Si tuviera que definir con una frase a Kakkamaddafakka sería la siguiente: el número de veces que los he visto supera al número de canciones que conozco. “Restless”, “Is She” y alguna por ahí que me suena. Y ya. Sin embargo, mi idilio con la banda noruega viene de lejos, desde un Bime en el que me dejaron fascinados. Ya ha llovido de aquella y aquí seguimos.
Kakkmaddafakka están de gira por España y siguen colgando el cartel de ‘no hay entradas’. En el siempre práctico Ochoymedio Club destilaron el pasado sábado energía y diversión, como siempre. Una banda que no se toma demasiado en serio ya desde el nombre y que, como quien no quiere la cosa, presentaba su séptimo disco, quince años después de lanzar su álbum debut. Una ya amplia carrera basada en disfrutar y hacer disfrutar desde que suena la intro (lástima que ya no sea el himno de la Champions League) hasta que cierran las puertas.
Seis tíos sobre un escenario, canciones pegadizas, mucho calor condensado y una bandera gigante en la que está escrito ese trabalenguas lleno de consonantes. Un ritual habitual que poco o nada ha cambiado con el paso de los años y que les sigue funcionando de maravilla, aunque algunos demandemos que intenten hacer algo más. El único factor diferencial –y que no estuvo nada mal- fue la versión acústica del “Santa Lucía” de Miguel Ríos, una canción que los noruegos escucharon una noche en el Toni2 y de la que quedaron prendados. Un homenaje bonito que, por la fama que los precede, muchos de los asistentes se tomaron a cachondeo.
Un plan perfecto de sábado noche no solo para crápulas melómanos como el que escribe esto, sino para –en el caso de mis acompañantes- amigos que se han sacado recientemente el carné de la paternidad. Amigos con los que vi a los nórdicos cuando nuestras preocupaciones no iban más allá de saber dónde ir después y con los que tenía el 11 de marzo señalado en rojo en el calendario. Amigos que cantamos abrazados “Restless” y “Is She”, tarareamos algunas que nos sonaban y confirmamos que lo único importante es seguir disfrutando, sea de la forma que sea. Y para eso, pocas opciones mejores que los zumbados estos de Kakkmaddafakka.
Texto y fotos: Borja Morais
