La particular gira de la discordia de la banda de Seattle, arrastraba desde un buen principio un mejunje de opiniones contrariadas debido al excesivo precio de venta de sus entradas. Nadie se escapó de opinar ni de recurrir y recordar actuaciones pasadas donde la banda parecía priorizar en la asistencia y calidad de los fans, llegando incluso a mostrar activamente sus diferencias con promotores y servicios de venta.
Para más inri, los conciertos de Londres y Berlín habían sido cancelados por supuestos problemas de salud y, sin poder evitarse, el dedo índice de la sospecha señalaba a la duda y la confirmación de los próximos dos conciertos de Barcelona en el Palau Sant Jordi, un arena de grandes dimensiones, nada fácil de abarrotar.
Una vez superado el dichoso preámbulo, atrás quedó —y bien olvidado— cualquier resquicio de negatividad que la banda pudiera suscitar. Desde la oscuridad, y con una puntualidad impecable, Pearl Jam subió al escenario con paso seguro y calmado, para iniciar una de las dos noches que deben pasar al recuerdo de la banda, de la ciudad y de los fans.
«Footsteps» abría la noche, un tema escondido en sus inicios en el single de Jeremy, para arrancar a medio gas y calentar un escenario aún frío, pero de un recinto que mostraba estar dispuesto a recibir un gran concierto. Eddie Vedder, una vez asegurada la voz, se dispuso a lanzar la primera chispa y crear el fuego con «Given To Fly». Este es el momento en el que las dudas del estado de voz de Vedder quedan descartadas y el espectáculo por venir se da por asegurado.
Con más de treinta años de carrera, la labor de selección de canciones para un show de algo más de dos horas debe ser, cuanto menos, laborioso, pero también resultó atrevido pues no se dejaron caer en tópicos ni garantías para vivir de un pasado ya lejano, aunque no olvidado. Pues desde Ten a VS. y algunos siguientes álbumes, que muchas opiniones tacharon de mediocres, tomaron una vitalidad excelente, a manos y sonido de unos miembros enérgicos y felices, con un destacable Mike McCready, cuya guitarra parecía crear un surco desde la salida del amplificador hasta la puerta.
No obviemos que también era la noche de Dark Matter, el nuevo disco de la banda y el que muchos aseguran ser su mejor trabajo en años. Un álbum crudo y directo, donde las guitarras parecen ser una broca que se clava en el cerebro a puro placer. Como muestra y destacadas a nivel personal, me quedo con «Scared of Fear» y «Upper Hand».
Tras una breve pausa y respiro para la banda, Vedder apareció con guitarra acústica y Stetson en cabeza, no sin antes pasar por «Jeremy» y por «Evenflow», ejecutados y coreados a nivel de himnos. Y lo que parecía cerrar la velada con un broche de excelencia y luces blancas con «Alive», terminó con «Baba O’Riley» de sus adorados The Who.
En repetidas ocasiones, y ayudado de una buena redacción en papel, Eddie Vedder, agradeció al público y fans por su paciencia y continuidad a través de los años, feliz de repartir felicidad y, en sus propias palabras a micro abierto: ‘en una de las mejores ciudades del mundo’.
Un concierto excelente. Estoy seguro de que ninguno de los que salió por la puerta recuerda ya el precio ni el laberinto que han supuesto las dichosas entradas. Son y seguirán siendo una gran banda. Grandes Pearl Jam.
Texto: Mario Silvestre