Un chiringuito en una ciudad “revuelta”, unas cervezas de más y un hidropedal que manejan, como pueden, La Trinidad y Carlangas. Los ingredientes no presagiaban nada bueno. Se mascaba la tragedia. O no. El resultado de aquella tarde de marejada y lucidez dio pie a Sheriff Playa (Sonido Muchacho, 26 de mayo de 2023), el segundo LP del cuarteto malagueño.
Estos “butaneros del rock”, esto es, “civiles que trabajan de lunes a viernes”, le ponen funky y rabia a la precariedad laboral y a otros temas que les atañen. Sheriff Playa es un disco “internacionalista”, sin prejuicios, con influencias dispares y perspicacia minimalista. Escuchen, resistan, bailen.
Hace un año, os entrevistamos por vuestro EP Qué Asco de Primavera; ya trabajabais en Sheriff Playa, pero entonces nos confesasteis no tener “ni puta idea”. Además de producir el disco, ¿Carlangas os hizo de guía?
Carlos Guerrero: Sin duda él ha sido uno de los factores claves del disco; es una gran suerte habernos encontrado con él, porque ha sido productor, quinto miembro del grupo y, sobre todo, nuestro amigo. Nos hemos entendido muy bien y además, nos ha sacado de nuestra zona de confort –y desorientación–. Era uno más haciendo música con nosotros.
Sixto Martín: Se nos juntó un poco el hambre con las ganas de comer: por un lado, estábamos muy perdidos artísticamente, sufrimos una especie de bloqueo creativo; y al mismo tiempo, aspirábamos a hacer algo diferente. Nos sentimos poco acompañados por la escena; es decir, somos amigos de muchos grupos y nos siguen gustando muchas bandas del boom de 2017-2018, por ejemplo de Sonido Muchacho: Carolina Durante, La Plata, etc. Pero a estas alturas ya nos sentimos un poco lejanos. Sheriff Playa surge en un momento de quitarnos prejuicios y empezar desde cero, y la experiencia ha sido absolutamente gratificante.
No es habitual un cambio tan notorio del primer al segundo disco en cuanto al sonido.
CG: Es circunstancial. El primer disco se publicó en 2020, justo antes de la pandemia, y hasta Sheriff Playa han pasado casi tres años, por lo que ha habido muchos cambios a nivel personal. Asimismo, el mundo, y nuestros gustos –sobre todo nuestra concepción de la escena–, han cambiado. No estamos en ninguna batalla, pero lo que está hoy de moda no nos interesa. En su momento, nos flipamos con el noise pop, pero ahora no nos sentimos tan identificados, escuchamos otro tipo de música.
SM: Al fin y al cabo vivimos en Málaga, vemos los toros desde la barrera. En nuestra escena hace falta que salgan grupos fuera de grandes capitales. Todo está muy centrado en Madrid y eso te da una perspectiva diferente si lo ves desde el otro extremo del país.
Jorge Zúñiga: Nos sentimos mucho más identificados con grupos como Vera Fauna que con cualquiera que salga de Madrid y que está imitando a Carolina Durante.
SM: Cuando una escena empieza a funcionar, todo el mundo intenta arrimarse, y la industria busca capitalizarlo. En Madrid hay más gente interesada en conseguir unas manoplas de Bimba y Lola que en hacer un buen disco (risas).
Sheriff Playa es entonces un disco que va contra las olas, no solo las que combatisteis en aquel hidropedal junto a Carlangas, sino también en cuanto a modas.
JZ: No vamos en contra de ninguna moda ni escena; simplemente escuchamos otro tipo de música.
SM: Es una reacción que ha salido de forma natural, Sheriff Playa no nace de una desafección enorme, ni nada por el estilo. El punto de partida no fue: “Vamos a hacer un disco para cambiar las reglas del juego”. No somos tan pretenciosos.
Pese a que las primeras críticas apuntan a un disco más pop, “bailable” o “luminoso”, las letras siguen siendo bastante corrosivas. Solo hay que tomar «6,30»: sin que suene pretencioso, tiene aires de himno generacional. ¿Estáis de acuerdo?
SM: Puede serlo y no, porque hay gente de la edad de mis padres que cobra eso. Sin ir más lejos, mi madre ha tenido trabajos en los que posiblemente haya cobrado menos que 6,30€ la hora. La generación que hoy tiene entre 40 y 50 años carece de representación cultural; está la de los boomers, la nuestra, y la de en medio, ¿qué? Tal vez el grito de «6,30» suene generacional –lo es–, pero la precariedad laboral es una realidad de clase, no generacional, que se extiende a una parte muy grande de la población.
La hoja de promo destaca el “minimalismo” de vuestro nuevo LP. ¿Os ha costado deshaceros de capas y capas de guitarras?
CG: No nos supuso ningún esfuerzo, porque cuando te lo dice alguien como Carlangas, y busca referencias que te flipan, es como: “Claro, tío, si es que no hace falta”. Ha sido súper natural y orgánico.
