Encuentros

Bravo Lahoz, “los hombres modernos y civilizados se escandalizan con facilidad”

 

 

 

Javier Bravo Lahoz publica su segundo disco, Bravo Lahoz 2 (autoeditado), en el que expande su particular universo lírico, navegando en un océano musical radicalmente independiente.

Para aquellos lectores que no te conozcan, ¿quién es el ser humano que se esconde detrás de Bravo Lahoz?

Pues yo le ando buscando, y me está costando llegar a saber quién es; al final, todo esto que hago es el precio que tengo que pagar por intentar conocerme, y cuando parece que llego a saber quién soy, de repente hago algo que me deja totalmente descolocado y me pregunto “¿pero por qué ostias he hecho eso?; quiero pensar que no soy el único al que le ocurre esto, supongo que todos creemos que tenemos una línea marcada con mucha claridad, que luego rompemos cuando menos lo esperamos, ¿no? Dime que sí porque no quiero pensar que estoy zumbado.

Estoy seguro de que aunque creamos que sabemos cómo nos vamos a comportar en cualquier situación, siempre nos acabamos por sorprender, el que piense lo contrario, se engaña o es muy ignorante, o es lo más aburrido que hay en este mundo. Hago mucha introspección y simulaciones de cómo me comportaría ocupando otro lugar de la realidad y lo reflejo en mis canciones, más o menos ahí debe estar definida mi identidad, además cuento con mis archivos, más de 100 cuadernos con infinidad de reflexiones y reacciones que me aportan mucha información, aunque nunca suficiente. Y todo este rollo para una conclusión, que no tengo ni idea de quién soy. Soy el que soy, como decía alguien que salía en un libro.

“Bravo Lahoz 2” es comercialmente muy difícil, más para los tiempos que corren. Textos largos, estribillos escasos, folk reposado, ambientes electrónicos, parquedad instrumental… ¿te va el riesgo o simplemente tienes muy claro a lo que juegas?

Para hacer canciones sensibleras de 3 minutos ni me levanto de la cama, que ya tenemos mucho de eso. Sé que haciendo lo que hago no voy a recibir muchas “visitas” en redes sociales y no me voy a hacer rico, pero me deja satisfecho hacer realmente lo que quiero hacer y darle el enfoque más radical que pueda, no suavizar ni el mensaje ni el sonido, y eso que he estado muy comedido en esta entrega. La autogestión tiene solo esa ventaja: poder hacer lo que me dé la gana, sin presiones comerciales, aún puedo permitirme otro fracaso comercial, aunque no sé si muchos más, porque esto es una ruina.

La independencia te permite no tener que definirte en una etiqueta para venderte a un público cada vez más indiferente a la música y más interesado en la imagen, lo podemos ver en los estilos que son populares en estos momentos, si algo funciona, la apuesta es replicar el modelo sin profundizar, vaciándolo de contenido, y exprimirlo hasta dejarlo seco; fíjate en el nuevo manierismo punk, eso que algunos llaman ya “el nuevo punk”, que es punk por mis cojones, no es más que una estética que parece revolucionaria pero es profundamente reaccionaria, un discurso que glorifica la alienación y una imagen que fomenta un consumo transgresor, es el producto ideal para festivales repletos de estudiantes de marketing y comunicación y donde se consume mucho de muchas cosas, no tiene nada de ruptura, solo forma, y solo es un ejemplo de tantos que podemos encontrar.

Yo solo quiero mantener algo de integridad, a mí eso me parece importante, y señalar la estupidez allá donde la vea, aunque no me va a ayudar a prosperar demasiado en este negocio.

Si yo te llamo cantautor, ¿qué me respondes?

Gracias. Para mí es un verdadero halago que me digas eso, porque lo que soy, bueno, es lo que quisiera ser; desgraciadamente cuando se habla de cantautor parece que obligadamente tenemos que pensar en un baboso con una guitarra acústica haciendo canciones a la democracia y el amor romántico.

En realidad no existe una estética de cantautor, por mucho que diga rate your music; Kate Bush lo es, David Bowie lo es, hasta “El Cabrero” lo es, solo hay que escribir y componer tus canciones para ser cantautor, pero ahora que mandan los algoritmos, y si te encasillan te quedas en un rincón sin llegar a un público que pueda apreciar tu propuesta, por una etiqueta que en realidad no define el estilo, pero es lo que pasa con las etiquetas, no sirven para nada.

