Madrid acoge la primera edición de un festival que ya deslumbró el año pasado en Barcelona. Nombres como Deep Purple, Queens Of the Stone Age, Alice Cooper o Evanescence son las grandes confirmaciones de un proyecto que aspira a consagrarse como cita ineludible del panorama festivalero.
“Que hablen de ti, y que además hablen bien”. Esa parece ser la máxima de Martín Pérez (director de Concert Studio, empresa promotora que inició Alma Festival el año pasado) y de Óscar Aranzueque (director de Alma Festival Madrid) para luchar contra todos esos Goliaths que no dejan de aparecer en la industria de los festivales. Desde la ambición, el mimo y la nobleza, Alma quiere convertirse en el festival del pueblo. Porque, aunque a algunos se les olvide, la música siempre ha sido de la gente. Hablamos con ambos vía Zoom para desgranar los entresijos de este interesante ciclo y de cómo evitar que ganen los malos.
¿Podríais contarme vuestra trayectoria, desde su arranque hasta esta conversación?
O: Empecé hace unos 30 años, desde abajo, tanto como tour manager, como haciendo producción técnica y algunas producciones propias. Así estuve como 12-13 años, hasta que me encontré a Najwa Nimri y a Carlos Jean. Era manager de Najwa Nimri, me encontré con Carlos y en ese momento empezamos a desarrollar proyectos publicitarios con la música como vehículo de comunicación. Montamos una empresa de publicidad que desarrollaba proyectos para marcas con música y, en paralelo, comenzamos a hacer producciones y giras de artistas que contratábamos. En el 2019 surgió la posibilidad de trabajar en el parque Tierno Galván-en el que ahora desarrollamos ALMA- y en el camino tuvimos la suerte de cruzarnos con Concert y, bueno, pues aquí estamos, sumidos en esta aventura.
M: Mi entrada en la música se dio por una casualidad muy importante para mí en la vida, que son los Tres Tenores. Los Tres Tenores empiezan en el 90 y yo entro en el 95 o 96 para empezar a hacer algunos conciertos porque, debido a circunstancias que no vienen al caso, me surge esta oportunidad. Trabajo con ellos hasta su último concierto en 2005 en Monterrey, donde ya Luciano está muy enfermo. Esto me abre muchas puertas, porque aunque Los Tres Tenores dieron creo que 26 conciertos en 30 años, hacían 150 conciertos anuales cada uno, y yo trabajaba en varios de ellos. Era una cosa extraña, pero fue algo bestial. Es entonces cuando me quedo con Carreras y hacemos un centenar de actuaciones. Hacemos muchos en España cuando este país no era un espacio para la ópera porque Carreras insiste en que tiene que actuar en al menos una treintena de ciudades nacionales.
Y en 1999 se produce un suceso increíble, y es que en un avión cojo una revista donde hablan de las ciudades europeas que van a celebrar el cambio de milenio y de entre las treinta o cincuenta no hay ninguna ciudad española. Iba en el avión de Carreras y le sugiero que cante en Madrid o Barcelona y nos haga aparecer en ese ranking, y de ese comentario, nace un festival que hoy lleva 26 ediciones llamado Milleni, que hace entre 50 y 70 conciertos cada año. Se llama así porque era el cambio del milenio, y nuestra idea era hacerlo solo un año, ¡y mira dónde estamos! Al año siguiente, me ofrecen una finca que se llama Cap Roig, en la provincia de Girona, para hacer un festival que hicimos durante 11 años y que, por vicisitudes políticas –siendo muy suave- le dan el festival a un tipo que nunca había montado festivales. Entonces creamos Festival de Jardins de Pedralbes, que lo hemos hecho durante 10 años, hasta que la administración catalana, con esta forma “curiosa” que tiene de hacer, se lo da al mismo señor de Girona.
Así que nos reiventamos por tercera vez, y nos fuimos el año pasado a Poble Espanyol a hacer ALMA. En este año tuvimos un golpe de suerte enorme, que fue conocer a Óscar y a los compañeros de Madrid y poder empezar un proyecto que va a ir mucho más allá.
¿Qué ventajas y desventajas conlleva vuestra opción en una época donde hay tanta oferta? ALMA se celebra en meses de verano donde coinciden decenas de festivales mastodónticos que aúnan mucho público.
