La propuesta de Rammstein no ha cambiado desde que los viera por primera vez en 1999, durante la gira de Sehnsucht: guitarras duras, fuego, un Till Lindemann en las vocales digno heredero de Boris Karloff y una buena ración de controversia. El fenómeno Rammstein es algo fascinante. Las bandas alemanas precedentes que habían sido exitosas en el extranjero, como los Scorpions, cantaban en inglés y de alguna manera intentaban suavizar su origen alemán. Rammstein, con mucho talento, han jugado con la lengua y los clichés alemanes.
Sobretodo con los clichés que se tiene en el extranjero sobre el pueblo alemán. Además, no se les puede negar que tienen humor, sus letras parecen sacadas de un disco de clase de idiomas del estilo “aprenda alemán en 8 lecciones”: “Du, Du hast, Du hast mich…” (Tú, tu has, tu me has…). Nadie podría haber predicho el suceso internacional que logarían con esa formula.
La longevidad que han tenido es admirable y la gira actual los trae a celebrar sus 30 años de carrera en el Estadio Olímpico de Barcelona. Rammstein como AC/DC y Metallica antes que ellos son una de esas bandas que han nacido para los estadios. Estos verdaderos pros saben como convertir estos recintos gigantescos y los miles de almas que en ellos se encuentran en parte del espectáculo. Ya desde el comienzo con «Ramm 4» vemos que Rammstein a convertido al Estadio Olímpico en un verdadero coloso de metal y fuego. La pirotecnia es avasallante, se siente el calor del fuego mientras estalla ante nuestros ojos. Fuego que ni siquiera la insistente lluvia logra aplacar.
La versión de «Mein Herz brennt» del álbum Mutter es fantástica y la letra de «Du hast» es coreada por todos los presentes haciendo vibrar el estadio entero. No quedan dudas que la conexión de Rammstein y su público es cosa única. El momento más especial de la noche fue «Engel» en los bises, con los músicos situados en un escenario pequeño entre el público y volviendo al escenario principal navegando en unos botes inflables por un mar de gente que con sus luces iluminaba el cielo nocturno de Barcelona. Al final del espectáculo, nos damos por vencidos. La armada Rammstein ha ganado, han arrasado el Estadio Olímpico, dejándonos exhaustos en lo que será una noche para recordar.
Texto: Nico Coitino