
Un festival de otro planeta
Desde Ruta 66, teníamos muchas ganas de alunizar en ese festival que, todas y todos lo que han estado, siempre dicen que posee un entorno de otro planeta, Sonidos Líquidos de Lanzarote. Cuenta atrás para el despegue y volamos hacia La Geria en guaguas/lanzaderas de la organización, única manera de llegar y una de las múltiples medidas que toma el evento para cuidar estos paisajes únicos en el mundo que comenzamos a contemplar.
Pero, ¿qué son esos miles de hoyos circulares dibujados con ocres, negros y verdes resguardados del viento que palpitan en su interior? Vides sembradas en campos de grava volcánica, entre montañas y montañas de fuego dormidas y bodegas de vino malvasía, variedad especial de uva que crece en este mágico lugar y que podemos degustar durante el festival.
Los exteriores de la Bodega La Geria (con su bar incluido, donde se pueden probar platos típicos y productos locales) son el campo base de los dos escenarios de Sonidos Líquidos, el de DJs, con el omnipresente Ángel Carmona al mando, disparando temazos a mansalva, y el escenario principal, donde Carmona también será el encargado de presentar a los artistas que desfilan por allí.
Nuestra ruta comienza con el sol pegando de lo lindo (cinco de la tarde) y copa de vino blanco (malvasía) fresquito en la mano, con Zac Lawrence y los suyos, Deadletter, tomando el escenario principal y en continua erupción, firmando de principio a fin la actuación más rutera e incendiaria de este Sonidos Líquidos 2024. El sexteto de Yorkshire, a medio camino de los IDLES más combativos y los LCD Soundsystem más polirrítmicos, con la furia de Shame y Squid por el mismo precio, nos acribillan con una balacera de post-punk e intensidad interpretativa de altos vuelos.

Combustión instantánea en cada uno de sus afilados sencillos y en las llameantes piezas de su único EP hasta la fecha, “Heat!” (2022), del que nos arrojan, como un cóctel molotov a la cara, la inquietante y percusiva “Weights”, el adictivo post-funky de “Binge” (LCD por los cuatro costaos) y la locura colectiva de una “Zeitgeist” con todo el público agachado y Zac explotando entre ellos, generando una onda expansiva que aún sigue su curso. Antes, sesión de azufre al saxo con la abrasiva “Mere Mortal” y “The Snitching Hour”, con Zac Lawrence descamisado y poseído por el espíritu de Ian Curtis, pasando por esa falsa tregua y vaivén de olas de fuego que, con una base rítmica que hace temblar La Geria, nos absorbe y hechiza en la intensidad devoradora de “Mother”, adelanto de su esperadísimo disco debut. Hasta la pomerania de mi camiseta de IDLES sonríe más que antes. Deadletter, apunten ese nombre a martillazos en la pared más cercana.
Tras nuestra dosis sónica de veneno del bueno made in England, “Se acabó la broma”, toca verbena gallega con Carlangas y Los Cubatas. Simulacro de bola de espejos (esa inmensa que nos llevara por delante en breve con el conejero estelar del cartel) con la disco pegadiza “Tiemblo”, pasando por los nerviosos ritmos urbanos de “Se acabó la broma”, hasta desembocar en batería de hits incontestables de sus Novedades Carminha, como un “Ya no te veo” que se canta de Playa Blanca a Órzola, con coros en La Graciosa, y de Tinajo a Arrecife, pasando por ese “Cariñito” que araña por dentro y la fiesta grande de una “Verbena” a la que nos aferramos con uñas y diente para que no termine. Y ya sabes, aunque te gusten (o no) Los Planetas, “Yo te quiero igual”. Del querer y sus espinas no dará dos tasas Xoel López, repasando su último “Caldo Espíritu” (2023), con aparición sorpresa antes en las alturas del escenario DJ, sumándose a los sones latinos de Calequi y Las Panteras en “Adiós Elisa”. Galicia calidade y Xoel y su magnífica banda se mete en el bolsillo a las 2.800 personas (sold out disfrutón, sin las masificaciones de otros festivales) desde que pisan las tablas.

“Lo damos por perdido y volvemos a caer”, movidos por “ese sentir que empuja más que el fuerte viento” en “Faneca Brava”, y es que, por mucho que gritemos al aire con Xoel ese “hoy, prometo, ¡será la última vez!”, sabemos que, como mucho, será la penúltima. Y “Esto no es amor” y aun así, tocamos “Tierra” con el corazón estrujado, empapado de salitre, con la isla al completo cantando ese: “Y no me da la gana de pensar que nada es para siempre. Si esta canción se acaba, que acabe el mundo para todos”. Pero no, aunque la vida mata, sigue la música, sanando heridas con raíces mágicas en “Paxaro do demo” y “A seres e o Mariñeiro”, para volver a abrirnos en canal el pecho en “Fort Da”, después del resurgir de “Ningún nombre, ningún lugar” y antes del baile final con “Tigre de Bengala, sumándose y devolviéndole la colaboración Calequi y Las Panteras.
La edición pone su broche muy arriba con la hipnótica encrucijada de house y new wave electrónica del trío islandés GusGus, más la vibrante pinchada llena de éxitos de DJ Ley final; pero nuestro periplo rutero terminará con ese porvenir que asoma ya por el horizonte de la noche, con una gran bola de espejos ocupando su sitio sobre volcanes que empiezan a desperezarse y rugir desde la “Ceniza” inicial de Ale Acosta (mitad de Fuel Fandango), profeta esta noche en su tierra, a los mandos de la nave espacial y muy bien acompañado por Xerach Peñate a las percusiones, teclados y coros, y Carlos Sosa a la percusión. Presentación por todo lo alto de “El Porvenir” (2024) en el mejor de los marcos posibles, en casa. Música de baile y electrónica de club a ritmo y latido de la isla de las montañas de fuego.
Un disco dedicado a Lanzarote, a sus recuerdos y a su gente. Se palpa la emoción en el ambiente y Acosta recorre cada surco de su sobresaliente debut en solitario, con La Geria al completo levitando en cada embestida sintetizada. De la muy coreada “Famara”, con el Risco buscando su alma gemela y tambaleándose en la lejanía, a la aparición carnavalera y pura fantasía, con sus trajes coloridos y desbordante alegría, de Las Revoltosas de San Bartolomé (primera murga femenina de Canarias). Sube la temperatura con “El Cerro y el Mar”, ojos vidriosos y voz rota de emoción en la previa a “El Porvenir”, recordando a sus padres y ese club social de San Bartolomé en el que se vivieron tantas cosas, “Sociedad El Porvenir”, para rematarnos con la rave final en la que nos habríamos quedado a bailar hasta el fin del mundo, con “Cuestión de Fe” y la cegadora y enérgica “¿A dónde vas niño?”. Nos quedamos, enamorados de Lanzarote y de la vida, aunque a veces duela.
Texto y fotos: D.P.M.