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Cruïlla Festival – Parc del Fórum (Barcelona)

Smashing Pumpkins

Gran éxito del Cruïlla con récord de asistencia respecto a sus anteriores ediciones situando la afluencia de público en 77.000 personas en este 2024 Sin duda, el eclecticismo de su propuesta, y un enfoque en esencia claramente juvenil ha sido uno de los grandes motivos de esa no ya consolidación, sino crecimiento.

Pero también la apuesta por bandas locales – que no pequeñas – y la concentración estilística algunos días. Lo primero lo pudimos comprobar el miércoles con 31 Fam o el sábado con The Tyets i Oques Grasses, que prácticamente cerraron el festival. Lo segundo, el jueves con buena y exitosa concentración de los sonidos más latinos y nombres históricos como Óscar d’Leon, Olga Tañon o o Chucho Valdés con Irakere 50. De hecho, esa jornada que podríamos llamar “caribeña” ya se ha convertido en una de las señas de identidad del festival.

Chucho Valdés

No entraremos en esta crónica en aquello que no conocemos y que, para qué engañarnos, nos cuesta a veces incluso entender, pero el Cruïlla, como apuntábamos, tiene tiempo para todo y eso suma nombres justificados e interesantes para los seguidores de esta revista. Sin ir más lejos, la jornada del viernes, amén de a la diva Avril Lavigne a la que vimos empeñada en parar el tiempo – sin conseguirlo – y más por pasar el rato que por interés personal, nos centramos en The Kooks, Depedro y Amaral.

Depedro

En orden de salida fue el proyecto de Jairo Zavala el que nos debe ocupar. Con camisa geométrica, igual que su música llena de aristas e influencias, el madrileño lo dio todo a pesar de un horario tremendo por el calor, las 18:30 h. Ni faltaron los temas de su último disco ni alguno de sus éxitos y, sin duda, poco podía imaginar que algo de su música también estaría en el festival al día siguiente. The Kooks, por su parte, se complicaron poco, fiándolo todo al carisma de su líder, Luke Pritchard y a su catálogo de éxitos. Lo que requiere un festival, vamos. Eso hizo que la gente saliera encantada con canciones que contaban, en algún caso como «Junk Of The Heart (Happy)» con casi veinte años. Parecía que nadie podía ganarle en actitud hasta que apareció Amaral, con una Eva cada vez más segura e implicada con su propuesta, y más cuando ve que hit tras hit, el público responde.

Calexico

El sábado, día final del festival, con el cartel de sold out colgado en las taquilla, sin duda – y pudimos comprobarlo – gracias a la parroquia local encabezada por los y las fans de The Tyets y Oques Grasses, lo iniciamos con Calexico. Impecables. A sus cumbias sí que le sentaron bien ese horario de “tardeo” y se guardaron una sorpresa para Jairo Zavala, que había pasado por el escenario el día antes, tocando «Flores y Tamales», compuesta a medias por el hispano junto a Joey Burns.

Johnny Marr

No esperaba nada de Johnny Marr, la verdad. Nunca he sido muy de The Smiths, por no decir nada, pero su concierto fue ciertamente bueno. Me sobró algún arreglo electrónico, pero me gustó comprobar que «Panic», «Bigmouth Strikes Again» o «This Charming Man»  me gustan más en su rollo imperfecto y rockero que en el pulcro del plasta de Morrisey. De hecho, de los diecisiete temas que tocó, hasta siete (era evidente) eran de The Smiths. Mención especial merece, también su ya habitual revisión de «The Passenger» de Iggy Pop, más que bien recibida.

Para hacer tiempo entre su concierto y el de Xarim Aresté, con ningún interés en ver a uno de los cabezones de cartel como eran Pet Shop Boys, nos fuimos a ver quien era – no se me rasgan las vestiduras por no conocerlo de nada a pesar de su condición de leyenda en lo suyo – Peter Fox y descubrimos un espectáculo magnífico. Ajeno a la línea editorial, porque sus canciones van del hip hop al dance hall, el afro o el reggae, pero impactante con más de ¡30 personas en el escenario! Un acierto ponerlo a esa hora y en el lugar que estuvo, el escenario Vueling, con la gente ya calentita y ganas de menear los huesos. Leo con sorpresa en algunas crónicas que el concierto de Xarim Aresté trajo su sensibilidad pop y folk al Cruïlla, cuando el suyo fue un desmadre de blues crudo y rock desenfrenado como pocas veces hemos visto en la carpa pequeña. Xarim se comió el escenario, demostró que está hecho para mucho más, y que el que siga guardando sus discos de blues en un cajón debería estar penado por la ley y enfadar mucho a sus seguidores. Por cierto, con una carpa rozando el lleno.

Cerramos nuestra visita al Parc del Fórum con Smashing Pumpkins que parecían relegados a un escenario secundario, aunque la actual estructura del festival permite hablar de dos escenarios principales, al haber dejado la larga extensión de hierba (es un decir por la sequía) que ocupa la parte delantera del escenario Occident para el público. Intensos como siempre, queriendo agradar con su versión del «Zoo Station» de U2 y un Billy Corgan que se debía estar asando con su imperturbable y habitual túnica negra hasta los pies, todo sonaba demasiado hermético y ruidoso, en lo negativo. Quiza su tiempo ha pasado y ellos no han sabido evolucionar con los mismos, pero el cuerpo dejaba una sensación extraña al acabar, por cierto veinte minutos tarde, su actuación. O quizá simplemente no había sido su mejor noche.

The Kooks

 

Cerraban el festival Oques Grasses y !!! Chk Chk Chk. Y uno se fue al metro con la sensación de que, en contra del discurso que tienen muchos, un festival tan poco temático en lo artístico como el Cruïlla también puede funcionar. Los números de asistencia y la satisfacción del público les da la razón.  Quizá ahora que se habla del principio del fin de los festivales, estos serán los que sobrevivan. Los que continuamente se reinventan y saben dedicar espacio para todo el mundo. Eso hace, además, que no te revientes corriendo de escenario en escenario. De hecho solo hay que fijarse en la distribución de bandas del último día para darse cuenta de que el que lo diseñó sabía muy bien lo que hacía. Si ibas a ver rock, podías verlo absolutamente todo. Si ibas a ver música en catalán, también. Más que un detalle, una muestra de profesionalidad. Hasta el año que viene.

 

Texto: Eduardo Izquierdo

Fotos: Fernando Ramírez

 

 

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