Extraña mezcla de duelo y celebración la inspirada por el recuerdo de Steve Albini en el Primavera Sound 2024; imposible pasar por alto la explícita invocación a su figura en esta edición, no ya en una SHELLAC LISTENING PARTY en la que se pinchó su trabajo póstumo frente a un escenario vacío al que algunos asistentes lanzaron ramos de flores (y con los micrófonos y los amplificadores dispuestos como si la banda realmente fuera a tocar), sino en algunos conciertos imperecederos.
Dos ejemplos: PJ HARVEY le ofrendó una escalofriante “The Desperate Kingdom Of Love” (durante una actuación maestra y evocadora de toda su trayectoria, entre el folk sombrío de su último disco y la crudeza de sus inicios) y LISABÖ atestiguaron, ¡otra vez y como nunca: qué sonido!, que pocos pueden presumir de recoger aquel legado ético y estético y devolverlo con un magisterio que conjuga el rock en presente y futuro. Pero no fueron, desde luego, las únicas cumbres de uno de los años más variados (y llenos de riesgo: se ha cogido por los cuernos el toro de la renovación estética) en el que impresionaron tanto BILLY WOODS (la confirmación más sólida y avanzada del rap americano de los últimos tiempos, con un recuerdo al gran Charles Burnett en las proyecciones del escenario), HTRK (fascinante secreto de la música australiana), TROPICAL FUCK STORM (en la jornada inaugural del miércoles, imbatibles y sin que la luz de la media tarde diluyera ni sus melodías punzantes ni esa densidad pantanosa que evoca un universo de maleantes y perdedores; ¡y cómo añoramos a The Drones, carajo!), BETH GIBBONS (física e hipnótica plasmación de su disco en solitario, con escuetos pero certeros recuerdos a su pasado).
CHARLEMAGNE PALESTINE (certificando la vigencia de “Strumming Music” y de la gran música minimalista), LAMBCHOP (en formato de sesión íntima, etérea y precisa, dónde el sutil fraseo de Kurt Wagner descansó tan solo sobre la base de un piano), WIEGEWOOD (creadores de un muro de sonido entre el noise y el Black Metal que confirmaba que es en este género donde se cuecen algunas de las piezas más sabrosas de la escena actual), JOANNA STERNBERG (mucho más que la encantadora y posible prima perdida de Daniel Johnston, una dotada artesana de la gran canción de dormitorio), YO LA TENGO (¿en el mejor momento de su larga carrera?).
EYE (triturando el espíritu de sus Boredoms en una sesión tan extrema como regocijante), LANKUM (que ofrecen oscuridad en su amenazadora y contundente relectura del folk irlandés pero también simpatía), NALA SINEPHRO (en el camino del gran jazz espiritual, con sutiles interferencias electrónicas) o unos triunfantes PULP (sonido, canciones, energía…). Cosas tan diversas como ÁNGELES, VÍCTOR, GLORIA Y JAVIER o VIUDA quedaron como promesas incipientes, si bien nada despreciables. MOUNT KIMBIE demostraron que su giro cada vez más orgánico es categórico y BIKINI KILL (contundentes, divertidas, afiladas) y BLONDE REDHEAD (mal sonido, concierto desangelado) nos llevaron de vuelta a los años 90 por sendas opuestas. Desiguales y bastante decepcionantes MANNEQUIN PUSSY o YEULE (con tropezones de, respectivamente, el peor emo y nu metal), pero al borde lo fascinante TIRZAH, cuyo prestigioso 50% (MICA LEVI) tampoco estuvo mal en una sesión posterior, densa y exigente.
