Un histórico calambrazo para creyentes
Paladeábamos un arroz a pie de playa en la Costa Brava, reponiendo fuerzas para subir hasta Cap Roig, en Calella de Palafrugell, cuando un amigo me wassapea un sorprendente comentario: “John Fogerty compuso él solito tres elepés con los medios limitadísimos del momento. Excepto Bach y Schubert, no ha habido nadie con tanta capacidad de trabajo y un resultado de gran calidad en un período tan corto”. Vaya, no bastaba con haber liderado a los Creedence, que cuando yo cumplía 14 años eran la banda más famosa del mundo, anclando las excursiones mentales y físicas del pifostio hippy sesentero en los pioneros del rock’n’roll y los soñados pantanos del Sur. ¿Habrá elepé más arquetípico de un cierto rock de pies en tierra que Cosmo’s Factory?
En el Festival de Cap Roig, a sus 79 años, John Fogerty dio por buenas todas esas tesis conduciendo un espectáculo que, pese a la apabullante cascada de imágenes alegóricas que vomitaba la gran pantalla y ese guión Las Vegas más gringo que la Budweiser, se fundamentó sin descanso en una electrizante prestancia musical, con un Fogerty desatado pese a su edad, cantando todavía con fuelle y maltratando a su guitarra como si estuviésemos en 1969. Claro que con el repertorio de CCR tantos años aparcado por un larguísimo litigio, muy mal has de hacerlo para quedarte en lo correcto o lo mediocre. Ejemplo, una primera andanada con «Bad Moon Rising», «Up around the Bend», «Green River», «Born on the Bayou», «Who’ll Stop the Rain», etc. Ah, también se atreve el abuelo con la retumbante «Keep On Chooglin’», siempre respaldado por sus hijos Shane y Tyler, lo que da al espectáculo un aire familiar, especialmente cuando nos cuela una cursilada compuesta para su esposa.
De su primera discografía en solitario sonaron dos impepinables como «Old Man Down the Road» y «Rock’n’roll Girls», con el mismo fuste que el repertorio Creedence que sustanció el pase. Chapó el ilustre californiano con «Fortunate Son» e imágenes de Vietnam en ese prescindible marco al fondo, finalizando una actuación que, sin la sorpresa y la robustez primaria de aquella visita en 2009 al Club Sant Jordi, resultó sin duda notable. Y ya indiscutible en un bis que arrancó con «Rockin’ All Over the World» —el alumno aventajado Springsteen la tocó en su concierto barcelonés— y cerró con un «Proud Mary» que hizo temblar gozosamente a los dos mil esqueletos presentes. No había para menos.
Texto: Ignacio Julià
Fotos: José Irún
Excelente Concierto. Es la séptima vez que asisto a un Concierto deJohn y espero no sea el último. Cierto que no tiene la voz rasgada de la época Creedence pero ésta todavía mantiene gran fortaleza y personalidad. Un artista que es capaz de permitirse el lujo de no incluir canciones/himnos como Travelin Band, Lodi, Centerfield, Long as I can see the light, Sweet hitch hiker, Midnight Special, Almost saturday night, etc.,, después de oír un apabullante número de hits, permite valorar su enorme dimensión.
Amb l’entrada més barata a 160 euros, estic segur que el públic estava ple de fans del rock and roll de classe obrera. Gràcies per res, John.