Haber visto a esta banda en vivo a menos de medio metro de distancia y en las circunstancias en las que la vi, es algo que me llevaré a la tumba como un extraño privilegio. Verlos por Europa es tan fácil como ver un Bigfoot, y en su segunda aparición han vuelto a escoger el mismo sitio que en la primera: The Blues Kitchen, una especie de restaurante/ bar hípster-retro frecuentado por gente que no va allí precisamente a ver a bandas como esta. De hecho, aunque la gran mayoría acabara bastante satisfecha (cosa inevitable dado el nivel estratosférico del que estamos hablando), el plato fuerte seguía siendo la banda versiones de clásicos del soul que tocaban tras ellos. Como decían Metallica, que no sé qué cojones pintan en este texto, Sad But True.
The Texas Gentlemen son uno de esos secretos a voces dentro del gremio musical. Músicos para músicos. Se les ha comparado con The Wrecking Crew, The Swampers, The Band…ya sabéis, músicos de sesión/acompañamiento que hacen que todo suene a clásico atemporal y tienen una paleta de recursos más grande que el firmamento. El único problema que alguna vez asoma el hocico con los de esta guisa, es la excesiva frialdad o la falta de talento compositivo. No con los Gents. A estos caballeros no les falla ni les falta absolutamente nada. Tienen virtuosismo, canciones absolutamente enormes, carisma, humor…son un sueño húmedo de grupo.
Sus arreglos no son precisamente sencillos o manidos, pero sin embargo suenan como si los estuvieran improvisando en el acto, con la mayor frescura del mundo. Hablando de improvisar, ¡menudas jams se marcan! Las que se hicieron en medio de sus versiones de “Cissy Strut” de The Meters y de “The Shape I’m In” de The Band fueron absolutamente espectaculares. En la segunda uno de los guitarras, Ryan Ake, se bajó del escenario y se metió entre el público. Nada nuevo, pero luego, cuando se volvió a subir, tocó un rato más, miró al frente y dijo “downstairs baby” y volvió a arrojarse al foso para delirio de los que, sin conocerlos de nada, ya estaban completamente entregados a la banda. Lo que a mi más me impresionaba era que mientras Ryan daba el espectáculo abajo, con toda la parroquia milenial haciéndole/se fotos y flipándolo con un recurso más trasnochado que el copón, el que estaba dando un auténtico recital de guitarra sobre el escenario era Nik Lee, a su puta bola, y solo con mis ojos prestándole atención.
Abrieron con un par de temas nuevos que ni dios había oído, como si supieran que estaban tocando para su propio disfrute y no de cara a la galería; en definitiva, una cualidad muy loable que poseen muchos de los que van sobrados de talento. Si te vuelcas demasiado en el público, en algún momento se te pueden apartar y la hostia que te das es bastante maja. Cayeron temas de sus dos discos y más novedades, a parte de las dos versiones ya mencionadas. Todo con harmonías a tres voces y unos arreglos de guitarras increíblemente originales y que se salían en muchas ocasiones de los que habíamos escuchado en los discos. La base rítmica fue implacable, manteniendo un ritmo y un groove constante, para que Ryan Ake, Nik Lee y Daniel Creamer hicieran lo que les diera la real gana.
Daniel fue el maestro de ceremonias, siempre con humor y acento inglés (no hace falta que os diga que es de Texas) y recordando muchísimo a ese otro gran teclista, vocalista y director musical llamado Terry Adams. También iba chillando los temas o en muchos casos preguntando “¿Qué hacemos ahora?” NRBQ te pueden venir mucho a la cabeza con esta banda. Nik Lee, más que nada, acojona. Tiene la clásica “mirada de los mil metros”, como si lo único que le importara en el mundo fuera su guitarra y el micro por donde va a proyectar su imponente voz. Un auténtico virtuoso con un talento descomunal. Y que nunca nos falte, claro está, un Ronnie Wood, el cachondo mental que pone las poses, y hace que todos estén de constante buen rollo (difícil con Nik, pero lo intenta). También toca de la hostia, no frivolicemos demasiado. Hablamos de Ryan Ake.
Con todo esto y un repertorio como el suyo (que es evidente que puede variar dependiendo de lo que les caliente la entrepierna en ese momento) es una de esas bandas por las que viajarías y serías capaz de agobiar hasta a cierta parte de tu cerebro con la constante adulación y recomendación; levanto la mano. Que no quede una vez más desde aquí, tratar de que los impactados por su enorme talento sean algunos más. Otra característica de los que van sobrados y ya tienen suficiente curro: a ellos esto se la suda. Van a publicar disco nuevo en breve. Pensar en que esta vez les dará por presentarlo por Europa en condiciones, es un sueño a día de hoy, pero, ¿no es acaso soñar a lo que nos dedicamos con frecuencia los que estamos metidos en estos terrenos con cierta pasión involucrada? Yo ya he empezado.
Texto: Javier H. Ayensa
Fotos: Galli Martini