Lo ha vuelto a hacer. Y eso sabiendo que probablemente con su disco no pasará nada. O sí, al menos en nosotros. Algunos, como un servidor, disfrutaremos, una vez más de canciones bien construidas, con letras inteligentes, esta vez centrándose en el dolor, el desamor y algún devaneo filosófico más profundo sobre la vida. Emparentándose una vez más con Jackson Browne, Taylor Goldsmith o la vertiente más country de Connor Oberst. Pero cuando me refiero a que no pasará nada es que sabemos – él y nosotros – que no va a vender miles de discos, que no va a copar las listas y que no encabezará los rankings de Spotify. Y eso, aunque a su bolsillo le haga daño, es lo que hace bonita la historia de Jefferson Hyll. Hacer canciones por el mero hecho de hacerlas. Para expresar su arte. Para deleite del personal. Y así cae «Radial Days», y entre Jackson Browne y Warren Zevon, uno disfruta de las cosas bien hechas. O «God Plays Rock And Roll» con un título digno de Chuck Prophet y un aire más moderno que puede desencajar al principio para acabar conquistando. O ese bello y emotivo medio tiempo que es «Mr. Harrison (for Jim Harrison)». No va a conquistar el mundo, pero puede conquistarte a ti.
Eduardo Izquierdo