noches del Botánico

“No fueron más grandes que U2 porque no quisieron”. Ese ha sido el mantra que siempre ha perseguido a Simple Minds. La banda formada en Glasgow allá por 1977 ha tenido que soportar durante su casi medio siglo de historia eso que dijo un sabio sobre la ambición limitada por la pereza. Por suerte, siempre les ha dado igual.

Quizá es ese pasotismo alimentado por la pereza el que ha provocado que Simple Minds se encuentre en un punto vital que ya quisieran muchos de sus coetáneos. Salen de gira cuando les viene en gana y siguen sonando tan frescos como siempre. Una frescura alimentada no solo por un sonido impecable y por unos secundarios maravillosos, sino por una actitud desenfadada y una combinación de himnos generacionales con temas totalmente reconocibles. No hay una sola canción de los escoceses que no hayas escuchado antes en algún lado.

 

Por suerte, como ser más grandes que U2 no es un baremo que indique nada, solo puedo confirmar el siguiente axioma: Simple Minds es una banda maravillosa. Música en el amplio sentido de la palabra. Un grupo en el que cada integrante tiene su rol bien definido y su momento de lucimiento.

Ver a Simple Minds te exime un poco del inexorable viaje de la vida, así que, por si acaso, éste que escribe los vio dos veces en dos días. No lo hice por el paso del tiempo ni por querer volver a sentirme joven, -pues nací cuando los escoceses se disponían a lanzar Real Life, su noveno álbum de estudio- sino porque tener la ocasión de verlos en apenas 48 horas en ´Las Noches del Botánico´ en Madrid y en el `1001 Músicas-CaixaBank´ en la Alhambra bien merece la doble visión y el dos en uno de esta crónica.

Dos conciertos similares. Mismo setlist.  Mismas sensaciones. Más calor en Madrid, distintos recintos, pero ambos espectaculares, cada uno en lo suyo. Fans por los que los días y los años también han pasado se pusieron la camiseta del corazón y la corona y se reunieron para volver a tararear esos temas que les recuerdan que, en este caso, tiempos pasados fueron muchos mejores.

 

Abre “Waterfront” y Jim Kerr demuestra que conserva su peculiar voz, que mantiene de manera solvente durante las casi dos horas de show, y donde, secundado por los coros de Sarah Brown y del bajista Ged Grimes, disimula perfectamente las notas a las que, lógicamente, ya no llega.  Kerr destila simpatía y no se cansa de saludar a las primeras filas mientras suenan “Sanctify Youself”, “Let There Be Love” o “Promise You a Miracle”, en un interludio que pudo resultar algo monótono, pues una de las mayores virtudes es el inconfundible sonido comandado por la guitarra de Charlie Burchill. Un sonido que copa todo el protagonismo de sus grandes éxitos.

Y este sería el único “pero”, junto al hecho de que, en un recinto como el Real Jardín Botánico Alfonso XIII y, sobre todo, el Teatro del Generalife de la Alhambra, con sus vistas y su acústica pluscuamperfecta, una canción instrumental como “Theme for Great Cities” hubiera sido colosal.

Colosal como lo fue el solo de batería de Cherisse Osei (qué barbaridad de percusionista) y como lo fue “Belfast Child”, ese tema épico que le da mil vueltas al tema épico y bélico de los que se lo curraron más que ellos. Pelos de punta y lágrimas al cielo. Luces del escenario iluminando a unos músicos que, en un alarde poético, sombrean los cipreses que rodean al teatro granaíno. Diez minutos legendarios conforman una canción redonda que, exhibida en un lugar como la Alhambra, justifica cuatro décadas de conformismo artístico, según reza el mantra.

“Someone Somewhere in Summetime” y “Dont´t You (Forget About Me)” abren el cajón de los hits y dan paso a uno de los lalalalas más famosos de la historia. Kerr cede todo el protagonismo al público y yo pienso que tienen que estar hartitos de tocar esa canción. Más aún sabiendo que su tema más reconocible ni siquiera fue escrito por ellos. Pero un músico se debe a sus oyentes y “esa letra tan complicada de cantar” suena a grito pelado y pone una sonrisa en cada rostro.

Llegan los bises y Sarah Brown despliega todo su chorro de voz en “Book of Brilliant Things”. Antes de irse a casa, “See the Lights” y “Alive and Kicking”, la canción –escrita por ellos-  más reconocible de los escoceses, cierran una velada especial. Larga vida a la música y larga vida a Simple Minds y a su actitud desenfadada.

Texto: Borja Morais

Fotos: Salomé Sagüillo (Madrid)

 

 

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