Después de tres días de una ola de calor intenso en la ciudad de los gladiadores, ésta se despertaba tapada y lluviosa para el primero de los dos shows con las entradas agotadas que The Smile ofrecerían en la misma, eso sí, sería cuestión de pocas horas, ya que volvió a lucir el sol al mediodía. Buscando la comparativa meteorológica, ésta encajaba con la propuesta de la banda, ya que estos pasan de la melancolía absoluta al estallido luminoso, y como muestra sirva el tema escogido para cerrar su set principal, “Bending Hectic”, de cadencia arrastrada gris, y que explotó en un final de luminosidad cargada de ruido controlado.
Pero antes de todo eso, en un barrio alejado de la marabunta turística, se dan cita en un auditorio, diferentes conceptos de espectadores, y que tienen un enfoque diferente de ver la noche, los seguidores recién llegados, hambrientos de nuevas sensaciones, hacen cola esperando que abran las puertas, y correr hacia las primeras filas. Por otra parte, los que ya han vivido junto a los protagonistas las diferentes etapas musicales de los mismos, se lo toman con calma, y que porque no decirlo, reflejan un punto de resignación, ya que estoy seguro que preferirían escuchar los temas de la banda en la que todos estáis pensando (la nombraremos más adelante), aunque su enfoque crítico y minimalista, es el que en definitiva busca la banda.
Lo cierto, es que Yorke, Greenwood y Skinner, han canalizado sus personalidades en este proyecto a nivel global, buscando el punto diferencial del mismo, ya sea eligiendo a un artista como James Holden para abrir sus shows, y que nos nutrió de sonidos nu jazz cargados de beats, creando la atmosfera adecuada en la previa, o ellos mismos a la hora de encarar su set, arropado de efectivos juegos de luces en forma de leds futuristas, y pantallas con primeros planos de atmosfera de celuloide.
Si bien, la propuesta en estudio puede pecar de lineal o de apariencia plana, sobre todo en su reciente trabajo “Wall Of Eyes (2024)”, en su traslado al directo, ésta ganó en dinamismo y complejidad a partes iguales, deconstruyendo, reorganizando, aplicando trazas de improvisación, intercambiando esquemas y roles entre ellos, lo cual dio un resultado altamente satisfactorio, tanto para los propios músicos, como para los receptores del mensaje. Por supuesto, siempre con la vista puesta en el futuro, y con la necesidad de ofrecer un plus, mostraron composiciones que no constan en sus trabajos, ya sea de formas básicas (guitarra, bajo y batería) y que miraron a lo clásico, o bien con la vista puesta en la pista de baile abstracta.
Pero si alguien se sintió cómodo en todo ese conjunto, sin duda fue Thom Yorke, alejado de la timidez y sobriedad a la que se le tiene asociado, se mostró comunicativo, activo, bailó y hasta bromeó con su audiencia. Lo cual deja una pregunta abierta: ¿Volverán a trabajar juntos Radiohead? Al finalizar el show, la respuesta seria un no rotundo, al menos a corto plazo.
Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Sonia Eireos Gallarín