Muy tosco el ghettotech (sic) de HiTech, redimido por las ganas de juerga que inspira la madrugada pero, dentro del más puro disfrute epidérmico, muy por debajo del colorido de AG COOK, el entusiasmado e hipersexual afropop de AMAARAE, la épica electrónica para las masas (previsible pero siempre amena) de JUSTICE e incluso la banda ficticia de tecno-pop cristiano STELLA MARIS, creada para la serie La Mesías y perpetradora de un espectáculo lisérgico-teatral a la manera de una misa cristiano-techno-psicodélica que provocó la estupefacción entre el público extranjero. En el fondo del caldero se quedaron falsos prestigios como SOFIA KOURTESIS, TROYE SIVAN, ARCA o PEGGY GOU. Y en otra liga ajena al resto se mueve LANA DEL REY: sin necesidad de cantar más de la cuenta, cada gesto parece colocarla más cerca de las fantasías de antaño evocadas por un repertorio que, por lo demás, es deslumbrante.
Lástima que coincidiera con JESSICA PRATT, que en el Auditori (y no nos cansaremos en insistir en el privilegio que supone ese escenario…) revivió el espíritu de aquella maravillosa música nacida en el Laurel Canyon de los 60. Arreglos de calidad suprema y una banda perfectamente compenetrada fueron la base de uno de los mejores conciertos de toda la semana, convocando de manera casi mágica el espíritu de Joni Mitchell, Laura Nyro o Dusty Springfield. Añadamos que si las tres jornadas centrales del festival suponen un verdadero atracón melomaníaco, la posibilidad de degustar (a veces de nuevo) algunas de las propuestas en salas durante el denominado Primavera a la Ciutat permite asistir a cosas tan rotundas como lo de los australianos ROYEL OTIS, que iluminaron la Apolo con unas melodías de pop lozano y un sonido que transita entre los primeros MGMT y los últimos Tame Impala.
La ceremonia dance-punk de los londinenses FAT DOG (gran apuesta del sello Domino para el segundo semestre de 2024 que, sin disco, han agrandado su reputación gracias al boca a boca), repetir con LEMON TWIGS para no olvidar que Everything Harmony, su último disco, es el más refinado y melódico homenaje a la época dorada del rock. En cuanto a los neoyorkinos MODEL/ACTRIZ, tanto su ritmo industrial y como su motor post-punk son únicamente la mecha de un viaje alucinante al fondo de unas tinieblas queer, sudorosas y lascivas, a las que somos arrastrados por Cole Haden, un líder insustituible. Para terminar, mencionemos otra vez a YO LA TENGO, que, rindiendo homenaje a sus ancestros y pasiones (Hank Williams, Dream Syndicate, Who, Bob Dylan, Black Flag o Daniel Johnston), tuvieron también un recuerdo para nuestros Ignacio Julià y Ruta 66 (nombres esenciales en la difusión en España de una obra tan monumental como la suya) antes de bordar “Sunday Morning” de los Velvet Underground.
Texto: Rubén García Torras y José Luis Torrelavega
Fotos: Sergi Fornols
PRIMAVERA A LA CIUTAT Y JORNADA INAUGURAL
Si las tres jornadas centrales del festival suponen un verdadero atracón para los melómanos, la posibilidad que se nos brinda el resto de días de la semana de degustar algunas de las propuestas en sala roza lo sublime. He aquí un resumen de nuestra experiencia en el Primavera a la Ciutat y la jornada inaugural del miércoles en el Forum.
¿Qué puede pasar cuando una banda de culto como Yo La Tengo decide rendir ellos dicha admiración a sus mayores? La ecuación tan sólo puede dar un resultado positivo. Los de Hoboken son una de las familias más sólidas y consolidadas del indie y nos abrieron una ventana a sus gustos y cotidianidad en la sesión del martes en la Sala Apolo, donde nos ofrecieron un set basado completamente en versiones en las que rindieron tributo a figuras tan imprescindibles y dispares como Hank Williams, Dream Syndicate, Who, Bob Dylan, Black Flag o Daniel Johnston.
En la jornada del miércoles, Fat Dog demostraban su capacidad para generar el caos en sus directos en un set en que no hubo ni un segundo de respiro. Los londinenses, aún sin ningún disco editado en el mercado, han ido agrandando su leyenda gracias al boca a boca y la fama de sus contundentes ceremonias dance-punk. Comandados por el expansivo frontman Joe Love y el teclista Chris Hughes arrasaron a una encendida audiencia con sus melodías de base electrónica y alma gitana que parecen funcionar como un trueno. Estaremos muy atentos a la próxima publicación de su disco Woof el próximo mes de septiembre, una de las grandes apuestas del sello Domino para el segundo semestre de 2024.