M: Creo sinceramente que vamos a hacer una marca importante. Un festival a nuestro estilo, que ya está en Barcelona y en Madrid y a los que el año que viene se sumará otra ciudad. Un festival de boutique, que cuida los detalles y donde la gente se siente bien acogida. ¿Qué es lo fundamental para hacer un festival? Hoy son básicos los artistas, pero si hacemos bien ALMA Madrid y ALMA Barcelona, en unos años la gente acudirá al festival y además verá a los artistas, y este es el objetivo. Hoy tenemos propuestas de diferentes ciudades españolas, teniendo en cuenta que Madrid aún no ha hecho la primera edición. Madrid tiene un peso en España determinante, no solamente por la importancia de la capital, sino por su carácter. Además, geográficamente, facilita las cosas porque es radial. Estoy orgulloso porque la oficina de Barcelona se ha volcado con el Festival de Madrid. Este proyecto se va a convertir en el número uno.
¿Cuáles son las dificultades que más cuestan canalizar a la hora de comenzar un proyecto como Alma?
O: En el mes de junio hay menos giras. Es más fácil encontrar artistas para julio que para junio. Es un problema que la fecha en que nosotros desarrollamos ALMA hay muchos artistas internacionales que aún no han arrancado las giras por Europa, con lo cual estamos fuera de calendario. No obstante, nosotros no vamos al artista generalista, al artista de moda, sino al artista de prestigio. Al final, una vez que cuentas, hablando de Madrid, con un espacio como el Parque Tierno Galván, ya tienes mucho ganado. Está céntrico, tienes un aforo importante… Esa parte está más o menos resuelta. La parte técnica es relativamente sencilla también. Al final, cuando estás rodeado de buenos profesionales, las cosas caminan. La parte más dura, porque ya hay variables que se escapan un poco al control total de los que estamos trabajando, es la parte de booking. Madrid tiene cosas muy buenas para booking y otras no tan buenas.
¿Cómo, por ejemplo?
O: Contamos con una masa de población importante, con lo cual eso te permite acceder a artistas que para otras ciudades afrontar una contratación sería complicado. Pero, como contrapunto, nos encontramos con que es una ciudad atractiva y hay mucha competencia. Eso implica menos disponibilidad y la disponibilidad que hay será con muchas probabilidades a un mayor precio.
M: Es que ahora los artistas ya no tienen un caché. Muchos sí, pero estoy generalizando. Ahora tienen una pregunta. ¿Qué aforo habrá? ¿Me mandas la hoja de cálculo? Y entonces te preguntan ya por el patrocinio que tienes en el festival. Muchos artistas no son conscientes de que sin nosotros no actúan en ningún sitio. En Barcelona y Madrid, al ser grandes ciudades, piden un caché desorbitado. Esto va reduciendo tanto los márgenes de los promotores que, sin una parte nueva que se llama patrocinio y que es imprescindible, los festivales no se podrían hacer. Porque, Óscar, creo que no engañamos a nadie si decimos que si a Madrid le quitamos el patrocinio…montamos una ferretería.
Por lo que me contáis, veo un negocio completamente deshumanizado.
M: ¿Se ha deshumanizado? Sí. ¿Se ha alejado? También. Es que antes yo conocía directamente a todos los artistas. Hay una frase ya hecha que es que “este año el artista cobra más porque hará pocos conciertos”. Esto lo dicen absolutamente todos. También ha decidido que con los medios no trata. Además, necesita seis limusinas negras. Es decir, antes el artista era un señor con el que tú tratabas. Ahora no. Ahora tiene un agente o dos por el medio que lo tienen bloqueado porque es su forma de justificar su espacio, que le dicen que es un fenómeno y que ha de cobrar mucho más. Entonces se convierte en una carrera en la cual aparecen enseguida outsiders que encarecen el precio inicial. Como es nuevo y quiere hacerse sitio, le firma en exclusiva y el artista solo puede tocar una vez en España, concretamente en Albacete. Y así funciona.
Tanto Óscar como yo somos dos empresarios que tenemos empresas más o menos importantes, pero es que en el mercado hay multinacionales. Yo llevo diciendo mucho tiempo que acabaremos siendo todos empleados de Live Nation, porque son empresas capitalizadas por bancos o por entidades de Dubai o de donde sea. Y entonces el negocio es otro. Y evidentemente pues para Óscar y para mí es difícil competir con según quién. Por suerte, tenemos un arma que son los festivales y el prestigio de estos. Que los artistas que vengan queden tan encantados que recomienden a sus amigos artistas venir. Te pongo un ejemplo. Yo contraté a Liza Minnelli para Pedralbes porque ella era una gran fan de Carreras, entonces le dejé caer que si venía, tocaría en el mismo escenario que él, y me respondió al momento que si iba a actuar donde lo había hecho él, por supuesto que venía.
