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Joe Henry – Paral.lel 62 (Barcelona)

Hacía ya unos años que no nos visitaba uno de nuestros trovadores estadounidenses favorito, y lo cierto es que el público de nuestra ciudad no estuvo a la altura de la grandeza del personaje y del disco que presentaba, el notable  All The Eye Can See. Un teatro prácticamente vacío y una platea en penumbra podían hacer presagiar una noche fallida, pero no fue en absoluto así.

Aparece en escena Joe Henry. Aspecto impecable y voz embriagadora. Afortunadamente intuimos que ha superado del todo ese maldito cáncer que le diagnosticaron hace cinco años y al que se refirió visiblemente emocionado en el tramo final del show. En un principio va tan sólo acompañado de su guitarra acústica y a partir de la segunda canción será secundado tanto al clarinete como al saxo soprano o al piano por Levon Henry, que es su hijo y colaborador habitual en los últimos años.

Si bien es cierto que es un poco molesta esta tendencia que se está normalizando de que los artistas que vienen de otros continentes lo hagan en solitario o sin sus bandas habituales, en el caso que nos ocupa tiene poca importancia. El grado de compenetración entre padre e hijo y el hecho que el pequeño formato favorezca esta propuesta intimista de músico y contador de historias que tanto caracteriza a Henry, hace que no echemos en absoluto de menos a su banda habitual.

Y es que no nos engañemos, si el cantautor americano es un excelente compositor, su faceta de narrador y contador de historias lo hace aún más atractivo. Así pues, a lo largo de la velada vamos intercalando lo bueno y mejor tanto de su último disco como de Civilians, Reverie o The Gospel According To Water con una colección de historias que llenan de significado las bellas melodías del artista.

De esta manera nos inspiramos recordando las noches irlandesas y disertamos acerca de lo que significa el silencio, tomamos consciencia social haciendo memoria acerca de aventuras creativas pasadas con el ya difunto Harry Bellafonte, retomamos sensaciones y viejos recuerdos volviendo a dormir en nuestra cama de la infancia y reverenciamos a Karen Dalton, Orson Welles, Woody Guthrie y Cole Porter. Historias, melodías, textos, vivencias y filias que hacen que la noche fluya de una manera pausada y placentera.

Cuando las luces se encienden después de que se desvanezcan los últimos acordes de “I’ve Got You Under My Skin” volvemos a la triste realidad que habíamos olvidado durante una hora y media. El escaso pero ruidoso público aclama al artista y se marcha para casa constatando que para que el arte fluya no son imprescindibles grandes formaciones ni teatros repletos de gente. Tan sólo necesitamos un buen narrador y un puñado de grandes canciones.

Texto: Rubén García Torras

Fotos: Sergi Fornols

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Joe Henry – Paral.lel 62 (Barcelona) Versión 2.1

Mucho ha llovido desde que descubrí (tarde, lo sé) a Joe Henry con aquel Civilians (2007) que, todavía hoy, me sigue pareciendo uno de sus mejores trabajos. Interesándome por lo precedente y siguiéndole religiosamente a partir de entonces, su carrera se ha convertido en referente personal. Pocos artistas americanos en estas dos últimas décadas se me antojan más imprescindibles que él.

Y así, con una nueva obra maestra bajo el brazo -ese All The Eye Can See editado en enero- se presentó en la sala del Paral·lel. Una sala que, fuera por saturación de agenda, por desidia o por lo que sea, le recibió desangelada como pocas veces: un tercio escaso de la platea y gracias. Tomándoselo con esas tablas que en los grandes es pura naturalidad, bromeó solo salir diciendo que tal vez estaríamos más cómodos subiendo todos al escenario. Una pequeña broma que rompió el hielo de inmediato, justo el tiempo necesario para empuñar la guitarra y recitar los primeros versos de «Song That I Know», una de sus más recientes joyas. Saldría a continuación su hijo Levon para acompañarlo a lo largo de todo el show, mayormente a través del clarinete y ocasionalmente al piano.

Discurriría a partir de entonces un recital que revisitaría viejos logros («Like She Was a Hammer», «After The War, Odetta», «Sold»), y regresaría al presente más inmediato en una serie de temas del nuevo álbum, antes de sentarse al imponente piano de cola que presidía el escenario y desgranar «Our Song» y «God Only Knows», dos de las muchas perlas en Civilians. Ya de nuevo a la guitarra, la recta final con «The Fact of Love», «Eyes Out for You» y «Orson Welles» fue un fin de ceremonia absolutamente mágico, emocionante casi hasta la lágrima.

Mención aparte merecen los comentarios y las introducciones a algunos temas (en el caso de «Mule» y «Kitchen Door», simplemente maravillosos); Henry es un erudito en el mejor sentido de la palabra, y su oratoria desprende esa clase de innata sabiduría que solo los genios poseen. Adecuadísimas pues sus reflexiones al presentar los temas, antes de regalarnos una y otra vez esa música suya que trasciende el rock, el jazz y el blues para entrar en el terreno de la canción americana más atemporal, más canónica. Esa canción americana encarnada en su ídolo Cole Porter, de quien versionó la habitual e inmortal «I’ve Got You Under My Skin» -intercalando unos versos de «Like a Rolling Stone», guiño a su parlamento previo- en un bis ruidosamente reclamado por un público que, no por escaso, se mostró menos entusiasta y agradecido. No había para menos.

Texto: Eloy Pérez

Fotos: Sergi Fornols

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