¿Os acordáis de la película Wayne’s World (1992)? Wayne & Garth cumplen su sueño de asistir a un show de Alice Cooper, y su excitación es de un nivel superior, actuando de forma absurda y emocionante a la misma vez. Aunque a estas alturas de la película, ese nivel de excitación, no se podía aplicar al gran grueso de los asistentes que se encontraban en el recinto, al tratarse estos de viejos conocidos de la banda, sí que es inevitable percibir que se mantenía un porcentaje de sorpresa, en el interior de cada uno de ellos, Algo así como cuando se lee un nuevo comic de tu súper héroe favorito, y sabes que un gran porcentaje será igual que los anteriores, pero siempre habrá un punto de sorpresa.
Volviendo por última vez a la referencia cinematográfica anterior, en el clip de “Feed My Frankenstein” que promocionaba la película, The Coop salía a escena de las entrañas de un esqueleto, en esta ocasión, su show arrancó después de que éste rajara el telón con la portada de un diario con el titular “¡Banned In Spain!”, demostrando que estaba dispuesto a saltarse la ley. Con una escenografía que replicaba la sala de un tribunal para ser juzgado, éste se rodeó de un auténtico “dream team” en forma de banda (Roxie, Garric, Strauss, Henriksen y Sobel), donde cada uno adquiere su rol, dispone de su cuota de protagonismo y de absoluta libertad de movimientos. Estos, se mostraron en todo momento activos, lanzando púas constantemente sobre la audiencia, gustándose en la gestión y aplicando poses marca de la casa o por qué no, básicas para un estilo como el que desarrollan.
La selección musical mostró de inicio “Lock Me Up “, tema recuperado del metalero “Raise Your Fist And Yell (1987)”, un guiño a sus seguidores más fieles, y que enlazó acertadamente con el presente de la banda en la forma de “Welcome To The Show”. Tras la declaración de principios inicial, se inició un auténtico carrusel de sensaciones, donde el equilibrio entre la etapa clásica de los setenta, y la del resurgir en forma de hardrock de los ochenta fue recíproca, alternándose temas aparentemente muy diferentes entre ellos como “Under My Wheels” con “Bed Of Nails”, o bien “Go To Hell” con “Poison”, de forma perfecta. Eso sí, con el permiso de su último gran hit ya en los noventa “Lost In America”, y con el cual se permitió sacar musculo en plena era alternativa.
La famosa polémica de si son necesarias tres guitarras en la banda (para un servidor no son necesarias) para recrear los temas de forma correcta, quedó en el olvido viendo cómo se complementaron entre ellos, aunque hay que destacar que, en esta ocasión, se redujo el porcentaje metalizado de Nita Strauss, mostrándose esta más acoplada en conjunto, pero tan sonriente como siempre. Y por supuesto, el maestro de ceremonias, ofrece todo lo que uno espera, siempre desde su estilo de eterno pandillero, ya sea empuñando la espada, dando pasos de music hall, agitando la muleta, maltratando a su pareja de baile, peleando con enmascarados, deshaciéndose de la camisa de fuerzas, y por supuesto, resucitando después de ser guillotinado.
Y como si de una función de baile de fin de curso se tratará, los habituales globos de “School’s Out” llevaron a que Alice se quitara el sombrero blanco de copa y se lo diera en mano a mano a Nita Strauss, como si la eligiera reina del baile, y de ese modo completar un fantástico viaje de toda la banda y por supuesto de su audiencia. Como reflejaba una de las camisetas del merchandising; ¡Alice For President!
Por último, hacer referencia a un par de cosas que echamos en falta:
- No pudimos disfrutar de una de las mejores amigas de la banda, es decir la serpiente, posiblemente, se quedaría descansando.
- No asomaron en la espada los billetes de un billón de dólares, por lo que no pudimos engrosar nuestras arcas de coleccionismo.
Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Marina Tomás Roch