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Abre en Barcelona el Guitar Legends Hall, primer museo dedicado a la guitarra rockera en Europa

 

¿Por qué aquí justamente, en Barcelona? Cuando Jordi Tardà montó «su» museo del rock con toda la parafernalia que había acumulado a lo largo de los años, algunos pensaron que era el paso lógico después de aquel proyecto fallido, aquella especie de hard rock café llamado Tardà Rock Cafè en el puerto olímpico que cerró a los pocos meses de inaugurarse.

Pero desde aquellos castillos de arena de Tardà la ciudad ha disminuido su garra rockera y eso es algo que el propio Tardà sintió antes de su partida a otra galaxia, así que está por ver si esta vez funcionará el efecto turista que será, sin duda, lo que levante el ánimo de los organizadores e ideólogos de esta exposición permanente.

El museo se centra en la guitarra en el rock, asimilando el blues como punto de partida y llegando hasta el presente con bandas como Larkin Poe. Y exhibe piezas de tiradas limitadas, desde una de las cuatro Fender Stratocaster que la familia de Hendrix replicó en torno a la guitarra que Jimi usó en Woodstock, hasta la Gibson SG de doble mástil a imagen y semejanza de la de Jimmy Page y que el propio genio autorizó con su firma; solo existen 20 piezas iguales.

Hay también algunas guitarras que pertenecieron a músicos de talla alta, aunque no sea eso lo que predomine en el museo. En lo personal, me emocionó ver la Gibson con la que Gary Moore tocó en el inmortal concierto de Thin Lizzy en el Opera House de Sidney. Encontramos, también, guitarras firmadas por músicos del calibre de Paul Stanley, Neal Schon o Buddy Guy.

No se trata de una simple colección expuesta en una galería, sino que el gusto con el que se ha tratado la exhibición nos lleva a iniciar la partida en un recreado garito de blues,  a seguir con la explosión del rock y su impacto en la TV, una sala dedicada a Woodstock, el auge de los setenta, el colorido de los ochenta y todo lo que vino hasta la actualidad. Todo ello en diferentes salas, experiencia inmersiva incorporada (lo más «mejorable» de la excursión), y contado para que todos puedan disfrutar: desde el más pequeño a la más mayor.

En la sala de despedida, buena selección de merch, libros tanto de importación como de cuña nacional, y un puñado de vinilos que necesitan «inspección» de precio. Tanto lo del merch como lo de la librería, gran noticia. Uno puede pasar por ahí sin tener que acceder al museo y visitar la tienda. Me chivaron que los libros se irán renovando conforme vayan pasando las semanas.

Que tengan suerte, la merecen.

 

Texto: Sergio Martos

Fotos: Alberto Belmonte.

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