Qué puedo decir de Deep Purple que no se haya dicho ya. La emblemática banda hizo las delicias de un Parque Enrique Tierno Galván abarrotado y sigue demostrando que sabe manejar los tiempos y las emociones de un concierto como nadie. En apenas hora y media –cada vez más a favor de los conciertos de esta duración-, el quinteto comandado por Ian Gillan disipó todas las dudas que otros conjuntos coetáneos arrastran concierto tras concierto y mostró que aún tiene fuelle para un rato más.
Salían puntuales los Purple al son de “Highway Star” y desde el principio se pudo apreciar el gran acierto de haber metido a Simon McBride, el guitarrista que sustituyó a Steve Morse. Enfundado en una camiseta de Hendrix, McBride asumía los galones que Gillan le otorgaba y era uno más de una velada en la que, para la mayoría de los presentes, sería la enésima vez que la presenciaban.
Por poner un pero, aunque por supuesto superficial y totalmente subjetivo, el look playero del vocalista chirriaba bastante entre la vestimenta pirata de Roger Glover y el aire hippiesco de Ian Paice –qué técnica, la suya-. Sin embargo, Gillan cercioró que se puede hacer rocanrol con camisa naranja de lino. Eso sí, en su voz ya se nota el paso del tiempo. Mención especial para el teclista Donald Airey, quien se ganó el respeto del público al brindar con un chupito en la intro de “Lazy”.
Tener en un repertorio temas como “Anya”, “Space Truckin’”, “Smoke on the Water” o “Black Night” es jugar con los dados trucados, pero Deep Purple mostró que en noventa minutos se puede pasar por todos los géneros con gran desdén. Desde el rock progresivo al hard rock del que son baluartes, coqueteando con ese lado punk de hilar una canción tras otra sin hacer la más mínima pausa.
Cómo he dicho al principio, qué se puede decir nuevo de un grupo que prácticamente inventó esto de los grandes conciertos, con sus clichés, su grandilocuencia y su pomposidad. Los Purple siguen en el Olimpo y no parece que vayan a bajar nunca. Y si lo hacen y deciden volver a pasearse por aquí, allí estaremos para volver a contar lo que todos ya sabemos.
Texto: Borja Morais
Fotos: Salomé Sagüillo