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Pablo Und Destruktion – Kremlin (Bilbao)

 

Pablo Und Destruktion es un trovador libre. No un trovador de corte. Es el neorománico enfrentado al gótico y al rococó, es un gol del heleno Mitroglou contra la Pérfida Albión para unir a la cornisa cantábrica y los países mediterráneos contra el resto de Europa, es abrazar la doctrina de los católicos ortodoxos asiáticos, es el odio justificado de un niño  disfrazado de monaguillo payasete pistolero contra los tiempos modernos. Es lo que pocos se atreven a decir pero piensan y esperan que lo diga el asturiano, que con su reciente nuevo trabajo “Ultramonte” volvió a Bilbao, a la misma sala en la que en 2019 nos reuníamos unas veinte personas.

El número de asistentes se ha multiplicado por tres, no cabía más gente en una liturgia que fue la más intensa de todas las presenciadas al asturiano por la muy noble Villa de Bilbao. Porque si algo hubo, aparte de la interacción con su público (Pablo es de esa estirpe a la que pertenece otro ilustre asturiano como Jorge Ilegal, cuyos monólogos son tan interesantes como sus canciones) fue una catarsis con un repertorio imbatible. Además de varios clásicos como “A la mar”, “Powder” (ésta dedicada a Ian Mason un ilustre chamán local del Folk y del Metal), o al brutal “Mis animales”, sonaron temas de su nuevo trabajo como “Lobito” o “Medalla de oro”, y un par de versiones de dos temas eternos.

“Esos fueron los días”, también incluido en “Ultramonte”, versión de “Those Were the Days” que Mary Hopkin elevó a las alturas, hablaba de esos recuerdos cuando la juventud nos hacía alocados y casi inmortales, pero fue “Gijón” el gran tema de la noche. Por el recuerdo a su abuelo y la elegía a Rambal, un símbolo de la homosexualidad y la resistencia moral en Cimadevilla, el barrio pesquero de Gijón y en toda Asturias. Un tema basado en la barbaridad emocional de “Amsterdam” tema eterno de Jacques Brel. Y no faltaron tonadillas asturianas, jotas, y como era menester, “Limonov, desde Asturias al infierno”. Esta vez no hubo que pedírsela como siempre  porque no podía faltar en un sitio llamado Kremlin, en el que se empezó a fraguar la Revolución de domingueros y Undergrounds contra el poder establecido, siempre liderados por Pablo y su guadaña contra el civismo de la vida moderna.

Texto y fotos: Michel Ramone

 

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