Es muy posible que si alguien mantiene una distendida conversación con los músicos que acaba de escuchar, no tenga credibilidad. Les puedo jurar (no sé si es necesario) que la crew que acompaña a Jairo Perera, aka Muchachito Bombo Infierno, además de buenos intérpretes, son buena gente, sin excluir al señor Perera, quien te abraza como si fueras su hermano. Esta introducción sería baldía sino fuera porqué ellos fueron los responsables de que la larga noche vivida en el Apolo barcelonés, no pasara del típico evento desabrido.
Ellos y, por supuesto, Lila Downs y su enérgica agrupación, quienes, contra pronóstico, abrieron un espectáculo (en principio, pertenecía al Alma Festival del Poble Espanyol), que fue la substancia alimentaria de una noche singular.
A la mexicana la hemos visto en distintas ocasiones y nunca defrauda. Acaba de editar nuevo álbum, (“La Sánchez”, 2023) y se la ve suelta, divertida y con un vozarrón que te despluma en un instante. Da igual que ataque la reivindicación feminista (“Dignificada”), se adorne con un sombrero norteño para interpretar la reciente “Dos corazones”, se beba unas gotas de mezcal en las imprescindibles “El último trago” y “Mezcalito” o irrumpa con “Ni maíz” o “Mandimbo” (las dos de nuevo cuño), nunca dejará de impresionarte.
Los 60 minutos que tuvo para actuar, los exprimió al máximo, de tal manera que no recordamos otra actuación en que su entrega fuera tan compacta y sincera, lo breve, ya se sabe, conduce a la verdad. Primoroso apoyo de un septeto ideal para sus aspiraciones.
Quizá algunos esperaban que la de Oaxaca oscureciera a un caballero natural de Santa Coloma de Gramanet, pero no fue así: Jairo se comió hasta los postres.
Muchachito Bombo Infierno, también, tiene novedad en el mercado, en su caso lo ha titulado “Qué puede salir mal” (2024), otra vuelta de tuerca a su ideario musical que no debería dejar indiferente a nadie, ni a los que están acostumbrados a productos equivalentes. Jairo ha bautizado el estilo como rumbaorleans y lo ha clavado. Únicamente con escuchar “Pues no” o “El club del paro”, la apuesta estaría saldada. Lo que sucede es que al de Santako (el pijerío se ha apoderado del viejo y encantador seudónimo) le gustan más cosas y no las puede incluir en ese bonito calificativo. Le seduce el funk como en “Tus labios son”, “Qué puede salir mal”, rumba marca Peret (nos lo confesó) o el pop latino tipo “Demasiada agua y no hay piscina”. En las variantes, todas lógicas y certeras, gana su premio.
Perera agita las cuerdas de su guitarra con inmenso feeling, pero eso no serviría de nada si no tuviera de compinches a unos escuderos de tronío. El contrabajo retumba en “La noche de los gatos” o “Caraguapa”, “Luna” refleja un buen influjo jamaicano, “Carretera sideral” nos devuelve ese funky de raíces y “Azul” o “Siempre que quiera” nos acerca a una especie de canción rítmica de autor, estilo prácticamente denostado. La espectacular sección de metales nos hace estremecer, pieza básica para que la fusión resulte efectiva. Hacía tiempo que no escuchaba a un combo sonar como este. No es broma.
La Downs es muy buena, pero lo del amigo Jairo es para que muchos de los soplagaitas que nos rodean huyan lo más pronto posible. En el infierno está la felicidad y con bombo, mejor.
Si este concierto se hubiese anulado (previsible), nunca hubiéramos saldado el error. Eternas gracias a quien lo solucionó.
No debemos olvidarnos de Santos de Veracruz, artista que realiza sus preciosos dibujos mientras el entrañable Jairo da rienda suelta a sus impulsos. Infalible.
Texto: Barracuda
Fotos: Marina Tomás Roch