La energía es de lo que se alimenta el Rock. En todos sus estilos y de todas las maneras posibles, la de quienes están sobre las tablas y la que emanan los que están abajo. Y el doble cartel de otro jueves bilbaíno con enjundia lo dejó bien claro. No demasiada gente en la Sala Azkena (tocaba Sting casi a la misma hora, aunque me da que no son dos públicos demasiado parecidos) pero una cosa quedó clara a la salida: El comentario más rotundo fue ese de “ha sido una noche de la que decir yo estuve allí”. Entre magistral, exagerado, el mejor concierto del año, una barbaridad… se sucedían los calificativos de músicos de la escena (de esos a los que hay que hacer caso), sospechosos habituales, entendidos del Rockerío de sala y demás especímenes poco recomendables a los que hay que juntarse siempre.
La cosa empezó con Miranda & The Beat. En teoría tres féminas y Dylan Fernández, un teclista, con pelo a lo afro y un look envidiable. Pero faltó la bajista, sustituida por Alvin B.J. Jackson III (qué maravilla de nombre), aunque sí estuvieron Miranda Zipse y la batería Kim “The Beat” Sollecito. Su actuación, de poco más de media hora tuvo un fuerte componente caótico. Corto, agresivo, eléctrico, ruidoso… vamos, que muy bien. Tras la intro de “The Good, the Ugly and the Bad” con el Farfisa, Miranda tomó el control un poco de aquella manera pero sacando chispas a sus seis cuerdas. Dylan castigando su órgano y su pandereta y Kim Sollecito imponiendo con su presencia al fondo. ¿Lo mejor? Dentro de su amalgama sónica “Chillantro”, “ODR” o “Sweat”, sonando todo muy ferozmente distorsionado aunque con un poso garagero realmente reconocible.
Pero el respetable había ido a ver, en su mayoría, a Civic. Los australianos tiene una base de seguidores sólida por estos lares y su último trabajo, “Taken by force”, es un pelotazo. Vale que empezaron a medio gas (el girar sólo con un guitarrista es lo que tiene, pero con una consiguieron darle el cuerpo de dos) pero se fueron calentando al mismo tiempo que el público, unos “Fucking Legends” según el vocalista Jim McCullough, que han pasado de ver a Sting para arroparles. Vamos, algo lógico.
“Radiant Eye”, “Another Day”, “As seen on TV” sonaron brutales, la pausa la puso “Trick of the Light” (acordes que recordaban al “Love will tear us part” de Joy División, aunque sea enrevesadamente), y la zapatilla continuó con “Call the Doctor” y la coreadísima “Taken by Force”. Al final tras casi cincuenta minutos de sonido australiano crudo y amenazante, todos contentos para casa. Otra noche de High Energy apabullante.
Texto: Michel Ramone
Fotos: Dena Flows