¡Puxa Desakato! La de los asturianos es la historia de unos amigos del instituto que montan un grupo y luego, casi 20 años después, se despiden llenando el Wizink hasta la bandera. Con el concierto del sábado pasado decían adiós a una larga carrera que deja tras de sí casi una decena de trabajos entre álbumes, mini Lps y Eps. Una despedida que realizaron delante de un ejército de fieles seguidores a los que los dos vocalistas de la formación, Pepo y Pablo (que también se encarga de una de las guitarras), no dudaban en llamar hermanos y hermanas, y que no dejaron de corear y cantar brazo en alto los temas que fueron desgranando en su actuación.
Para la misma, prepararon Desakato un repertorio de 18 canciones seleccionadas de entre todos sus discos, en un reparto que primó La Teoría del Fuego (2016), del que incluyeron hasta 6 temas, y dejó a Inercia (2012) con «Cuando salga el sol», la canción con la que iniciaron el concierto, como única representante. Con la emocionante puesta en escena de «La casa del árbol» completaban igualmente el apartado de sorpresas.
Quizá sea la capacidad de combinación que siempre han puesto en práctica una de las mejores bazas que ha tenido su propuesta: Han sabido maridar como pocos momentos de recogido intimismo con desgarradores latigazos de punkcore, de los que en su concierto de Madrid encendieron carreras, corros y salvajes pogos entre el público más exaltado. Combinan suaves melodías con hachazos de intensidad metálica, con guitarras que tan pronto se exhiben en solos elaborados como se tornan como cuchillas implacables. De igual manera, en el capítulo vocal saben proponer un interesante juego de ofertas complementarias y alternativas con los distintos tonos y timbres de sus cantantes. Canciones plagadas de atmósferas opresivas llevadas al límite por unas letras apocalípticas coreadas en numerosas ocasiones completa y exclusivamente por el público.
Hubo tiempo para los agradecimientos, para la reivindicación del asturiano como lengua oficial y para los emotivos mensajes de despedida, que en el concierto vino de la mano, primero de «Fueu y solombres», interpretada con Pablo a la guitarra pegado a las primeras filas mientras un numeroso sector de la audiencia hacía señales de loa y alabanza desde el suelo y, como cierre final, de una emocionante «Pánico en Frankfurt», que puso los pelos de punta.
Texto: Tomás González Lezana
Fotos: Salomé Sagüillo