Antes nos habíamos pasado por el Forum para disfrutar de parte de la jornada inaugural más que nada motivados por la presencia de una de las bandas actuales de cabecera de los amantes del garage y punk australiano, los inigualables Tropical Fuck Storm. La luz del día de media tarde no es el ambiente ideal para que luzcan en todo su esplendor las melodías punzantes y pantanosas de los australianos, pero la maestría de Gareth Liddiard y Fiona Kitschin (cómo añoramos The Drones, carajo), la solvencia de una Lauren Hammel ataviada con la camiseta de Aitana Bonmatí y la exuberancia de Erica Dunn hicieron que sintamos las tinieblas y ese universo de maleantes y perdedores del que hablan sus tonadas bien cerca.
Acto seguido, la dulzura y solvencia de Julia Steiner al mando de The Ratboys nos sabía a poco después del vendaval aussie, aunque reconocemos la evolución de una banda que seguramente aún no ha encontrado su techo. Nota aparte merece el espectáculo lisérgico teatral que se montaron los Javis alrededor de la banda ficticia de tecno-pop cristiano Stella Maris, creado para la serie La Mesías, producida por Movistar. Cristina Rueda, Mabel Olea, Valeria Collado, Ania Guijarro, Sara Roch y Amaia Romero, juntamente con el marciano Albert Pla, una poseída Carmen Machi y un grupo de castellers oficiaron una misa cristiano-tecno-psicodélica con el fin de salvar el mundo de las garras de satán. Tan solo por ver las caras de estupefacción y desconcierto de muchos de los guiris asistentes al evento ya valió la pena perpetrar tan divertida aberración.
En la jornada de domingo pudimos disfrutar de un exquisito y variado triple cartel para dar por concluida una edición 2024 cargada, como es costumbre de momentos imborrables.
Los australianos Royel Otis iluminaban la Sala Apolo con sus melodías de pop lozano y su positivismo desenfadado. Con un sonido que transita entre los más recientes Tame Impala y los primeros MGMT, Royel Maddell y Otis Pavlovic (en efecto, el grupo se llama a partir de los nombres propios de sus componentes) construyen melodías de esas que dibujan media sonrisa en nuestras bocas y que tienen vocación de clásico como “Sofa King” o “Oysters In My Pocket”. Si a eso le sumamos una chispeante versión del “Murder On The Dancefloor” de Sophie Ellis-Bextor completamos un inicio de velada de lo más prometedor.
Más tarde, repetíamos la experiencia Lemon Twigs, esta vez en el calor de la sala Apolo, aún rondando por nuestras mentes el mayúsculo concierto que se habían marcado los hermanos d’Addario el día anterior en el escenario principal del festival. Everything Harmony, su último disco, es el más refinado y melódico homenaje a la época dorada del rock y los cuatro integrantes de la banda se encargan en cada movimiento, cada mirada y cada actitud a reafirmarlo. Polifonías vocales, melodías y letras del pasado para unos jóvenes de un presente y un futuro brillante. Extraña y feliz dicotomía que debemos disfrutar mientras dure.
Y dábamos por concluida la semana con una de las sensaciones del pasado 2023, los neoyorkinos Model/Actriz. Los ritmos industriales y post punk son tan sólo el punto de partida de un alucinante viaje a las sudorosas y lascivas tinieblas queer a las que nos arrastra literalmente el insustituible frontman Cole Haden. Una vez brinca y se sumerge en el público, el cantante se alimenta del amor y calor de la audiencia y ésta se enciende con la presencia a unos centímetros de un animal carismático y atractivamente peligroso. Un potente círculo de fuego que rota y se expande hasta desvanecerse y despedir una semana llena de alucinantes experiencias musicales.
Texto: Rubén García Torras
Fotos: Sergi Fornols