Para un disco de estas características, con letras tan desprejuiciadas y personales, el trabajo de los textos es esencial ¿cómo sueles trabajarlos?

Para mí los textos son lo más importante, son la base de lo que hago, el discurso es lo más importante. Parto de ideas generales casi como un relato corto y las voy desarrollando, la música viene después. Una vez tengo un tema sobre el que quiero hablar, le doy muchas vueltas, muchísimas vueltas, alguna de las ideas de las que parto salen de una base muy amplia de textos que tengo almacenados en mis diarios, los dejo reposar allí durante años, y cuando necesito ideas, doy un repaso a ver que me encuentro, siempre aparece algo que me sorprende. No tengo un método muy claro, solo darle muchas vueltas a la idea, hasta que no dé para más.

Tu tesitura vocal y el ambiente testimonial e introspectivo me hacen recordar a los primeros discos de Nacho Vegas. ¿En tu vida normal tu mirada es igual de desesperanzada o solo forma parte de tu yo artístico?

No le he escuchado tanto como para decir que es una referencia; pero es evidente que es una de las pocas figuras respetables que quedan en el panorama nacional, y aunque a veces le da por hacer el progre, se le perdona todo, viniendo de Manta Ray se le puede perdonar cualquier cosa. No sé si su mirada es desesperanzada, pero la mía desde luego que no lo es. Vivimos unos tiempos que no nos los merecemos; cuando era joven soñaba con el triunfo de la revolución surrealista de la que hablaba Bretón, y finalmente la tenemos aquí, he vivido en el momento justo para disfrutarla y nos está dando momentos increíbles; el absurdo es materia prima para crear relatos delirantes y ahora es muy abundante; no tienes ni que salir de casa, pon la televisión y alucina con la irracionalidad de la “actualidad”, es alucinante, un viaje lo disparatado.

En algunas canciones represento personajes, intentando exagerarlos, pero resulta que al final encajan tanto en esta nueva realidad que son hasta aburridos, intento exagerar lo ridículo y me salen personajes que podrían pasar un viaje en un ave de bajo coste enganchados al Netflix y comiendo quicos. La función social del artista es señalar lo absurdo, y todo lo demás son gilipolleces, tenemos que darle la vuelta a la realidad para agitar conciencias y despertarnos de nuestra somnolencia; eso ahora se hace difícil, porque por mucho que exageremos siempre se habrá normalizado la estupidez hasta superar a la ficción… a ver si al final sí voy a tener una mirada desesperanzada…

Con “La canción de la fuente” refuerzo mi idea de que te gusta ir a lo difícil. Es una especie de jota noise, por momentos atonal en lo que se refiere a la melodía a vocal. ¿De dónde sale una canción como esta?

Es una recopilación de imágenes de origen onírico, mezcladas con otras realidades paralelas y escritos encontrados a trozos. Tiene lugar hace muchos años (no se si 113, como dice la letra, pero muchos),  en Fuenlabrada (donde viví muchos años y muy felices); entonces había sembrados y olivares en las afueras, al lado de los polígonos industriales; el día la de “la santa que no es santa todavía” del que se habla, es el 9 de marzo, en ese día se hacía una romería honor de Juana de la Cruz, (abadesa de un convento de la comarca en el siglo XV, a la que allí llaman Santa Juana; que no es santa, tiene sin concluir el proceso ordinario de canonización desde el siglo XVII),  y a hora es una fiesta popular, el día de la tortilla (porque la inquisición prohibió la veneración a la santa seguro que porque entonces sí existía el patriarcado) se perdió el carácter religioso de la celebración.

Se decía que por una promesa incumplida por la madre de la santa, que dijo que entregaría el peso de la niña en cera después de que se salvara milagrosamente de un accidente, ahora espera incorrupta (en el convento de La Santa Cruz en pueblo cercano) a que la iglesia de fe de que está en el cielo, y resuelva de una vez su causa. La canción tiene ese carácter tradicional en estructura y armonía evidentemente por estar ubicada en ese entorno, cuenta una historieta de desamor con imágenes de derrota contenida y está en vuelta en mucho ruido, como es debido.

