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Poison Boys – Mojo Club (Tarragona)

Noche de old school rock’n’roll en el Mojo Club, la portuaria sala tarraconense cuya exquisita programación viaja paralela al estupendo trato que dispensa a sus parroquianos. Noche de decibelios, también, como no cabría esperar otra cosa tratándose de los de Chicago. Y eso que el cuarteto llegó cojo, con su segundo guitarra Steve Elfinger ausente de la gira por, según nos dijeron, temas familiares. ¿Se le echó en falta? Sí y no. Desde el momento en que Matt Dudzick pegó el primer guitarrazo, se vio claro que iba a apañárselas por los dos, pese a que -obviamente- a seis cuerdas más el respetable no le habría hecho ascos. Directo al asunto tanto él como la sección rítmica compuesta por Adam Kreutzer al bajo y Matt Chaney a la batería, el bolo enfiló a toda mecha desde la inicial «Don’t You Turn on Me» (primer tema del álbum homónimo, su segundo y último hasta la fecha) sin desacelerar ni un instante. Pocos parloteos, apenas pausa alguna entre canciones y una sensación total de ir cara a barraca.

Primera recta con un somero repaso al mencionado álbum («Day by Day», «Little Speedway Girl», «Dick in the Dirt», «Nothing But Darkness») hasta desembocar en su primer sencillo, aquel «Headed for Disaster» que les puso sobre el tapete allá por 2015. A partir de ahí y progresivamente más y más engrasados, alternarían otros sencillos, -con especial mención a la estupenda «Mean Queen» y su cara b, esa cover de «Take a Chance With Me» del Jerry Nolan en filas de los rompecorazones- con apenas un par de temas de su trabajo de debut. Nada que objetar. La avalancha de riffs, el volumen entre el 10 y el 11 y ese punk rock que no necesita salirse mucho del sota-caballo-rey para ligar una buena mano tras otra, dejaron al respetable más que satisfecho.

Aprovechó Matt uno de sus escasos parlamentos ya hacia el final para presentar un tema inédito, a incluir en su próximo disco, y dar por finalizada la fiesta versionando el «Listen to My Heart» de los inmortales cenutrios de Queens. Referencia obligada en su sonido, junto a otras evidencias en ese arquetípico club de los últimos románticos, en cuyas filas militan Matt y compañía por méritos propios. Muy buen sabor de boca al término, en definitiva, tras lo cual habrá que estar ojo avizor tanto de cara a ese tercer álbum como a -esperemos- sus próximas visitas.

 

Eloy Pérez

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