Aún con la llegada del verano y festivales al aire libre, el circuito madrileño de salas continúa programando conciertos. La ubicada en la calle de Lavapiés es una de ellas, un clásico de pequeño aforo y buen sonido que ofrece minoritarias propuestas underground, que como la de esta calurosa tarde de domingo, logró reunir a un buen grupo de interesados.
Los del equino nombre, son una recién creada, pero experimentada banda abierta formada por innumerables miembros (Chinasky, Oneplusone y otros) que, como recordaron, vienen y van, cabalgando entre el western progresivo y el blues cavernoso y cañí entre psicodelias varias… con los que experimentan tensando y retorciendo su sonido.
En su breve actuación, no llegó a una hora, ofrecieron un fronterizo duelo eléctrico de guitarras en estado puro, con acordes y punteos lúgubres, infecciosos y estirados entre los que se intercalaron instrumentales psicodélicos y progresivos. Dominaron los medios tiempos misteriosos a lo Dean Wareham (Luna) y tirando del hilo… hipnóticos como la Velvet, por momentos parecía sonar un empozoñado Heroin . También hubo espacio para fronterizos y pausados paisajes desérticos de atmósferas sureñas… autóctonas y tradicioanles, algún bluesazo denso y en el tramo final, tiempo para desempolvar y dar brillo a las guitarras a base de rockoso ritmanblues con los que el público empezó a trotar en este corto viaje de alforjas y armas bien cargadas que dejó con las ganas de volver a montar.
Texto y Foto: Cancho