Encuentros

Nel.lo & Organ Trio, «tocar con un trío de órgano era una asignatura pendiente»

Foto: David Ruano

Dani Nel·lo afronta una nueva aventura conjuntando su saxo tenor con un trío dónde el órgano es su mayor oponente. Sueño, finalmente cristalizado, que conlleva la edición de “Bric-à-Brac” (Buenritmo Records, 2024) y una dinámica gira. Sumido en varios proyectos, uno de nuestros profesores predilectos, vuelve a sentar cátedra para contarnos novedades y esas erudiciones que tan solo él sabe. El sabio saxofonista salvaje.

“Bric-à-Brac” es un vocablo, poco habitual, que nos transporta al mundo del coleccionismo de objetos de segunda mano, en ocasiones inservibles, pero que huele a inquietud y ganas de buscar rarezas.

Lo vi escrito, por primera vez, en un mercadillo de Toulouse. Se emplea, popularmente, para referirse a pequeñas colecciones de objetos que pueden encontrarse en encantes, rastros y mercados de las pulgas. No tienen mucho valor comercial, pero sí sentimental, como un conjunto de estilográficas, gemelos, pipas, broches, llaveros, etc…, son el reflejo de lo que es este repertorio: temas nuevos, melodías de segunda mano, sinfonías de bolsillo, riffs desparejados o ritmos descatalogados que nos mueven el alma.

Nel·lo parece que deja el lado salvaje para compartir protagonismo con el órgano, en este caso tocado por Gerard Nieto. Explícanos este ajuste de instrumentos y su origen.

Tocar con un trío de órgano era una asignatura pendiente. Es una formación que tengo mitificada. He escuchado cientos de horas de grabaciones de mis héroes saxofonistas con esta base: Willis Jackson, Plas Johnson o Illinois Jacquet, forman parte de mi imaginario musical, por esta razón he encarado el proyecto con mucha ilusión y respeto. El pulso del Organ Trío con saxo es sinónimo de diversión, groove y acción. Estilísticamente, tiene un recorrido enorme: rhythm & blues, soul, jazz o funk, la paleta sonora también es muy rica. A la hora de arreglar un tema puedes ir desde lo más agresivo a lo más suave e íntimo. En cuanto al salvajismo, como la energía, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Tu música lleva la etiqueta Gran Reserva, sonidos que vienen de lejos, aunque siguen sonando resplandecientes. ¿Lo viejo siempre es nuevo?

Lo interesante es recoger el testigo de la tradición y hacerlo de una manera personal. Rescatar un formato como el del trío de órgano me ha refrescado el oído. Lo mismo me ha pasado tocando con Los Mambo Jambo Arkestra. Probarte en diferentes contextos es imprescindible, a la vez que divertido. Es importante no estancarse, mantener tu esencia, pero  vistiéndola de modos distintos, como oyente me pasa lo mismo. Me gusta escuchar a mis músicos favoritos en diferentes facetas y contextos. Por otro lado, este es un grupo que tiene pólvora. De hecho, históricamente ese factor fue una de las claves del éxito de los sax-organ groups, desde su irrupción a mediados de los 50. Con tan solo cuatro personas, los clubs conseguían la potencia musical de las grandes formaciones.

En el disco abunda la música de baile, sin embargo, me he quedado prendado con “El Caso Montesi” y la sinuosidad de “It’s The Talk Of The Town”. ¿Nos haces un pequeño repaso de lo que el oyente podrá encontrar en este “Bric-à-Brac”?

“Talk of the town” es una de mis baladas favoritas. He grabado pocos lentos en mi discografía y, en esta ocasión, ha sido un placer hacerlo. “Grand Prix” es lo que se llama un «abre-puertas», un blues shuffle rápido para empezar el concierto. “Fijador Toluca” habla lenguaje blues, latiendo a ritmo de mambo, “Encanto Jíbaro” es un swing con pulso de bossa y “El Escorpión” (party-party2) y “Bric-à-Brac” vibran entre el rhythm & soul y el jazz más bailable. Las dos versiones son, una de Ray Charles (“Stick and the Stones”), y la otra del gran Red Holloway (“Movin’ On”).

Te vimos hace poco derrumbando la Sala Apolo con Los Mambo Jazz Arkestra. ¿Necesitabas desacelerar y acercarte un poco al minimalismo sonoro?

Los diferentes proyectos son compatibles y necesitan esfuerzo y mimo. El fuerte trabajo con los M.J.A fue la preparación, la creación de los arreglos, los ensayos, la grabación y la producción, el directo es más llevadero. Siempre lo digo, es como surfear una ola sónica enorme. La potencia de la Arkestra te lleva en volandas, el esfuerzo del directo queda repartido entre todos. A veces tirar hacia adelante un directo a cuarteto puede resultar más duro. La energía con el Organ Trío es simplemente diferente. No tiene la espectacularidad de la Arkestra ni la «patada» de Los Mambo Jambo. Aquí he trabajado más el Roll que el Rock y con una base rítmica menos estresada en la que tengo más responsabilidad como solista. Hemos ido a provocar más el baile horizontal que el vertical, resulta muy exigente a nivel instrumental.

Siempre he pensado que, por el hecho de dedicarte a rescatar sonidos de los 50s o colindantes, has estado ninguneado por ciertos medios que no quieren apostar por la música orgánica.

