Es evidente que los clichés encuentran su zona de confort en el mundo del rocanrol. Algo con tan mala fama se merece un lugar donde poder descansar de tanta crítica y eso es en un sitio como el de la música, donde todo está inventado. Algo que una banda como The Hellacopters sabe y ejecuta a la perfección.
El quinteto sueco ofreció anoche uno de sus enérgicos recitales en una Riviera abarrotada y dejó claro que, tras esa pausa de quince años que se tomaron, de ausencia de álbumes y contadas apariciones en festivales, su hábitat es un escenario ante su entregado público.
La banda comandada por el genial Nicke Andersson apareció en escena con el sonido de los helicópteros sobrevolando la sala -como el inicio de Apocalypse Now, pero a su manera- y desplegaron todo su arte sin dejarse ninguno de los clichés a los que hacíamos referencia. Puro rocanrol con esos tintes ochenteros de pasear la guitarra por los aires, apuntar al respetable y tirarse de rodillas para sentir la energía que emanaba un público totalmente entregado a la causa.
Los de Estocolmo son una auténtica apisonadora, aunque con temas como “The Devil Stole the Beat From the Lord”, “Toys and Flavors” o el reciente “Stay With You” es muy difícil no serlo. Un show donde Robert Eriksson aporreaba la batería como un descosido (hasta el punto de cargarse el bombo y tener que ser reemplazado por el de The Peawees, sus maravillosos teloneros) y donde destacó sobremanera el catalán LG Valeta, quien tiene la ardua tarea de sustituir en esta gira a Dragen. Sin embargo, el guitarrista de ´77 parece miembro original e, incluso, cuenta con un protagonismo bastante considerable.
Por poner una pega, es una pena que del brutal y posiblemente infravalorado Payin´ the Dues solo toquen “You Are Nothin´”, “Soulseller” y “Like No Other Man”, pero nadie es perfecto. Exaltación desmesurada en una velada que concluye con la versión del “Sonic Reducer” de los Dead Boys, “Reap a Hurricane” y, por supuesto, el “(Gotta Get Some Action) Now!” para echar el cierre y desaparecer al son de las hélices que vuelven a sonar de fondo, de forma tan frenética como la esencia del rock sueco.
Texto: Borja Morais
Fotos: Salomé Sagüillo