En “Maldito” encontramos una de mis canciones favoritas. ¿Cuándo fue la última vez que quisiste una vida normal? ¿Se te pasó la fiebre?

Tengo una vida normal, muy normal, he peleado bastante por conseguirlo y estoy muy orgulloso de ello, en las turbulencias se pierde mucha energía, y soy más productivo con una vida estable. El personaje de la canción en realidad me sirve para poner sobre la mesa algunas de las tonterías (post)modernas que se han convertido en recurrentes ultimamente, aunque me da que no son más que palabrería y forman parte de ese intento de establecer un nuevo paradigma moral, que quedará en nada. Hablo en ella de eso de la cancelación y de la deconstrucción masculina, idioteces, conceptos de tuiteros, de politicuchos advenedizos y poco más.

He visto que algunos activistas de las redes (la mayor escoria de la humanidad) le dan importancia a estas cosas y creen tener el poder para amargarle la vida a quien no comulga con sus creencias prefabricadas, pero he visto también que… na de na. Al final, la gente normal vive aparte de esas gilipolleces, luchando por las cosas importantes, siendo adultos y dejándose de pataletas infantiles. Y eso es un poco lo que quiero contar en esta canción.

“Muy aburrido” me parece uno de los cortes más sobresalientes que encontramos, tanto musical como líricamente. Su letra es totalmente pedestre pero muy certera y aguda. ¿Por qué estamos tan aburridos si tenemos una galaxia de entretenimiento a nuestro alcance?

Lo mismo es por eso, porque hay demasiada oferta de entretenimiento, que no necesitamos. Se ha perdido la tolerancia al aburrimiento, y ahí está la industria cultural, al acecho, para que nunca nos sintamos solos, para que siempre estemos consumiendo, es la maquinaria de la alienación. No podemos pasar un segundo si vivir experiencias excitantes, pero ninguna experiencia va a cambiar nuestra vida, no sé porque nos engañamos, eso no es más que un mito romántico que se mantiene vivo desde el siglo XIX, hay un mercado de la experiencia que vende sus productos como si se trataran de autenticidad.

Aburrirse es lo auténtico, conectar con uno mismo y desconectar de los estímulos que buscan llamar la atención de nuestros deseos para que al final consumamos, estamos tan saturados ya de estímulos, tan perdidos, todo está tan dirigido, tan conectado, que nos cuesta incluso estar en contacto con nosotros mismo.

Uno de los momentos más vanguardistas lo encontramos en “Una más”, basada en el spoken word con un fondo ambiental de sintetizadores sobre el que vas recitando por capas a la manera de un collage sonoro ¿Qué te lleva a añadir un corte así? ¿Es solo una más, o justo lo contrario? ¿Canción de relleno disruptiva?

Es el corte más importante del disco ya que viene de un texto muy antiguo, el más antiguo que conservo íntegro. He buscado enfatizar lo confuso y errático que es, no tiene una línea argumental, es una relación de ideas en escritura automática y con importante carga de alcohol. Es un formato que me gusta especialmente, pero aún no me he atrevido a desarrollar, viendo el resultado, no descarto que pueda ser una línea de trabajo a futuro.

¿Dónde y cuándo podremos disfrutar de tus nuevas canciones en directo?

Pues solo he hecho un concierto en abril en Fuenlabrada, que es el mejor sitio para hacerlo, ya que es donde tienen lugar las aventuras de los personajes que aparecen en las canciones; será un concierto corto (pero intenso), con la colaboración de Gustavo Yuste, que ya ha participado en los dos discos con las guitarras.

No voy a dar más de momento, no doy conciertos, no me gustan, resulta que el público quiere ser ahora el protagonista de los conciertos (volvemos al absurdo), ya no se va a escuchar música, se va a hacerse videos y fotos y que los pringados que están en casa nos vean en el evento social del momento; y a más cantidad de alcohol, más insoportable el público se vuelve. No me gusta, no soporto los gritos a lo Jose Luis Moreno ni el resto de modas que giran en torno a los eventos de música en directo. Pero en este caso se darán las condiciones para lo que yo entiendo debe ser el ambiente para tocar: buena gente, ambiente agradable y no se vende alcohol.

Texto: Guillermo Alvah

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda

Síguenos en Twitter