Hay que ser consciente de dónde vas a llegar con tu música. Con un cuarteto de rock&roll instrumental o con un organ trío no vas a llenar grandes aforos; ni falta que hace. También es evidente que no vas a tener un  gran espacio en los medios generalistas. Lo que realmente vale la pena es conectar con tu público, tratarlo bien, ser más o menos coherente con lo que haces y no creer en falsas expectativas, me aburre el discurso  llorón. El tamaño de tu frustración es la diferencia que existe entre tus esperanzas y la realidad. Con esto no estoy diciendo que no debas ser ambicioso, ni mucho menos, pero sí que seas consciente del potencial que tienes en el mercado, en relación a la música que creas y tocas.

 

El trio está formado por Gerard Nieto, Martín Burguez a la guitarra y Ramón Ángel Rey en la batería. ¿nos los presentas?

Estoy abrumado con su talento. Tenemos unos ingredientes fantásticos para hacer una buena receta. El órgano de Gerard Nieto nos lleva del swing al r&b y del soul al funk, la guitarra de Martin Burguez empasta de maravilla con el saxo tenor, aportando el irresistible nervio eléctrico del blues y, finalmente, la batería de Ramón Ángel Rey nos aporta sofisticación rítmica, sutileza, clase, bogaloo, latin, jazz. Perfecto.

Gracias al proyecto “Los Saxofonistas Salvajes”, muchos descubrieron a intérpretes escondidos y maravillosos. Ilumínanos con organistas de pro.

El grupo de órgano y saxo que más he escuchado en mi vida, con diferencia, es el del saxofonista Willis Jackson y Jack McDuff, junto a la guitarra de Bill Jennings, con Potter y Johnson en la base rítmica, son imbatibles; también me gusta mucho Willis con Carl Wilson. Willis Jackson empezó como side man en la orquesta de Cootie Williams, explotó como honker a principios de los 50 y, cuando empezó con sus organ groups, su lenguaje era una mezcla perfecta de r&b, swing y jazz. La sonoridad, el fraseo o el dominio de todas las combinaciones posibles, con el Hammond, son increíbles. Asimismo, me encanta el saxo de Illinois Jacquet junto al órgano de Milt Buckner, el Hammond de Bill Doggett con el saxo de Clifford Scott y las teclas Hank Marr con el saxo de Rusty Bryant. Doggett y Marr grabaron muchos singles bailables, más cerca del r&b que del jazz. En la actualidad me gusta mucho la dupla Freddy DeBoe y Adam Scone, al saxo y al órgano respectivamente. De jazz hay una lista interminable.

Tu labor se asemeja a la de un profesor de arqueología. Muchos admiramos este trabajo  ¿Te sientes así?

Me encanta saber de dónde nace la música que me gusta, tirar del hilo y conocer el origen de los ritmos, vivimos con la presión constante de la novedad. Los discos tienen cada vez una caducidad más corta. En redes, plataformas o medios, lo que pasó ayer ya es antiguo. Hemos caído en una trampa antropófaga, de contenidos, aturdidora. ¿Qué problema hay en deleitarse con la música de hace 50 o 70 años? Por supuesto que es fantástico estar al día compartiendo el momento musical en el que vivimos, pero cerrarse y vivir de las tendencias me parece tan alienante como vivir de la nostalgia. Otro aspecto que me fascina es recuperar tesoros, diamantes musicales, escondidos en las grietas del tiempo, y difundirlas. Con «Los Saxofonistas Salvajes» recuperé una serie de caras Bs, que tocados en directo, han hecho vibrar a la gente.
A menudo, la historia de la música parece que tan solo la hayan escrito los #1 del Billboard, pero si te sumerges un poco más allá encuentras auténticas maravillas. Parece una obviedad, pero hay que recordarlo a menudo.

Foto: Marga Merí

 No me engañes. ¿llevas algún tipo de bric-à-brac en algún bolsillo?

Toda mi casa está llena de objetos de ese estilo. Desde agujas de corbata, gemelos, estatuillas orientales, postales de Barcelona (de todos las épocas), objetos Art déco, llaveros, etc… Es fácil encontrarme por rastros, encantes o mercados, curioseando y viendo toda esa cantidad de piezas, parecen restos de un naufragio.

Entradas agotadas en el festival Ressons del Penedés, show en la Aclam de Barcelona… este trio tiene tirón.

Trato de combinar la agenda de Los Mambo Jambo con la del Organ Trío.
Los conciertos van bien, en directo la gente se conecta y disfruta. Esa es la gasolina para cualquier proyecto, lo que hace que tengamos más bolos, está claro.
Nos esperan meses de mucha actividad. Los Mambo Jambo siguen girando tanto en cuarteto como con la Arkestra y en julio haremos unos conciertos en colaboración con el gran Chris Corcoran, un guitarrista inglés de jump blues increíble. Estoy también con un tema de spoken word. He recopilado textos y música, escritos a lo largo de los últimos años para teatro, y en una semana los estreno. En noviembre vuelvo a México para hacer una serie de conciertos acompañado de los Mexotica All-Stars. A pesar de todo esto, quiero tener hueco para esta formación, porqué me aporta mucho, es muy exigente a nivel musical. Los retos me gustan.

 

Texto: Barracuda

 

 

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