SM: Nuestras referencias son muy dispares. En el proceso de Sheriff Playa hemos escuchado muchísima música jamaicana y rock de Nueva York, así como bandas actuales, tipo electrónica, por ejemplo. Antes era como: “Vale, nos gustan los Smiths y Nacha Pop”; esta vez ha sido: “Vamos a sacar nuestro propio sonido, pero con una visión mucho más global”. Es lo que representa el mapa de la portada: un disco internacionalista.
Carlos Jesús Salado AKA ‘Chairlost’: Lo del minimalismo ha sido guay; nos hemos sentido muy cómodos en el estudio. No sé si decir que hemos tenido poco ego, pero sí pocos complejos a la hora de decir: “Oye, en este tema solo hace falta una guitarra, tú no toques”. Y no pasa nada. El disco ha crecido a base de ceder; no es que antes no lo hiciéramos, pero…
SM: Nos hemos excedido menos todos.
CH: Exacto. Que haya poco, y que lo poco llene mucho. Esto cuesta bastante.
SM: La sensación ha sido como cuando de adolescente montabas tu grupo y tocabas por primera vez, y de repente veías que a uno se le escapaba la sonrisilla, como diciendo: “¿Ves? Está sonando…”. Ha sido como aprender a tocar de nuevo, con otros ojos y otro lenguaje.
CG: Firmamos una especie de contrato, con la idea de hacer nueva música y una predisposición: “Esto es lo que queremos conseguir, si a alguno de repente se le va un poco la olla, se le dice: “no, no, por aquí, no”.
El disco suena bastante ochentero. Desde el post punk de Parálisis Permanente a Talking Heads, con un toque a lo The Cure también… Y a todo eso le añadís el rollo dub, además de ese “aire” que funciona “como un instrumento más”.
CH: Que el vacío o el silencio sea un elemento más es muy importante.
SM: Esos grupos que has citado han estado más que presentes, y aunque tenga ese punto de años 80, también suena a 2023. También abundan las referencias a música de los 60 y 70; por ejemplo, hay una gran influencia del reggae, del dub. Si le quitas esa visión de años 80 y te pones a analizar cada elemento, diría que es más setentero, por ese rollo funky. «Más Rápido» suena bastante a una canción de ahora; o «Jardín del Cemento», que cierra el disco, es bastante atemporal. Es un viaje interesante por muchos géneros.
CH: Me parece que es un disco que no se podría haber hecho antes, sin la tecnología de hoy, sin internet.
SM: Muchas de las canciones parten de sampleos de trabajos anteriores. A nivel tecnológico estamos en un momento en el que te planteas: ¿Y si no cojo la guitarra hoy y me pongo delante de un ordenador?
Abramos pues el melón de la Inteligencia Artificial. ¿Os planteáis utilizar esta tecnología para crear música?
JZ: Sería cómodo, pero le quitaría la gracia.
CH: Como todas las tecnologías que se han desarrollado en la historia, la clave está en el uso que les des, y son necesarias algunas consideraciones éticas. No es un proceso artístico, porque este tiene que ser humano. Instrumentalizar los procesos creativos nunca ha llegado a buen término.
SM: La tecnología no es mala per se, no tiene esencia. Habrá que ver, eso sí, para qué se va a utilizar, quién hará uso de ella y en poder de quién va a estar.
CH: Y qué algoritmo se está teniendo en cuenta. Si estás intentando imitar estilos de música concretos, basados en grandes éxitos, etc., al final se estandarizarán –aún más– géneros que ya están completamente estandarizados e hiper industrializados.
SM: Massive Attack hizo una reflexión muy interesante: si la IA es capaz de copiar un tema con tanta facilidad, quizá es porque no estamos empujando todos los límites creativos que podemos como humanos.
CH: Está claro que va a cambiar las cosas, para bien o para mal. En el caso de las artes, en concreto la música y el cine, tendrán que pasar unas cuantas décadas más. Y no creo que genere ninguna nueva escena, en ninguna ciudad.
Volviendo a los conciertos con humanos, otra de las características que ha potenciado Carlangas es precisamente vuestra esencia en directo, ¿cómo habéis combinado Sheriff Playa con vuestra anterior etapa?
CG: La gira con GPS (Girando por Salas) nos ha servido para experimentar con las nuevas canciones. El setlist que manejamos ahora puede cambiar a la vuelta del verano. Llevar Sheriff Playa al directo ha sido extremadamente fácil, porque se ha grabado en el estudio como si fuera un directo. No sólo es sencillo a nivel técnico, también en cuanto a energía: disfrutamos más con estas canciones, nos divertimos mucho. Es como jugar. Estamos más relajados tocando, pero a la vez con más nervio.
CH: De hecho, la canción «Convertidos en Estatuas», es la única canción del disco –y de todos nuestros trabajos discográficos–, que estamos los cuatro tocando a la vez dentro de la ‘pecera’, en una sola toma.
SM: Este disco nos ha hecho mejores músicos, mejor grupo. Eso te da más confianza en el directo. Tocar ahora una canción prepandémica, de cuando estábamos en la universidad, parece de otra vida. Con Sheriff Playa nos lo pasamos mejor. Estamos ilusionados.
Texto: Amaia Santana
Fotos: Alba Cantero