Si nos tomamos al pie de la letra el mensaje del tour “The End is Nero (Near)”, y le buscamos su significado apocalíptico dejando correr la imaginación, nos encontramos lo siguiente: Es una señal bíblica de que el fin de su era de dominación está cerca. Ese final de dominación, es claramente una ironía, ya que Josh Homme no puede estar en una etapa más alejada de algo que signifique el final, sino de todo lo contrario. Como si de una mutación en carne y hueso del personaje que ocupa la portada de su reciente trabajo “In Times New Roman… (2023)” se tratara, éste se ha empeñado en llevar de forma contundente, pero muy chulesca, su mensaje a nuevas cuotas.
Pero en esta misión que se ha embarcado, no se encuentra solo, ya que se acompaña de su pandilla habitual de los últimos años, Troy Van Leeuwen, Michael Shuman, Dean Fertita y Jon Theodore. Todos ellos desarrollan su propuesta en forma de shows contundentes y muy bien estructurados, como fue el que pudimos presenciar en Dusseldorf, donde 7500 almas se dejaron adoctrinar de forma masiva por un líder que se sintió más cómodo que nunca, vacilón y con ganas de dejarse querer, demostrado con su paseo entre el público en la parte central de “Straight Jacket Fitting”, mientras éste seguía cantando el tema y se dejaba llevar por encima de las cabezas de los asistentes de vuelta al escenario.
Aunque volvamos al inicio de la noche, que no es otro que el arranque con “Regular John”, algo así como evocar donde empezó todo, y a partir de donde se marcó la pauta, enlazándolo con una carta ganadora como es “No One Knows”, sonando ambos espectaculares y que dejaron claro que algo especial estaba por llegar. El setlist se estructuró de manera que los temas más recientes se compenetran sin problema con el resto, estando estos repartidos entre las visitas a su repertorio más clásico, donde propuestas como “Emotion Sickness” o “Carnavoyeur”, asociadas a temas como “Burn The Witch”, funcionan a la perfección. Esta última no figuraba en el setlist, pero a petición de un fan y tras bromear Homme con el diciéndole si es que no había presenciado giras “viejas” donde si la tocaban, finalmente accedió a tocarla (eso sí, sacrificando “Made To Parade”).
Así mismo, la cuota “fan”, y que conlleva poder disfrutar de cosas menos habituales, se cumple a la perfección, y la visita a “Rated R (2000)”, se me antoja uno de los momentos de la noche, disfrutando de “I Think I Lost Mi Headache” y “The Lost Art Of Keeping A Secret” de forma seguida. El baño de masas anteriormente mencionado con “Straight Jacket Fitting”, creo la comunión perfecta para dar da paso a dos temas básicos en su set como “Make in Wit Chu” y “Little Sister” que significaron el fin de la primera parte del show. La banda se despidió, con la tensión adecuada y por todo lo alto, trasmitiéndonos que aún quedaba mucho por disfrutar en forma de un bis cargado de energía y que podríamos definir como uno de esos momentos en los que te podrías quedar a visir para siempre.
Para volver a meternos en el show, acudieron a su reciente trabajo con “Obscenery” y acto seguido a la emotiva y dedicada a Mark Lanegan “God is In The Radio”, que dio paso a una sensación de lanzarse a tumba abierta que significó “Go With The Flow”, y que desembocó en un muro de sonido distorsionado y cortante de una rabiosa “A Song for The Dead”, cerrando el círculo iniciado hacia un par de horas antes. No quiero dejar pasar la oportunidad de destacar el rol de cada uno de los miembros de la banda, donde Troy Van Leeuwen, es el escudero perfecto y un dandi que al verlo te dan ganas de comprarte uno de sus trajes, Michael Shuman, cubre la cuota “Cool” y aporta unos juegos bocales básicos, Dean Fertita con ese estilismo de cocktail es el hombre que toca todo, desde un piano a lo “Stooges”, hasta solos en temas importantes, y Jon Theodore de aire de skater californiano, y que cubre a todos de forma ultra segura. Todos ellos junto al jefe, ofrecieron un show generoso, con entrega indiscutible, un punto de emoción importante, y en definitiva definiendo lo que significa la mejor versión de la banda.
Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Sonia Eireos Gallarin