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Blues en la encrucijada: Bob Corritore, el hombre que nunca duerme

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

Bob Corritore puede que sea uno de los tipos más atareados del negocio. Sin echar la vista atrás, que da para mucho, solo este año lleva ya cuatro lanzamientos: The World in a Jug, firmado a medias con Jimi «Primetime» Smith, Women in Blues Showcase, High-Rise Blues (en su serie From The Vaults) y el que ahora nos ocupa, Somebody Put Bad Luck On Me. Y como le debe parecer poca cosa, amenaza con un quinto antes de que termine el año, Phoenix Blues Rumble, en el que al parecer reúne a una pléyade de músicos de Arizona, en cuya capital tiene desde hace mucho ya su base de operaciones. Y todo ello sin contar con las giras, la gerencia del Rhythm Room, su club en Phoenix, la conducción del programa de radio semanal Those Lowdown Blues y no sé cuantas cosas más. Con un ritmo tal, y sin ser un chavalín (sesenta y siete años cumplió el pasado septiembre), que siga ofreciendo discos tan frescos, estimulantes y de tanto nivel a un ritmo endiablado, no hace más que confirmar que hay gente que no solo tiene una inagotable capacidad de trabajo, sino un talento que no le va a la zaga.

 

Bob Corritore & Friends – Somebody Put Bad Luck On Me | Album Review –  Blues Blast MagazineEn Somebody Put Bad Luck On Me, el tupé más molón del desierto vuelve a reunir por enésima vez a parte de lo más granado de la escena blues actual, una selección de lujo que incluye nombres prácticamente de costa a costa: desde San Francisco (Tia Carroll) a Detroit (Thornetta Davis), bajando hasta Mississippi (Johnny Rawls, Bobby Rush) y Texas (Sugar Ray Rayford, Diunna Greenleaf) para acabar aterrizando en la ciudad natal de Bob, Chicago, de cuya escena aparecen Willie Buck, John Primer, Lurrie Bell y Oscar Wilson. Y nos dejamos a la sección rítmica, que da para un segundo equipo, suplentes incluidos. Un elenco tan diverso como las distintas interpretaciones de cada uno de los dieciséis temas, todos ellos unidos, faltaba más, por la armónica del maestro. Un maestro que no ha perdido un ápice de humildad y curiosidad por su arte, declarando en una reciente entrevista que “a lo largo de todos estos años, todavía estoy aprendiendo. Me emociona seguir descubriendo nuevas e imaginativas formas de interactuar con la armónica en una canción. El proceso de aprendizaje nunca termina”.

 

Evidentemente quien conozca la trayectoria de nuestro hombre ya sabrá de sobras lo que va a encontrar aquí: blues de primera línea, clásicos puestos al día (entre las firmas encontramos a varios venerables como A.C. Reeds, Deadric Malone -más conocido por Don Robey-, Willie Dixon, Alberta Adams, Jimmy Rogers o Baby Boy Warren, autor del tema que titula el disco) y distintos caminos secundarios que van del toque soul de Johnny Rawls en su propio «Midnight Love» al chispeante R&B de «If You Don’t Want to Love Me» en la voz de Eugene “Hideaway” Bridges. Todo ello con la clásica producción marca de la casa, nítida y afilada sin perder el más nimio detalle.

 

Una nueva entrega pues, que sumar a las tres anteriores y a la nueva en ciernes citadas al principio, para perderse en el mundo de Bob Corritore durante días y días. Un ejercicio -el de pasar una pequeña temporada muy centrado en un artista en concreto- que muchos aficionados suelen practicar. Una de tantas buenas costumbres compartidas por los que escuchamos música hasta durmiendo.

 

 

Eloy Pérez

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