O sea, que el boca-oreja no solo es entre los espectadores…
O: Por supuesto que no. Una buena experiencia de, por ejemplo, Jorge Drexler este año nos facilitaría mucho una contratación de un artista de su perfil para el año que viene, porque ha hablado, le ha contado lo maravilloso que es el espacio, lo bien que se le ha tratado y cómo ha salido el show.
¿Por qué decidís optar este formato de ciclo de conciertos en vez de hacer un festival de múltiples conciertos en dos, tres o cuatro días?
M: Hombre, yo creo que hay una comunión entre el público, ¿verdad? Es decir, todos los que estamos hoy y vamos a ver a… Evanescence. Hay una comunión, porque yo quiero escuchar un concierto, quiero oírlo y quiero verlo en ciertas buenas condiciones. Pero, si buscáis una fiesta, es otra cosa. O sea, no lo critico, simplemente es otro modelo. Pero si nosotros hoy nos reunimos, las 5.000 personas que –de momento- vamos a ver a Evanescence, la comunión que se crea es como cuando vas a un partido con la gente de tu mismo equipo.
Además, el artista también sabe que todos los que están allí van exclusivamente por él. En un macrofestival la cosa no está tan clara. Y a mí como público me gusta ir a ver a una banda que ha hecho su prueba de sonido en su tiempo, que va con su espectáculo y que hace su hora y media-dos horas de concierto.
¿Cómo de importante es el apoyo institucional para vosotros y cómo ha sido la negociación para conseguir esos emplazamientos tan emblemáticos?
O: Para el modelo de festival que planteamos nosotros es imprescindible. O sea, si no hay voluntad política, es imposible. Podríamos hacer el festival en el Wizink, que lo gestiona una empresa privada, para hacer alquiler y hacer su concierto, pero no es nuestra intención. Al final, nosotros lo que necesitamos es que las Administraciones y las Instituciones entiendan el modelo que hacemos de festival. Nuestro modelo, al ser más cuidado, menos masivo y más amable para todo lo que es vecinos, autoridades y demás, el emplazamiento es clave.
M: Hacer lo que queremos en espacios cerrados se me hace poco menos que imposible. Las autoridades están en un punto, hablo de forma genérica, en que decir “No”, es lo fácil, porque siempre hay un motivo para decir que no. Además, hay un comodín que se llama vecino. Hay un vecino, y entonces, vecino es poco menos que el santo padre, y por lo tanto, aquí todo el mundo parado. Entonces, para decir que no, es muy sencillo. Y decir que sí compromete. Y nosotros tenemos una Administración poco dada a comprometerse. Muy poco. Y yo me quejo de la Administración en cuanto a que deberían ser una catapulta para las iniciativas, porque en lugar de potenciar, suelen ser un obstáculo para hacer cosas. En Madrid puedo hablar poco, pero en Barcelona es otra cosa. Por supuesto, hay excepciones, gente que te ofrece soluciones para cualquier problema y no al revés.
Con respecto al cartel del festival, ¿qué valor dais a la presencia nacional y a la presencia internacional?
M: Yo no estoy por cuotas en nada en la vida. En mi despacho hay más mujeres que hombres, muchas más, por cierto, pero no es por cuotas, es porque saben mucho, joder. Hay un tema de valores, de gente preparada, que se lo gana, que lo quiere, que lo hace. ¿Españoles o no españoles? Chico, el cartel viene dado por las oportunidades, porque uno está o no de gira, porque nos interesa y porque tiene una calidad y un prestigio que nos conviene.
Por último, ¿con qué artista os sentís más orgullosos de haber trabajado y a qué artista os gustaría traer y no habéis podido todavía?
M: A Elvis Presley, con quien no tuve la oportunidad por motivos obvios. Y, orgulloso, te diría cuatro: Paco Ibáñez, porque ha sido el único tío que me ha dicho “oye, si el concierto no va bien no cobro” (risas); Leonard Cohen, Georges Moustaki y, por supuesto, José Carreras.
O: Hay dos artistas que me han marcado en lo profesional y en lo personal. Uno es Vicente Amigo, con el que me une una gran amistad, y el otro fue, sin duda, Luis Eduardo Aute, pues fue el artista con el que empecé a hacer giras por Latinoamérica y aprendí una barbaridad con él y de él. Y, por el otro lado, me encantaría trabajar con Foo Fighters, pero -y en esto supongo que Martín coincidirá conmigo- los conciertos que contrata uno como promotor y que están condicionados por sus gustos tienen muchísimo más riesgo, porque es fácil que paguemos más de lo que valen.
+ info: https://almafestival.info/
Texto: Borja Morais